Capítulo 2

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Capítulo dos: Ojos rojos.





-Satoko, ya esta bien con esa leña, ven adentró-Pidió mamá esperando mi repuesta.

La observe, estaba en el umbral de la puerta esperando que ingresara a la casa.

-Hoy has hecho más de lo usual-Dijo alegre con una sonrisa de oreja a oreja.

-Y aún falta, no he llevado los panes al pueblo-Deje el hacha juntó a los trozos ya deshechos de madera.

-¡Es peligroso que salgas!, falta poco para que se ponga la luna-Dijo con notoria preocupación.

-Volveré antes de que eso pase-Dije segura de mis palabras-No puedo dejar esos panes echarse a perder.

En esos simples panes habían horas de esfuerzo de mi mamá, se desvelaba por las noches para entregarlos por la mañana pero el malestar del abuelo le impidió salir como todos los días.

Me tocaba a mi ser responsable y ayudarlos.

-Estoy lista-Informé con nerviosismo.

-Me enorgullece tu valentía-Creí ver una sonrisa en su rostro-Cuidate hija mía.

-Lo haré-Durante unos minutos, nos abrazamos con cariño y con fuerza-Vere al abuelo.

Mamá asintió dejándome el paso hacia la habitación del abuelo, camine hacia ella con paso lento.

-Abuelito-Deslice la puerta con lentitud, ahí se encontraba el abuelo en su fotón.

-¿Iras al pueblo?-Asenti ante su pregunta.

Pensar en que la noche se pondría en tan solo unas horas me ponía los pelos de punta, ahora también sabía de la existencia de los demonios.

-Te estaremos esperando aquí-Añadio con dificultad en su voz-Suerte en tu viaje.

-Gracias abuelo, volveré apenas logré vender todo el pan-Rode al abuelo con mis brazos en un abrazó.

-Satoko-Lo observe a sus ojos rojos carmesí-Si oyes algo fuera de lo normal, corre y no te detengan.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escuchar su pedido, aún así asenti.

A los minutos ya había sido despedida por mi madre, caminé por el sendero comenzando a bajar la montaña hacia el pueblo.

Estaba tranquila, había dejado suficiente leña como para que mamá no tenga que exponerse al frío para cortar más, la casa también parecía segura, nadie podría ingresar.

Pero los demonios quizás si, le harían daño a mamá y al abuelo, yo no estaría ahí para ayudarlos.

Debía dejar de pensar negativo, estaría todo bien.

Apresure mi paso, caminaba con confianza.

Sentía como si algo me observará, a pesar de haber revisado los alrededores no había visto nada así que no le preste mayor atención hasta que llegue a el pueblo.

El viaje fue de unas dos horas y media a mi paso, los aldeanos del pueblo aún esperaban por el pan que llevaba todos los días.

-¡Niña!, creí que les había pasado algo, me preocupe-Dijo una señora-¿Tu mamá dónde esta?¿Se encuentra bien?

-Si se encuentra bien, hoy sería mi turno de traer el pan, ¿Quiere comprar algunos?-Seguía los pasos que hacia mi madre al llegar al pueblo, las mismas palabras y preguntas.

-¡Claro que si!, una docena...

Transcurrió el día, había vendido casi todo, habían quedado sólo dos que fueron a parar a mi pancita por el hambre que tenía pero no era mi culpa ¡Los panes que mamá hace son deliciosos!, irresistibles.

Quizás comenzaba asustarme por el hecho de sentir a alguien detrás de mi, la noche comenzaba a ponerse, el sendero se oscurecia.

Suspire intentando tranquilizarme pero me fue imposible, no era la persona más valiente y una de las razones que me impulsaron a comenzar a correr fue el sentir fuertes pisadas detrás de mi.

¿Uno?¿Dos?, no, ¡Eran más!

Correr montaña arriba se me complicaba aún más, no tenía una muy buena condición física pero eso era lo de menos ahora.

Mire por sobre mi hombro de manera rápida, distingui dos figuras oscuras con al parecer ciertas deformidades y otra figura que apenas pude ver.

Estaban a tan solo pasos de mi cuando tropiezo con una rama que estaba pegada al suelo.

Quizás la caída si me salvó de esa cosa, al caer unas garras apenas rasguñaron mi espalda, solté un quejido de dolor.

Pero no logró matarme, agradecí a mis adentros cuando de imprevisto una figura masculina con una Katana cortó la cabeza de las criaturas.

Me levanté de golpe cuando la cabeza ya cortada cayó al suelo a tan solo centímetros de mi.

Ojos perdidos, una sonrisa macabra aún cuando cortaron su cabeza.

-¿Quién eres?-Pregunté en tono alto al desconocido el cual se dejó ver.

Cabello largo pelirrojo atado con un lazo, ojos rojos, pendientes de Hanafuda, haori rojo con un kimono color marron juntó a un enganche de Katana.

Tomé una piedra del suelo con rapidez cuando el sujetó alzó su Katana, la guardo en el enganche, alzó las manos.

-Esta bien, no te hare dañó-Afirmó con una expresión tranquila-¿Estas herida?

-Apenas es un rasguño-Retrocedi un pasó-¿Quién eres?

-Mi nombre es Yoriichi, pasaba por el pueblo cuando noté que te seguían-Comentó Yoriichi.

-¿Y quienes eran ellos?-Al mirar hacia el lugar donde estaban los cuerpos de las criaturas, ellos ya no estaban. Me alarmar al instante y comencé a mirar a los lados-¡N-No estan!

-Se desvanecieron, eran demonios-Quede estática-Este bosque esta lleno de ellos, estan subiendo la montaña.

-¿Qué?-Lo primero que paso por mi cabeza fue la imagen de El abuelo y mamá-¿Devoran gente, verdad?-Yoriichi asintió.

Sin esperar más comencé a correr montaña arriba, si subian la montaña matarían a mamá y al abuelo, la casa era la única sobre esa montaña necesitaba llegar antes para ayudarlos.

Intentaba ignorar el dolor punzante en mi espalda, la tela del vestido y Kimono comenzó a teñirse de rojo, al correr solo me raspaba más.

-¡Oye!-Escuché los pasos acelerados de Yoriichi detrás mío-¡Con esa herida no llegarás muy lejos!-Advirtió.

-¡Debo subir la montaña!-Estaba tan aterrada de pensar en que algo les pudo pasar.

-¿Tu familia esta sobre la montaña?-Pregunto, asenti-Te ayudaré a llegar más rápido.

-¿Tu familia esta sobre la montaña?-Pregunto, asenti-Te ayudaré a llegar más rápido

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Debería haber actualizado ayer pero no me dio el tiempo, lo lamento:(

¡Esperó que les haya gustado!¡Nos vemos!¡Bye!

Mi Camino / Yoriichi TsugikuniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora