❝ BESAS A TODOS LOS DE ESTA LISTA,
Y YO RENUNCIO AL EQUIPO. ❞
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en el que una apuesta adolescente
tiene como resultado que bianca larsson, no sólo besa a veintiún de sus compañeros de clase, sino que se de cuenta de que se preocupa por...
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capítulo veintitrés número 17: MALCOLM PREECE
PARA TODOS LOS DEMÁS EN LA ESCUELA HOGWARTS, Adrian y Bianca eran una pareja de ancianos casados, conocían las mejores maneras de enfurecerse el uno al otro, pero seguían queriéndose igual.
Adrian y Bianca no se veían a sí mismos como una pareja, y mucho menos como un viejo matrimonio. No eran novios y, por lo que a ellos respectaba, nunca lo serían. Bianca no podía pensar en nada peor.
Con la oreja aún doliéndole y la sangre goteando –no le veía sentido a usar el hechizo Episkey, porque sabía muy bien que su cuerpo debía curarse solo y que pronto lo haría–, la pareja paseó por los pasillos, camino de las mazmorras para tomar pociones dobles.
Bianca consideraba que caminaba sola. Adrian decía que caminaban juntos.
Lo dijeran como lo dijeran, o lo parecieran, los dos caminaban uno al lado del otro, no demasiado cerca, obviamente, como la pareja de ancianos y felizmente casados en unión que la gente creía que eran.
La temperatura del castillo descendió casi tan pronto como empezaron a bajar los espeluznantes escalones hacia el aula de las mazmorras.
En su camino, o como Bianca preferiría decir, su camino hacia abajo a su habitación designada, Oliver Wood estaba saliendo de la cámara de abajo, para su próximo período de Encantamientos, cuando se cruzó con Adrian y Bianca, a punto de tomar su lugar y entrar en la misma aula que había dejado.
Oliver sonrió al notar que Bianca bajaba despreocupadamente por la escalera, —Oh hey Bianca, —su expresión estaba llena de comodidad y encanto, de la manera más encantadora posible. Bianca realmente esperaba que Katie dejara de ser tan inconsciente porque sabía que se merecían el uno al otro.
—Hola Oliver, —respondió Bianca de vuelta, su expresión descansada formando una agradable sonrisa que devolvió al chico.
Una vez que el aroma a canela y caramelo salado de Oliver hubo desaparecido y fue reemplazado por el olor a piedra podrida, Adrian supo que se había ido. —Oh, mira, has hecho amigos, —se burló de Bianca, inclinándose hacia su oído mientras entraban en el aula y tomaban asiento.
Bianca no vio el momento de contestarle porque sabía muy bien que eso era exactamente lo que él quería que hiciera: vengarse.
Mientras Snape volvía del fondo de la clase al frente, para dar comienzo a la lección, Bianca se dio cuenta de que, de hecho, tenía que agradecer a Adrian lo agradablemente sorprendentes y llenos de acontecimientos que habían sido sus tres primeros meses de su sexto año.
Si no hubiera sido por una estúpida lista de besos, creada por él con la esperanza de mejorar su relación, Bianca no habría estado tan despreocupada como de costumbre. No habría ido a fiestas. Ni siquiera habría pisado una, y mucho menos bebido una tonelada.
Bianca siempre había tenido a Leo, y sabía que siempre lo tendría. Nunca se había sentido sola como tal, y nunca se había considerado "sin amigos", pero este año se había dado cuenta de la gente tan estupenda que había en su colegio. Claro, aprendió que algunos chicos son los mismos imbéciles que ella había imaginado que eran, pero algunos de los lazos que había creado, a los que ahora tenía mucho cariño y se alegraba de tener, eran gracias al maldito Adrian Pucey.
