El Beso del Dementor

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Bella no había formado nunca parte de un grupo tan extraño. Crookshanks bajaba las escaleras en cabeza de la comitiva. Lupin, Pettigrew y Ron lo seguían, como si participaran en una carrera. Detrás iba el profesor Snape, flotando de manera fantasmal, tocando cada peldaño con los dedos de los pies y sostenido en el aire por su propia varita, con la que Sirius le apuntaba. Bella, Harry y Hermione le seguían y Minorka, su tía, cerraban la marcha.

Fue difícil volver a entrar en el túnel. Lupin, Pettigrew y Ron tuvieron que ladearse para conseguirlo.

Lupin seguía apuntando a Pettigrew con su varita. Bella los veía avanzar de lado, poco a poco, en hilera. Crookshanks seguía en cabeza. Harry iba inmediatamente detrás de Sirius, que continuaba dirigiendo a Snape con la varita. Éste, de vez en cuando, se golpeaba la cabeza en el techo, y Bella tuvo la impresión de que Sirius no hacía nada por evitarlo.

—¿Sabes lo que significa entregar a Pettigrew? —le dijo Minorka a Bella bruscamente, mientras avanzaban por el túnel.

Bella se detuvo un segundo, puesto que no se esperaba que ella le hablase. Luego siguió caminando, junto a ella.

—Que el señor Black quedará libre —respondió Bella.

—Sí... —dijo Minorka—. No sé si te lo ha dicho alguien, pero yo soy tu tía y Sirius es tu padrino.

—Sí, ya lo sabía —respondió Bella, sonriendo con timidez.

—Bueno, tus padres nos nombraron tus tutores —dijo Minorka solemnemente—, por si les sucedía algo a ellos... —Bella esperó. ¿Quería decir Minorka lo que ella se imaginaba?—. Por supuesto —prosiguió Price—, Te irás a vivir conmigo. Comprendo que esto sea tan abruptamente rápido para ti. Pero... medítalo.

A Bella se le encogió el estómago.

—¿Qué? ¿Vivir contigo? —preguntó, golpeándose accidentalmente la cabeza contra una piedra que sobresalía del techo—. ¿Abandonar a los Reynolds?

—Claro, soy tu tía y ya es hora de que vivas conmigo —dijo inmediatamente Minorka—. Vivirás como siempre debió ser. Vivirás la vida que debiste de haber vivido siempre.

—¿Y qué pasa con los Reynolds? —preguntó Bella. No era como si les importaran, pero después de hacer vivido toda su vida con ellos debía saber qué pasaría. ¿Podría irse sin problemas? Ya sabía que los Reynolds disfrutaban haciendo su vida miserable y, por solo hacer ese vil acto, no la dejarían ir del número 5 de Privet Drive.

—Que se pudran —dijo Minorka simplemente.

A Bella se le escapó una risita por lo bajo.

Estaba comenzando a ver a su tía como la mujer más genial del mundo. Decía las cosas sin importarle nada. Era tan diferente de a Bella...

—¿Tienes casa? —preguntó Bella, mordiéndose el labio con nervios—. ¿Cuándo me puedo mudar?

Bella vio que, frente a ellas, Sirius se volvió hacia Harry. Parecían estar hablando. La cabeza de Snape rascó el techo, pero a Sirius no le importó.

—¿Qué dices? —dijo Minorka, ofendida—. Los Price no vivimos en casa, niña.

—¿Ah, no? —dijo Bella, jugando con sus dedos. Se sentía tan ignorarte en ese justo momento.

—Los Price vivimos en mansiones —dijo Minorka, con un aire de orgullo que Bella pudo percibir perfectamente bajo ese rostro de inexpresión—. Tú conocerás la Mansión Price, algo que por derecho es tuyo.

—¿Una mansión? —dijo Bella perpleja.

En el rostro terso de Minorka se dibujó la primera sonrisa auténtica que Bella había visto en ella. La diferencia era asombrosa, como si una persona diferente se hubiera cambiado con su tía en solo cuestión de microsegundos.

Bella Price y El Prisionero de Azkaban©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora