❝ BESAS A TODOS LOS DE ESTA LISTA,
Y YO RENUNCIO AL EQUIPO. ❞
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en el que una apuesta adolescente
tiene como resultado que bianca larsson, no sólo besa a veintiún de sus compañeros de clase, sino que se de cuenta de que se preocupa por...
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the kiss list, adrian pucey 𝒑𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒖𝒆
SI SE PREGUNTARA A TODOS LOS ALUMNOS de sexto curso de Hogwarts por su pareja, dúo o lo que sea, favorita, sin duda dirían Adrian Pucey y Bianca Larsson. Lo más interesante no es que todos dijeran las mismas dos personas, sino que los dos ni siquiera estaban juntos, sino que en realidad se despreciaban. Eso es lo que decían, al menos.
Adrian Pucey era un nombre que todos los de sexto año de Hogwarts conocían. Algunos, de hecho, lo conocían bien. Era el tipo de chico del que la mayoría de las chicas se enamoraban cuando les dirigía una palabra. Podía ser él preguntando si alguien tenía una pluma de repuesto porque no era lo suficientemente organizado como para llevar la suya y eso era suficiente para que ellas se enamorasen completa y absolutamente, por encima de la luna, de él. Y era un encanto que él sabía que tenía. Sabía que era atractivo, sabía que era encantador y se enorgullecía de ello. Pero no de una manera snob o ignorante. Era humilde. Y claro, tal vez coqueteó con una o dos chicas, aquí y allá, pero tenía demasiado miedo al compromiso como para compartir más que un buen morreo con una. No era un idiota. ¿Un rompecorazones? Sí. ¿Idiota? No.
De hecho, era el chico perfecto. No sólo era uno de los chicos más guapos de todo el colegio, sino que no suspendía prácticamente todo porque estaba demasiado ocupado preocupándose por el Quidditch o por su buena apariencia, como la mayoría de sus compañeros de Slytherin. Le iba bien en todas sus clases, debido a que sus padres le insistieron cada vez que iba a casa de vacaciones. Sus padres le inculcaron la idea de que los muggles y los mestizos no merecían su atención y que sólo debía hacerse amigo de los purasangres. Bueno, al menos lo intentaron. Adrian era un Slytherin, claro, y por eso las otras tres casas lo consideraban automáticamente una persona horrible, pero él no creía que se debiera discriminar a la gente por sus padres y su condición de sangre. Tal vez fuera porque Bianca Larsson era nacida de muggles. Pero nunca lo admitiría.
Y esa es otra ventaja que hay que mencionar: era atlético. La única cosa que Bianca odiaba más de Adrian; algo en lo que él era bueno, que ella no era. Bianca odiaba que el Quidditch le agrandara el ego y le diera algo de lo que regodearse. Cuando en realidad, él no se jactaba de sus impecables habilidades sobre la escoba. Ella sólo decidió pensar que lo hacía para tener una razón para que le desagradara aún más. Y claro, todos los chicos del equipo de Quidditch de la Serpiente eran deportistas, pero Adrian no era un supremacista de sangre pura como Marcus Flint, y no se creía mejor que los demás como Draco Malfoy. Era Adrian Pucey: guapísimo en todos los sentidos, un auténtico playboy y, sin duda, un imán para las chicas.
Un imán, sí, pero para Bianca Larsson, una feminista seria, trabajadora y que evita a todos los chicos a no ser que se trate de su mejor amigo Leo Raywood, la fuerza no era aparentemente suficiente.
