15 ━ CHO CHANG ✔

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the kiss list, adrian pucey
noviembre de 1992

capítulo quince:
número 4: CHO CHANG


BIANCA LARSSON Y ADRIAN PUCEY eran, de hecho, enemigos o, al menos, sentían una fuerte aversión por el otro, pero nunca había un silencio incómodo. Ni siquiera un minuto en el que los dos estuvieran en presencia del otro sin un comentario sarcástico sobre cómo Bianca no tenía vida o un insulto sobre cómo le quedaba el pelo a Adrian ese día. O un encantador recordatorio a la chica sobre sus decisiones pasadas sobre el consumo de alcohol y cómo fue, de hecho, la persona que más odiaba la que la había salvado de cualquier otra humillación autoinfligida. O quizás cómo Adrian había jugado con tanta gracia un partido de Quidditch y había acabado llorando en el suelo del campo, con el fémur roto y una reacción exagerada. No obstante, un silencio incómodo era algo raro, si no inexistente, para la pareja. Hasta ahora, cuando uno cayó entre los dos, mientras Adrián se arrastraba al asiento vacío junto a ella, en medio de la clase.

—¿Qué me he perdido?, —preguntó él, en tono tranquilo, mientras se acomodaba a su lado.

—Es Lockhart, así que nada, —dijo ella sin rodeos, sin apartar la vista del frente del aula.

Él reprimió una risa, —Es bueno saberlo.

Se encorvó en el respaldo de su silla, concentrándose ahora en las grietas de las paredes del aula rodeada de adoquines. La narración de Lockhart era el único sonido en toda la sala, pero visto que estaban más hacia el fondo, Adrian no pudo evitar entablar conversación.

—Por cierto, lo siento.

Hizo una pausa antes de responder: —¿Por qué?

—Por la pelea. Tenías razón... estaba fuera de lugar.

—Es tu castigo, —se encogió de hombros, aunque su cabeza no se había apartado del frente.

—Sí, bueno, no fue tan grave, —se encogió de hombros.

Ahora era la primera vez que ella realmente lo miraba. El moretón de Adrian era oscuro y ella podía decir que era doloroso. Había conseguido abrir los ojos un poco más desde que se sentó, pero la hinchazón iba a empeorar.

—¿Qué fue?

—Una semana de detención.

Bianca nunca recibía castigos, así que si esto era tan malo como sonaba, no lo sabía. No parecía creerlo.

Desvió la mirada hacia el profesor y asintió con la cabeza lentamente, al compás del reloj de la pared, por encima de la cabeza de Lockhart.

Era ahora cuando empezaba a sentirse ligeramente culpable por cómo había reaccionado anteriormente. La defendió, ¿era eso tan malo? Nunca se atrevió a decir gracias o a mostrar algún tipo de gratitud hacia él por su pequeño acto de caballerosidad ─ ella tenía más dignidad que eso ─. Y, puede que pensara que la forma en que reaccionó fue ligeramente dramática, pero eso no significa que piense que se equivocó en algún momento.

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