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Uno de los recuerdos que se me quedó grabado durante el último curso de la carrera fue cuando el profesor de arte nos dijo lo que, con los años, para mí sería una verdad.

«Cuando un artista pinta, su alma se fragmenta en miles de pedazos, impregnados de las emociones que pone a la hora de crear su arte. Estos, con la magia que albergan en su interior, hacen que queden plasmados en cada lienzo donde, a partir de pequeños trazos, se forman las más hermosas obras; fundiéndonos con esas pinceladas al observarlas; haciendo que sintamos lo mismo que esa persona en el momento de crearlas».

Quién me iba a decir que un año después de aquellas palabras, descubriría cuánta razón tenían. Cómo en cuestión de unas semanas lo experimenté sin ser consciente de ello. Cómo fui testigo de que el espíritu de un artista se aferra a sus trabajos para toda una eternidad. Cómo esa verdad se hizo patente al dejar ir a una amiga que se ganó parte de mi corazón; cuando uní una parte de mi alma a la suya.

Pinceladas del almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora