Capítulo 9: ¡DEMANDA RECHAZADA!

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Al llegar la comisaria, Nora se detuvo un momento y por su rostro pude notar que estaba analizando la situación y no estaba segura de lo que iba a hacer. Toqué su hombro con delicadeza intentando animarla a lo que sea que fuese a hacer. Tras unos segundos de inhalar y exhalar la chica tomó valor e ingresó al establecimiento y tras ella iba yo.

-¡Buenas tardes, señor Fric! -saludó con una gran sonrisa, sin embargo, la misma despareció al ver que el hombre simplemente la ignoró.

No había nadie más que él en aquel lugar, afuera no habían patrullas por lo que asumí que estaban de turno el resto de oficiales y el único presente no quería cooperar con Nora.

-Habla de una vez y lárgate después. -ordenó con un tono molesto.

-Señor Fric, me gustaría poner una demanda. -las manos de Nora comenzaron a temblar.

-¿A quién vas a meter a prisión esta vez, Nora? Parece que ese es tu pasatiempo favorito. -en ningún momento la miró a la cara, su mirada se mantuvo entre las muchas hojas que tenía en sus manos.

-Quisiera demandar a Sylvia Klinger por invasión a propiedad privada y por invasión a la privacidad. -su voz salía temblorosa, noté que sus manos estaban tan sudorosas que las secaba cada que podía en su ropa.

Este tipo le inspira miedo pero... ¿Porqué? Cuando el hombre por fin la miró, la examinó de pies a cabeza y para terminar le lanzó una mirada de desprecio. Estuve analizando la situación por algunos minutos y el apellido del oficial me sonaba de alguna parte. Me parece haberlo escuchado pero suelo olvidar las cosas con rapidez que se me esta dificultando recordar de donde.

¨Claro, Fric, es el apellido del hombre que injustamente dejó libre a Gertrudiz en aquellos años y si mal no recuerdo, es el mismo apellido de la ex-pareja de Nora. Ella mencionó que era un hombre mayor que ella, existe la posibilidad que sea la misma persona.¨, me hundí en mis pensamientos por un momento hasta que escuché; ¡DEMANDA RECHAZADA!

-Espere... ¿Qué? -pregunté alzando la voz. 

-No hay ni que mencionar los motivos por los cuales es rechazada. -se cruzó de brazos mientras nos observaba con aires de superioridad.

-Explíqueme, ¿Porqué? Nora cuenta con pruebas. ¿Porqué se rechaza la demanda? -a estas alturas estaba completamente enfadado. 

No podía creer que la injusticia y el mal servicio de los establecimientos públicos se mantuvieran por años en Saale. 

-No puedo creer que por una relación que no funcionó por ¨SU¨culpa sea impedimento para que alguien pueda ejercer su derecho como ciudadano. -alcé mi voz tan alto que parecía que estaba gritando. 

-Déjalo así, Nathan, vamos a casa. -murmuró mientras jalaba mi mano para que la acompañara.

-¡Sí, lo mejor es que se vayan tú, maldita zorra y tu noviezucho! -gritó tras señalar la entrada al establecimiento.

-¿Está el superior de este hombre aquí? -grité manteniendo mi postura frente a él.

La puerta de madera que estaba justo detrás del hombre se abrió y de ella salió un hombre más joven de aparentemente unos treinta años, bien vestido con una placa de alto rango en el bolsillo delantero de su saco. Me observaba con una expresión seria.

-¿Pasa algo? -su expresión cambió totalmente al ver a Nora. -Oh, Nora. ¿Qué te trae por aquí? -podía notar la picaría en su sonrisa, luce tal cual un depredador a punto de cazar a su presa.

La chica movió sus labios para comenzar a hablar e inmediatamente la interrumpí, no estaba listo para ver como coqueteaban con ella. 

-Ella viene realizar una denuncia y este señor acá presente ha rechazado su solicitud sin siquiera realizar el papeleo. -me acerqué rápidamente a Nora y la rodeé con mi brazo.

-Verás, pequeña, ya sabes que el papeleo suele ser tedioso tanto para el demandante como para nosotros. Entonces... ¿Ya hablaste con la persona que quieres denunciar? ¿O intentaste llegar a un acuerdo con esa persona? -bajó un poco la cabeza aún manteniendo su mirada fija sobre Nora.

-De hecho, sí, Sylvia Klinger no quiere ceder a ningún acuerdo. -comentó ella con autoridad, verla de esta manera hizo que mi corazón se acelerara. -Voy a proceder con la demanda. -dijo con voz impostada, la misma que siempre había sonado dulce y suave.

-Ay dios, esa mujer no para de meterse en problemas. ¿No crees que le hace falta un marido que la ponga en su lugar? -cuestionó él con una gran sonrisa en su rostro.

-Una mujer no necesita de un hombre para mejorar o empeorar sus actitudes, que mal pensamiento, Ewald, esperaba más de ti. -se cruzó de brazos frente a él.

¨Nora, por favor, hazme tu esclavo, soy todo tuyo, pegame si eso quieres¨, mis pensamientos provocaron que riera incontrolablemente aun en la situación en la que estaba.

-¿Te parece gracioso? -su mirada se clavó en mí, intentaba intimidarme con ella pero de ninguna manera lo logró.

-Oh, no amigo, ayuda a Nora con su demanda, yo sólo estaba recordando algo gracioso. Sigue en lo tuyo. -afirmé intentando contener la risa, al fin y al cabo el dinero no me hace superior y debo respetar a los demás.

Rodó los ojos y volvió a entretenerse con Nora, al menos esta vez si le darían la oportunidad de demandar a su vecina acosadora. Aunque el hombre a leguas demostraba cuanto quería tener a Nora en su cama y sería capaz de complacerla con tal de lograr su objetivo. 

Podía notar que el hombre de atrás, ardía en furia estaba rojo por completo, se notaba en su mirada que deseaba hacer algo al respecto, sin embargo, no iba a ser posible porque el hombre frente a él es su superior. ¿Cómo podía ser superior a un hombre que lucía y al parecer era mayor que él? Pues... Está más que claro que los jóvenes de hoy en día se esfuerzan más y los padres se esfuerzan para que ellos tengan mejor futuro. Aunque no para todos funciona de igual manera, algunos padres que nunca tuvieron nada, prefieren que sus hijos pasen por la misma dificultad que ellos.

En este caso, el hombre Fric se atascó en ese puesto y creyó que eso sería suficiente para su vida por otro lado, el tal Ewald decidió superarse y ahora está en un buen puesto con un rango alto. Cada persona tiene la capacidad de decidir que desea hacer con su vida y hasta donde está dispuesto a llegar, he aquí un ejemplo de dos personas con metas similares pero diferentes esfuerzos y mentalidades.

-¡Listo! -exclamó la chica tras algunas horas de espera para completar el papeleo.

-Bien, ¿Qué haremos ahora? -sonreí levemente esperando su respuesta, ya tenía algo en mente.

-Pues... Vamos a casa. -asintió mientras mantenía un expresión pensativa.

-¿Te gustaría salir conmigo? -estiré mi mano esperando que ella aceptara colocando la suya sobre la mía.

-Claro. -hizo lo que esperaba que hiciera mientras sonreía.

Ambos comenzamos a caminar en busca de algún restaurante, no fue fácil pero lo conseguimos, Saale al ser un pequeño pueblo, el encontrar un buen restaurante era casi un reto. Al llegar al lugar no pude evitar sentirme como en una película romántica, el restaurante tiene un aspecto rústico, paredes, postes, mesas y sillas, todo aquí es de madera con vista al espeso bosque iluminado por la luz de la luna la cual aún no estaba en su punto más alto. Las luces led le dan un toque especial y lo mejor de todo, en el lugar hay todo tipo de comida. 

-¿Sabías que este lugar ha estado aquí por años? -me sonrió para luego centrar su mirada en el maravilloso paisaje que ya hacía frente a nosotros.

-No, nunca lo había visto. -me acerqué y susurré a su oído.

-Cuando era pequeña solía venir aquí cada fin de semana con mis padres, era entretenido y la comida muy deliciosa. ¡Y todavía lo es! -afirmó con emoción.

-Claro, te creo. -sonrío inconscientemente mientras la observo, luce tan hermosa bajo la luz de la luna.

¨Estoy seguro que ella es para mí¨, pensé mientras mantenía mi mirada sobre ella.

El hombre de la máscaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora