Naufragio [Katsudeku]

46 7 8
                                    

Advertencias: Criaturas fantásticas con habilidades que comúnmente no poseen.

Una gran tormenta se había desatado ese día en las costas de aquel pequeño pueblo pesquero, Izuku y su madre se habían refugiado en el sótano, ella le leía cuentos antiguos, sobre valientes marineros, aventuras, criaturas fantásticas e islas inhóspitas, la naturaleza azotaba con furia fuera de su casa, a veces enviando objetos para que impactaran contra la vivienda mientras que él, envuelto en mantas imaginaba que era un valiente náufrago explorando una isla virgen equipado solo con su astucia y determinación, esa noche durmió tranquilamente, arrullado con la voz de su madre, mientras otro niño vivía un calvario no muy lejos de él. Al día siguiente, el día estaba fresco, la luz se reflejaba en los pequeños charcos y en las gotas que se desplazaban por las plantas hasta caer al suelo, Izuku vestido con botas de goma y un impermeable amarrillo saltaba de un lado a otro moviendo un cubo mediano con dirección a la playa, las tormentas siempre traían costas interesantes, por lo que se había despertado temprano y después de hacerse un desayuno rápido y dejarle algo a su mamá en la nevera salió apresurado antes de que alguien más se llevara sus tesoros. A medida que se acercaba a su destino, cosas interesantes fueron apareciendo en su camino, peces, almejas, hermosos caparazones y algunos objetos viejos y roídos de procedencia humana, vio un muñeco de Batman de buena calidad, lástima que le faltase la cabeza, una tortuga más grande de lo normal aún con vida se encontraba de cabeza, usando su fuerza logró colocarla en la posición correcta, y con la parsimonia común de su especie se fue de allí - ¡Que te vaya bien...ten más cuidado a la próxima! – El niño se despidió agitando su brazo con emoción a pesar de que la tortuga lo ignorara. Ya se encontraba en la playa y un montón de cosas se encontraban a cada paso, era difícil escoger que llevarse y que no, ya que su madre le permitía conservar lo que cupiese en aquel cubo y solo podía hacer un solo viaje para recolectar. Fue caminando a lo largo de la orilla hasta meterse en algunas pequeñas cuevas hechas de rocas, a veces le gustaba nadar en los pequeños lagos, allí habían plancton bioluminiscente, lo que les daba un aspecto increíble, no parecía que la tormenta hubiese afectado el lugar, por lo que con ánimos de nadar se quitó la ropa quedando en boxer, sacó un objeto que él escondía en unos de los huecos del sitio, se equipó con ello y se deslizó hasta caer en el agua, le gustaba practicar Apnea, aquellos lagos aunque no eran especialmente grandes si eran muy profundos, su padre le había enseñado sobre esa disciplina antes de abandonarlos hace algunos años, sentía que cada vez que lo practicaba se conectaba con él, debía hacerlo a escondidas de su madre, quien lo veía como algo muy peligroso, se sumergió despejando su mente y reduciendo los latidos de sus corazón, fue bajando poco a poco, el sonido del agua en sus oídos, las pequeñas burbujas que a veces salían de él, se sentía como el único ser vivo en el mundo, había recorrido unos cuantos metros cuando sintió algo rozarle, se alarmó brevemente intentando controlar sus emociones y no gastar oxígeno en vano, quizás era hora de salir, se apuró dio la vuelta y abrió los ojos para vislumbrar la ruta de regreso, pero lo que vio fue los ojos rojos y brillantes de una criatura, su mente entró en pánico y su corazón comenzó a golpear contra su pecho, intentó llegar a la superficie pero se quedó sin aire antes de lograrlo, dando unos últimos pataleos se desmayó. Se despertó de manera abrupta escupiendo agua, sintió cómo su garganta y pulmones le escocían, una vez que pudo pensar con claridad se fijó que estaba en la orilla del lago, sus piernas por debajo de la rodilla aun se hallaban sumergidas y entre ellas un rubio de cabellos cenizos y orejas peculiares le observaban con esos hermosos ojos, apenas sobresaliendo del agua.

- ¿Ho..hola? – Preguntó Izuku sentándose para ver de cerca a su acompañante, cuando estuvo cerca, éste sacó sus brazos rápidamente agarrando su cabeza desde los costados con sus frías manos, empezando a recorrerle la pies con su nariz – No tengo buen sabor, lo juro – Once años le parecía una edad muy temprana para ser devorado por una criatura que no debería existir, después de recorrerlo durante algunos eternos segundos, sintió como sus labios eran atacados por el contrario, que situación tan bizarra era aquella, no entendía nada de lo que estaba sucediendo, después su cuerpo dejó de ser asaltado.

BNHATOBER 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora