Mini Guy [Miritama]

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Mirio era un humano que trabajaba en el campo con su madre, quien era curandera, el trataba de encargarse de todo el trabajo pesado, que si cortar madera, cosechar los frutos y vegetales y transportarlos hasta el mercado, todo esto para que su madre pudiera tener tiempo de ayudar y cuidar de los enfermos de la comunidad. Su padre había salido de viaje al pueblo hace unos años y no regresó, este era un hombre amoroso y devoto por lo que sospecharon que algo malo debió pasarle, lo que confirmaron tiempo después al enterarse que había perecido a manos de unos asaltantes de caminos, no pudieron recuperar el cuerpo, por lo que una tumba simbólica yacía a unos metros de su casa, fue un golpe duro para su pequeña familia de tres pero eran personas fuertes y continuaron con su vida con la frente en alto, a pesar de los murmullos de la gente que cuestionaba porque su madre no se había casado nuevamente a pesar de que el periodo de luto considerado por la sociedad había terminado, y que ella seguía siendo una mujer bastante joven y atractiva, por suerte nunca llegaron a decirles nada de frente ya que ambos eran miembros activos de la comunidad.

Volviendo al presente, la rutina de Mirio había iniciado, alimentó a sus gallinas, hizo el aseo y fue con una cesta en su espalda a recoger algunas papas, apenas llevaba la mitad cuando escuchó una bandada de cuervos acercarse, volaron en su dirección dejándolo desorientando y aturdido, dando manotazos para alejar a las molestas aves, sintió sus manos chocar contra algo y momentos después se habían dispersado dejándole nuevamente solo, abrió lentamente los ojos viendo a su alrededor, esa había sido una experiencia extraña aunque no tanto como lo que vio al arrodillarse para seguir con su trabajo, aferrándose al tallo de la papa y con un ala rota, un hada intentaba ponerse de pie, su pequeño rostro mostraba una expresión adolorida y cansada, el tallo no fue lo suficientemente fuerte para soportar su peso y se dobló, se hubiese caído de no ser porque Mirio lo sostuvo, tomándolo entre sus dos manos con cuidado, lo alzó dejándolo frente a su cara para detallarlo mejor, tenía el cabello azul bastante oscuro, ojos negros, orejas puntiagudas y rasgos delicados típicos en su especie, usaba un tipo de túnica morada hasta arriba de las rodillas con las mangas rotas y la espalda descubierta donde sobresalían dos grandes alas en proporción a su cuerpo, una de estas estaba desgarrada a la mitad, tenía raspones y moretones que eran bastantes contrastantes con la pálida piel además de estar cubierto de tierra, al parecer la criatura había estado algo aturdida y cuando notó al gigante que le observaba dejó salir un grito muy agudo, tratando de levantarse torpemente y huir, saltando de las manos donde Mirio, quien tuvo que ser ágil posicionando una mano frente la otra que Tamaki bajaba desesperadamente como una especie de escalones hasta que el cansancio le hizo caer de nuevo boca abajo respirando de manera errática, se le veía batallando para no cerrar los ojos y erguirse de nuevo pero su cuerpo simplemente no se lo permitió dejándolo inconsciente, el rubio preocupado fue rápidamente a su casa con precaución de no zarandear el cuerpo del hada, una vez dentro de la vivienda agarro su almohada y dejó al chico de costado reposando sobre ella, buscó los ungüentos, vendas, pinza y todo lo necesario para brindarle la atención medica pero cuando se le acercó de nuevo le preocupó que la suciedad fuese a infectar sus heridas además que no sabía si tenía más debajo de la tela, colocó un poco de agua al fuego y buscó un recipiente que sirviera como bañera, una vez que el baño estaba listo su cara enrojeció totalmente al tomar la prenda de Tamaki para removerla, deseó que su madre estuviese allí pero esta se encontraba haciendo su ronda por el pueblo y no regresaría en horas, así que respiro hondo y trató de no ver mucho, aunque resultara imposible si quería inspeccionar todas sus heridas, fue la intervención más vergonzosa en incomoda en la que había estado, y no se podía decidir si el hecho de que el hada no se encontrara consciente hacia la situación peor o mejor. Había sumergido al chico dejando su espalda y cabeza reposando sobre una de sus manos para que estuviese semisentado en la improvisada bañera teniendo cuidado con su ala rota, mientras con la otra limpiaba con delicadeza alrededor de las heridas comprobando que sí tenía otras.

BNHATOBER 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora