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–No creo que eso haya sucedido–. Dotty se quedó horrorizada cuando Wanda le contó la historia de ayer. –¿La niña estaba esparciendo popo de perro sobre un pan de plástico como si fuera chocolate para untar?

–En medio de un espacios de juego a plena luz del día–. Cuando no conocías a la dulce niña involucrada, sonaba mucho peor.

–¿Y es la hija de tu cita?

Wanda asintió con la cabeza. –Lo es–. Una segunda cita que tampoco había terminado bien, aunque definitivamente fue más prometedora que la primera. Justo cuando estaba empezando a pensar que podría haber algo allí para ella y Nat, sucedió algo más que la hizo cuestionarlo nuevamente.

No es que nada de eso fuera culpa de  Natalia. Lo que sucedió fue un accidente. Pero su relación no había ido bien hasta ahora, y estaba haciendo que Wanda dudara de la cita tres. Ayer, apenas acababan de empezar a hablar cuando Rose tuvo su incidente. Entonces Nat se había ido más que apurada.

Lo que hizo que Wanda cuestionara todo el asunto de la niña otra vez. ¿Estaba lista para eso? Su corazón dijo que sí, porque Nat ya había hecho una entrada fuerte en lo que respecta a su corazón.

Sin embargo, su cabeza estaba cuestionando sus elecciones. Su cabeza dijo que esta era la punta del iceberg. Que sus pensamientos originales sobre los niños seguían en pie.

De cualquier manera, sabía que hoy se había despertado con una resaca, y que no tenía nada que ver con la cantidad de alcohol que había bebido el día anterior. Esta era una resaca emocional.

–Estoy segura de que algún día mirarás hacia atrás y reirás.

–Tal vez en un año.

–Quizás dos. Entonces, ¿cómo lo tomaste?

La sonrisa de Wanda era tensa. –Dije que la llamaría. No voy a correr solo porque su hija confundió la caca de perro con chocolate para untar.

–¿Debería ser ese el lema de nuestra campaña publicitaria?– Dotty pintó su mano en el aire sobre su cabeza. –Puedo verlo ahora, en vallas publicitarias en todas partes: '¡Sabe mucho mejor que la caca de perro!'

Ella puso los ojos en blanco. –Muy divertida. Pero sí me hizo pensar en una campaña publicitaria para Chocolate Plaisir. Porque Rose, el nombre de niña...

–Lindo nombre.

–Lo es, ¿no?– El corazón de Wanda dio un vuelco al pensar en Rose, luego en Nat. –De todos modos, ella se obsesionó conmigo pidiéndome que le untara chocolate. Además, Nat me contó sobre otro amiga cuyo hijo se lo pasó por la cara. ¿Quizás podríamos incluir eso también?

Dotty asintió con la cabeza. –Sigue.

Wanda chasqueó la lengua contra el paladar. –Estaba pensando que podríamos tener un anuncio de basado en una historia sobre una familia con un niño pequeño. Por la mañana, el niño lo exige para el desayuno, porque lo exigen, como ahora sé, y mostramos a los padres extendiéndolo sobre su tostada, diciendo algo memorable, repetible. «Placer para ti»–. Wanda rodeó su mano. –Trabajaremos en eso, entiendes lo esencial. Por la tarde, mostramos al mismo padre difundiéndolo en algo para él o ella misma. Tal vez él mismo para cambiar la expectativa. Lo extiende sobre una galleta de arroz y dice «Placer para mí». Besan al niño buenas noches. La última escena es de la pareja en la cama, sin ropa, a punto de ponerse a trabajar. Una de las personas mancha un poco sobre los labios de su pareja y dice: «Placer para nosotros», luego se besan. Y luego tenemos algún tipo de lame, que indica que Chocolate Plaisir para toda la familia–. Se recostó, uniendo los dedos en forma de campanario y apoyándolos en la frente. –¿Qué piensas?

Dotty frunció el ceño, su mirada inquisitiva. –¿Obtuviste todo eso de una niña jugando con caca de perro?

Wanda rió. Esa storyboard había estado dando vueltas en su cabeza toda la noche cuando no podía dormir. Había escrito un par de mensajes a Natalia durante las primeras horas de esta mañana, pero no los había enviado. No había revisado su teléfono en las últimas dos horas, ya que había estado en reuniones. Nat había enviado un mensaje anoche para disculparse, y Wanda le había enviado uno de inmediato diciéndole que no era necesario. Nada de eso fue culpa de nadie.

Para Wanda incluso pensar en eso mostraba que ella estaba cambiando. Haciendo a un lado su pasado imperfecto, respirando profundamente y abriéndose a nuevas posibilidades. De una cosa estaba segura: Nat tenía algún tipo de poder místico sobre ella.

–Hay algo en eso. Es duro por el momento, pero podría funcionar–. Ella señaló con un dedo en su dirección. –También creo que una de nosotras necesita tener un hijo para momentos de inspiración como este. Tal vez es por eso que esta mujer ha entrado en tu vida, para mostrarte cómo es la vida familiar, y luego podemos representarla.

–Se me pasó por la mente–. Wanda nunca había experimentado la verdadera vida familiar. Pensó en Nat. De su fuerza, su coraje para hacerlo sola. Nat le había mostrado a Rose más amor y compromiso en una hora de almuerzo de lo que Wanda había recibido de su madre en 30 años.

La emoción se alojó en la garganta de Wanda. Ella tuvo que empujarla hacia abajo. Ella estaba en el trabajo, su lugar de control. Sin embargo, desde que conoció a Natalia, su trabajo y su vida personal se estaban entrelazando. Con cada día que pasaba, Wanda podía sentir que el control se le escapaba de las manos.

Tragó y volvió a enfocarse. ¿Qué pensaría Agnes del anuncio? Porque al final, ella era a la que tenían que impresionar con su historia y ejecución. ¿Le caería bien? ¿O ella quería algo menos que su idea?

–Sabes–, dijo Wanda, con una imagen de Nat apareciendo en su mente. Y luego Nat se estaba quitando la parte superior, haciendo señas a Wanda con un dedo torcido. Tenía un frasco del chocolate en una mano, y procedió a arrastrar ese dedo sugerente a través del producto, antes de lamerlo de la punta de sus dedos en un movimiento rápido. Wanda dejó de dar vueltas en su silla y dejó que esa imagen se le fusionara en la mente durante unos minutos. Ella sabía lo suficiente acerca de la atención plena para comprender que estaba destinada a notar pequeños momentos de alegría en su vida y estar presente para ellos. Estaba totalmente presente para esto. Por todas partes, de hecho. Incluso si el momento era un sueño, una fabricación de su propia creación.

El momento se rompió cuando Dotty chasqueó los dedos frente a su cara. La miró fijamente, su rostro un signo de interrogación. –¿Dónde fuiste?

–Lo siento, estaba sumida en mis pensamientos–. Hizo una pausa. –Me preguntaba...– Solo se preguntaba si podría hacer realidad su fantasía o no. ¿Quién sabía si ella y Nat alguna vez lo iban a lograr? Pero si no podían, ella podría ponerlo en un anuncio. Se sentó, plantando ambos pies sobre el piso de madera pulida, caminando hacia la ventana y mirando hacía abajo. La llovizna de abril volvía a caer, y las calles estaban borrosas de sombrillas. –¿Y si la pareja en la que se centran no es un hombre y una mujer? ¿Qué pasa si son dos hombres o dos mujeres? Diría que ya se han hecho dos hombres, mientras que dos mujeres no son tan comunes. Además, estamos lanzando a Agatha Harkness, quien, como todos saben, es una de las lesbianas más elegibles del mundo. Si alguien va a dar luz verde a un anuncio de temática lésbica, es ella, ¿verdad?

Dotty la miraba como si se hubiera vuelto loca. –Primero debes superar a María, que sería la parte más difícil.

–María es pro-LGBT.

–Ella también es profesional manteniendo su negocio en forma.

Wanda sacudió la cabeza. Cuanto más pensaba en esta idea, más segura estaba de que era el momento de presionar. Habían jugado con poner personajes LGBT en sus campañas antes, pero siempre habían rehuido. Pero si Agnes quería algo diferente, lo iba a conseguir.

–Voy a llevar la idea a María ahora–. Wanda se puso de pie.

–¿Y si ella dice que sí?

Wanda sonrió. –Entonces esos bordes ásperos necesitarán ser suavizados. Y tenemos que contratar a dos mamás lesbianas ardientes para el anuncio–. Ella se llevó un dedo al pecho. –Estaré a cargo del casting, por cierto.

𝗝𝗲 𝘃𝗲𝘂𝘅 𝗷𝘂𝘀𝘁𝗲 𝘃𝗼𝘂𝘀 𝗮𝗶𝗺𝗲𝗿 || WandaNatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora