10 ━ MAXINE O'FLAHERTY ✔

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the kiss list, adrian pucey
  septiembre de 1992

the kiss list, adrian pucey  septiembre de 1992

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capítulo diez, número 9: MAXINE O'FLAHERTY





BIANCA SE DESPIERTA CON UN GRAN bostezo por el dolor que sentía en la nuca. Abrió los ojos e inmediatamente se vio cegada por los rayos de sol que se filtraban por las ventanas del ala del hospital. Levantó la cabeza del hombro y entrecerró los ojos un par de veces para despertarse. Estaba recostada en una silla, con los brazos cruzados sobre el pecho y las piernas una encima de la otra estiradas frente a ella.

Se incorporó, con otro bostezo, y miró a su izquierda para ver a Adrian Pucey, durmiendo plácidamente y roncando ligeramente en una posición cómoda en la cama del ala del hospital junto a ella; una servilleta grasienta sobre la mesa, donde antes había tres salchichas.

¿He dormido aquí? pensó Bianca.

Miró el reloj despertador de acero, que descansaba sobre sus dos patas, al lado de Adrian, en su cama.

Las 8:37 de la mañana.

Tenía clases en menos de media hora. No se ha duchado. No ha comido (su estómago gruñendo actualmente se lo recordaba). No había cogido sus libros para las clases que tenía ese día. Y había pasado la noche con Adrian Pucey, yendo en contra de sus deberes de prefecta y de su moral.

—¿Señorita Larsson? —oyó una voz pintoresca, lo que hizo que Bianca levantara la cabeza sorprendida, para luego mirar fijamente a Madam Pomfrey. Se sentó más erguida una vez que se dio cuenta de que estaba en presencia de un miembro del personal—: ¿Qué está haciendo aquí?

Miró a la enfermera, luego al chico y finalmente volvió a la enfermera, que estaba de pie junto a ella, esperando una respuesta, —Uhh. Yo umm —tropezó con sus palabras, esperando que el engaño viniera a su mente—, ¡Vine a v-visitarlo! Sólo brevemente, —sonrió.

—¿Querías que estuviera dormido?, —preguntó.

Bianca volvió a mirar al chico, que de hecho seguía durmiendo, lo que hacía que su historia de encubrimiento fuera espeluznante.

—¿No?, —preguntó, cuestionando sus propias palabras que acababa de decirle a la enfermera—. Bueno, no tengo mucho tiempo hasta las clases, así que probablemente debería irme, —asintió lentamente con la cabeza.

—Sí, probablemente deberías —Madam Pomfrey estuvo de acuerdo—. El señor Pucey saldrá muy probablemente a principios de la semana que viene, pero puedes visitar a tu novio los fines de semana. No es un mal descanso, pero las visitas en horario escolar no están permitidas, señorita Larsson.

Bianca se detuvo un momento al oír que alguien se refería a Adrian como su novio. Se estremeció ligeramente, pero no se encontró corrigiendo a la enfermera que tenía delante. No sabía si era porque no se molestaba en modificar lo que la mujer había dicho, o si era otra cosa. Bianca optó por una respuesta contundente.

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