Kara está terminando su artículo sobre cómo aún la sociedad actual, afirmaba ser de lo más igualitaria que hace dos décadas atrás. No es que colectivamente los seres humanos, se volvieran más empáticos y tolerantes. Todo era tapado con un sonrisa y hipocresía, mientras nada sucediera en su propio patio trasero, la gente apoyaría. Tal trabajo especulativo, no iba ser impreso en alguna importante revista, o alguna en realidad. Ni siquiera en algún medio digital. Era parte de su tarea de la semana en la universidad, como estudiante de periodismo. Estaba solo dándole los últimos toques, reducirndo los modismos, colocando las palabras precisas, corrigiendo los errores ortográficos. Todo debía quedar perfecto, quería impresionar a su profesor, aunque esté fuera un tarado.
—¡Dónde está mi tutú!
Kara tuvo que rodar su silla, para ver el amor de su vida, la chica que le saca sonrisas, la dueña de su salario de medio tiempo. Su hermosa y pequeña hija Lori. Ella estaba vestida con su leotardo rosa pastel, lista para ir a sus clases de los sábados. Estaba con su carita molesta, las manos apoyadas en la cadera, exigiendo como si su mamá fuera su criada. Kara tuvo que adoptar una cara, lo que su querida madre llamo: "no estoy jugando jovencita". Al ver la actitud altanera que estaba adoptando últimamente la pequeña Lori, la culpa la tenía absolutamente padre y su amargada abuela. Siempre consintiendola en todo.
—Estoy segura que la he dejado en el mueble, junto al resto de tus cosas.
Lori corrió hacia allá, pero volvió tan rápido que no le dió tiempo a Kara de seguir trabajando en su artículo.
—¡No está allí!
Chilló su hija, golpeando con el pies el suelo. Kara suspiró, si así era cuando tenía seis años. No quería saber cómo se comportaría si tuviera diez años más encima. Tendría que sentarse a hablar seriamente con el Padre de Lori.
—Amor, la he dejado allí...Si sigues así no dejaré que te lleven a ballet.
Con esa amenaza, la pequeña bajo la guardia.
—Está la rosada, pero yo quiero la verde.
No le quedo de otra que levantarse e ir a buscar la de esa tonalidad. Fue y recogió el tutú que dejó en el mueble.
—Bien espera acá, tu papá no tardará en llegar.
—¿Ya son las tres?
—No, pero no falta poco.
Kara entro al cuarto de su hija, en el último año se a vuelto el lugar de una pequeña acumuladora. Había decenas de peluches, de diferentes tamaños, incluyendo un jirafa que tocaba el techo. Iba a gritar al ver el desastre que estaba, se suponía que habían arreglado el cuarto esa mañana. Era una de las reglas que tenían para Lori. Pero un mensaje llegó a su móvil, haciendo que su efervescente enojo se esfumará.
Chess.91:
Acaso no es la cosa más adorable, seguro que a tu hija le encantaría.
En el mensaje estaba adjunto, la tierna foto de un cachorro.
SuperMon:
Estoy segura que sí, pero de merecerlo no lo creo 😞😤. Además no vas a ganarte a mi niña, de esa manera.
Kara volvió a guardar el móvil, el bolsillo de su pantalón, escarbó en la avalancha de juguetes el tutú, encontrando uno azul y naranja, más no el verde. Otro mensaje llegó.
Chess.91:
Tienes razón, me estoy adelantando a los hechos ¿Primero debería invitar a salir oficialmente a la madre, no? Creo que es el paso a seguir.
Kara acercó el teléfono a la cara lo más que pudo, casi tocando sus lentes. Un sonrojo se expandió en sus mejillas, cuando volvió a leer el mensaje. La mujer a la que ha estado escribiéndole en los últimos tres meses, estaba pidiéndole una cita. Y ella estaba muy emocionada, no pensó que está posibilidad podía suceder. No cuando hace seis meses su mejor amiga Nia le presento la app, Cupido en línea. Aunque presentar era quedarse corto. Nia le había creado una cuenta, y había colocado una foto de ella misma y hecho las configuraciones pertinentes. Kara nunca supo cómo cambiarla algún de esas cosas. Aunque amaba el Nick.
Cupido en Línea, era el facebook de las citas, el típico: a ver si así, tienes suerte de encontrar pareja en tu cuadra. Solo que este no decía el nivel de compatibilidad de tu pareja como otras. Los dueños de la app, afirmaban que un porcentaje era demasiado frívolo y perdía la magia. El de conocer a una persona, al otro lado de la pantalla. Qué una supuesta compatibilidad, podrías estar dándole skip al amor de tu vida, solo porque no marca el 99.99%. Lo único particular que si tenía, es que te mostraba el historial, de a quien stalkea la persona. Una cosa realmente curiosa, por eso Kara se abstenía a entrar en perfiles. Normalmente ella sería contactada, algunas veces por damas muy educadas, pero aburridas. Niñas buscando a una Sugar. Una que otra, de mujeres, que por estar detrás de una pantallas se volvía más...atrevidas, enviándole fotos que dejarían a Adam bastante vestido con su hoja.
Pero tuvo la fortuna de conocer a Chess.91 o Kiera. Descubriendo que el mito de los contadores, era falso. Ella era muy divertida, empática y comprensiva . Cumplió treinta, este año, era dueña de un pequeño negocio y también tenía una hija. Aunque nunca había tenido una foto de ella o audios, por política de la misma Kara. Una vez. Kiera intento enviarle una foto de ella, como evidencia que realmente era una mujer, pero Kara se negó. Era muy estricta con su privacidad. Así que podría estar aceptando tener una cita, con un hombre de perfil falso.
Chess.91:
Claro, al menos que aún pienses que es muy pronto.
SuperMon:
Nooooooo, estaría encantada.
—¡Mamá apúrate papá llegó!
Kara entro en pánico, corrió al closet y por fortuna el condenado tutú estaba allí. Lo agarro y antes de salir corriendo, respondió al nuevo mensaje de Kiera.
Chess.93:
Puedo hacer un espacio el domingo ¿Te parece bien?
SuperMon:
Perfecto, los fines de semanas los tengo libre.
Con eso fue a la sala, Lori había ya abierto la puerta y estaba parada afuera del carro de su padre. Kara agarro la maleta, que contenía casi todo lo que necesitaría su hija para pasar el fin de semana.
—Ten.—Ella le entrega a Lori el tutú verde, y arregla su cabello. Tratando de que se vea impecable, por si acaso está la amargada abuela de la niña, en una ocasión juzgo la capacidad de Kara y intento envenenar al padre de Lori, para ir por la custodia completa.—Recuerda hazle caso a tu Papi, pórtate bien con tu abuela y...
—Nada de dulces después de las ocho.
—Exacto.—Kara besa la mejilla de su hija, y ella sonríe.
Del auto, se baja el conductor. Siempre va y toma directamente la maleta de Lori, para guardarla en el maletero. Pero nadie más se baja.
—¿Dónde está papá?
Exige Lori con ese tontito, que le recuerda la abuela de la niña. Eso la a Kara le pone nerviosa.
—La reunión que tenía se ha prolongado. Pero que estará en cualquier momento para su clase.
Esa respuesta no contento nada a su hija. El chófer le abrió la puerta de atrás, y Kara se acercó a ponerle el cinturón de seguridad.
—Sabes que estás cosas pasan.
—Ujum—Lori se cruzó de brazos y su ceño se hundió. Esa era una imitación perfecta de su padre, al molestarse.—No es la primera vez.— susurra, un poco triste.
—Sabes que es una persona ocupada, y aún así llega a todos tus ensayos...
—Lo sé. —Lori se gira y ve a Kara, intenta de no llorar pero es inevitable.—Pero yo... quisiera ver más a papi Lena, más seguido.
Esa confesión le parte el corazón, y limpia esas sinceras lágrimas. Uno pensaría que estaría acostumbrada ya a esta situación, de estar dividida entre sus dos padres. Desde que tenía la edad para gatear, vivía entre dos mundos.
—¿Todo listo?
Pregunta el chófer,
—Si.—Kara vuelve a besar a su hija en la mejilla.—Se buena mi pequeño sol.
—Te extrañaré Mami.—Dijo entré hipo.—A ti y a boo-boo, a rayas y señor jirafa.—Eran los peluches favoritos, de turno y como si se acaba de acordar.— También a la tía Alex.
Kara vio avanzar el auto, llevándose a su pequeña terremoto lejos de su vida por unas treinta y seis horas. Y solo faltaba
Nota: estaré dividiendo esto en tres partes.
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¿Amigas? (One Shost)
RomanceEn la vida de Kara Danvers, ha llegado una mujer. Una a la cual no sabe definirla. ¿Que es para ella?