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Unos días habían pasado y su amistad con Ran fue de maravilla, en cambió Rindou no confiaba del todo en la niña luego de aquel suceso en su habitación

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Unos días habían pasado y su amistad con Ran fue de maravilla, en cambió Rindou no confiaba del todo en la niña luego de aquel suceso en su habitación.

Prácticamente no la dejaba entrar con el pretexto de que podría pintar algo más y arruinarlo, claramente su hermano mayor decía que exageraba pero no cedió.

Ahora se encontraban en el parque más cercano que fueron acompañados por Aoi.

De alguna manera él de trenzas se hizo más cercano y amistoso con la peli negra, justamente ahora la traía de la mano de un lado, y con la otra mano arrastraba a su hermano contra su voluntad para que permanecieran los tres juntos.

—Vamos—exclamo la niña marchando a los juegos—¡Están hirviendo!—soltó en un grito al darse cuenta de ese detalle.

—No deben estar tan calientes—bramo él de trenzas tocando el metal que pronto se aparto soltando un gritillo al quemarse—¡Si están calientes!

—Ella ya había dicho que estaban hirviendo, tonto—comentó Rindou empujando sus enormes lentes sobre su nariz—Hace calor, mejor vayamos al árbol.

Entre quejas del más pequeño terminaron debajo de un árbol, los Haitani escalaron y la Takahashi se quedó abajo sentada.

—¡Boo!—vocifero Ran que estaba colgado de cabeza en una rama con sus piernas.

—Ten cuidado o te vas a caer—comento preocupada la chica al verlo.

—No me voy a caer—rió golpeando la frente de la peli negra con sus dedos—Mejor sube, es divertido.

Insegura escaló el árbol sosteniéndose con fuerza, un poco más arriba estaba el de lentes que la miraba tratando de subir, ella al notarlo extendió su mano esperando que la ayudará pero este volteo para otro lado aún resentido por como se conocieron. Infló sus mejillas y siguió sola hasta abrazar el tronco, mirando que él de trenzas estaba sentado como si nada en una de las ramas.

—Fácil—soltó levantándose, caminando para llegar hasta ella y tomar su mano para que se soltara—Hay que sentarnos juntos, tranquila, vamos a ir los dos.

Caminaron sobre la rama tratando de hacer balance para no caerse, llegaron a una parte que Ran consideró estable y se sentaron con cuidado.

—Mira, una mariquita—mostro su dedo donde estaba el insecto—Que linda.

—¿Muerden?—pregunto el menor que estaba una rama más arriba de donde se encontraban.

—Si, hasta pueden arrancarte el dedo—respondió Ran tratando de asustar a su hermano—Ten cuidado Rindou.

La niña quedó con los ojos en blanco al escuchar lo que dijo 

—No es cierto, ¿como puede comerte un dedo una pequeña mariquita?—habló con obviedad dejando ir al animalito en una hoja—Son inofensivas y dicen que son de buena suerte.

𝘽𝙚𝙡𝙡𝙚𝙯𝙖 𝙙𝙚 𝙥𝙧𝙞𝙢𝙖𝙫𝙚𝙧𝙖 || Ran Haitani ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora