Posos de Té y Garras de Hipogrifo

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Cuando Bella, Harry, Ron y Hermione entraron en el Gran Comedor para desayunar al día siguiente. Bella se dejó caer sobre un asiento de la mesa de Gryffindor, junto a George Weasley, que su vez, pasó el brazo por sobre los hombros de Bella.

—Los nuevos horarios de tercero —anunció George, pasándolos.

—¿Sabes, George? —dijo Ron, sentándose al otro lado de George y echando una mirada desafiante a la mesa de Slytherin—. Me parece que a Malfoy no le gusta que abraces a Bella.

George alzó la vista y vio que en aquel momento Malfoy que lo fulminaba con la mirada. Sonrió y le dio un beso en la mejilla a Bella, haciéndole enfadar aún más al Slytherin.

—Ese imbécil —dijo sin con la sonrisa aún sobre sus labios— no estaba tan gallito ayer por la noche, cuando los dementores se acercaron a la parte del tren en que estábamos. Vino corriendo a nuestro compartimento, ¿verdad, Fred?

—Casi se moja encima —dijo Fred, mirando con desprecio a Malfoy.

—Yo tampoco estaba muy contento —reconoció George—. Son horribles esos dementores...

—Se le hiela a uno la sangre, ¿verdad? —dijo Fred.

—Pero no se desmayaron, ¿a que no? —dijo Harry en voz baja, sentándose frente a Fred.

—No le des más vueltas, Harry —dijo George—. Mi padre tuvo que ir una vez a Azkaban, ¿verdad, Ron?, y dijo que era el lugar más horrible en que había estado. Regresó débil y tembloroso... Los dementores absorben la alegría del lugar en que están. La mayoría de los presos se vuelven locos allí.

—De cualquier modo, veremos lo contento que se pone Malfoy después del primer partido de quidditch —dijo Fred—. Gryffindor contra Slytherin, primer partido de la temporada, ¿se recuerdan?

La única ocasión en que Harry y Malfoy se habían enfrentado en un partido de quidditch, Malfoy había llevado las de perder. Un poco más contento, Harry se sirvió salchichas y tomate frito.

Hermione se aprendía su nuevo horario:

—Bien, hoy comenzamos asignaturas nuevas —dijo alegremente.

Bella no quería ni recordar el estrés que tendría durante ese curso.

—Hermione —dijo Ron frunciendo el entrecejo y mirando detrás de ella—, se han confundido con tu horario. Mira, te han apuntado para unas diez asignaturas al día. No hay tiempo suficiente.

—Ya me apañaré. Lo he concertado con la profesora McGonagall.

—Pero mira —dijo Ron riendo—, ¿ves la mañana de hoy? A las nueve Adivinación y Estudios Muggles y... —Ron se acercó más al horario, sin podérselo creer—, mira, Aritmancia, todo a las nueve. Sé que eres muy buena estudiante, Hermione, pero no hay nadie capaz de tanto. ¿Cómo vas a estar en tres clases a la vez?

—No seas tonto —dijo Hermione bruscamente—, por supuesto que no voy a estar en tres clases a la vez.

—Bueno, entonces...

—Pásame la mermelada —le pidió Hermione.

—Pero... Oye, Bella, tu horario tampoco va de perlas —dijo Ron—. ¿Cómo le harás con todas?

Bella se encogió de hombros. Justo en ese momento se estaba arrepintiendo de haber elegido todas esas para ese curso.

En ese momento entró Hagrid en el Gran Comedor. Llevaba puesto su abrigo largo de piel de topo y de una de sus enormes manos colgaba un turón muerto, que se balanceaba.

Bella Price y El Prisionero de Azkaban©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora