❝ BESAS A TODOS LOS DE ESTA LISTA,
Y YO RENUNCIO AL EQUIPO. ❞
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en el que una apuesta adolescente
tiene como resultado que bianca larsson, no sólo besa a veintiún de sus compañeros de clase, sino que se de cuenta de que se preocupa por...
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capítulo once, número 14: MILES BLETCHLEY
EL "PERÍODO LIBRE DE ADRIAN" DE BIANCA TERMINÓ MÁS RÁPIDO DE LO QUE ESPERABA. Aunque no fue muy libre de Adrián después de todo. No, no estaba en clases, pero ella seguía siendo su principal fuente de trabajo para ponerse al día y de comida decente. Aunque sólo le había entregado comida una vez, al final no estaba exactamente libre de él. Además, seguía esperando su recompensa por haberle entregado tan desinteresadamente aquellas salchichas en la puerta de su casa, como la increíble enemiga que era, a pesar de haberse olvidado de su segundo pedido de pescado y patatas fritas.
Era ya mediados de octubre y el otoño estaba en pleno apogeo. Al igual que los meses anteriores, se podía sentir la brisa rica en aromas de la tierra, y los terrenos del castillo estaban arropados por una colcha de rojos y marrones.
Bianca siempre pensó que el otoño era sólo una estación de relleno. No tenía ninguna emoción real. Claro, a veces era hermoso de ver, cuando no llovía a cántaros, o cuando no se podía oler la humedad de las hojas empapadas. Porque después del otoño, estaba el invierno. Lleno de las cálidas delicias del chocolate caliente, de la emoción de una Navidad que se aproxima, y de la blanca felicidad blanquecina que pintaba el mundo. Obviamente, eso era sólo en diciembre, pero se entiende.
Pero tendría que aguantar hasta entonces un poco más, porque tenía que sufrir las tentadoras delicias del 31 de octubre, para el que sólo faltaba una semana.
Al llegar la mañana del sábado, Adrian se vio libre de la cueva aislada en la que se encontraba, el ala del hospital, y tras una parada en la sala común de Slytherin y en su dormitorio que tanto había echado de menos, se dirigió al gran salón, ansioso, para tomar su primera comida decente en un tiempo.
Las enfermeras, obviamente, le estaban dando de comer, por supuesto. Hogwarts había hecho algunas cosas cuestionables en el pasado en cuanto al cuidado de los estudiantes, pero nunca harían pasar hambre a un niño. Y menos a uno que estuviera herido en el ala del hospital; la comida no era del agrado de Adrian. Por eso, cuando le pidió amablemente a Bianca Larsson que le trajera algo de pescado o patatas fritas de la cena de la noche anterior y no lo hizo, se sintió bastante decepcionado; al menos se habría ido a la cama a una hora razonable si hubiera sabido que no iba a venir.
Así que, mientras entraba en el gran comedor para desayunar, con el fémur curado (aunque todavía muy rígido) y el estómago vacío, tuvo que hacer una rápida parada en la mesa de Gryffindor.
—Adrian. Qué gusto verte caminar, —Bianca fingió una sonrisa al notar que él caminaba en su dirección.
—Me alegro de estar de vuelta, —reflejó la sonrisa que ella le había dedicado. Eso fue hasta que hizo contacto visual con la chica sentada al otro lado de Bianca; con su túnica amarilla y todo. Adrian apretó los dientes.
