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2 a̸ñ̸o̸s̸ d̸e̸s̸p̸u̸e̸s̸

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2 a̸ñ̸o̸s̸ d̸e̸s̸p̸u̸e̸s̸...

— ¡Maldita sea, Ranger!

Fue la queja que se escuchó desde la habitación de Niki.

Sunoo; que se encontraba lavando la ropa de ambos, corrió hacia el lugar sólo para encontrarse a su -ya no tan pequeño- cachorro mordisqueando uno de los zapatos de vestir que Niki usaba para trabajar.

— ¡Te pedí que le enseñaras a dejar mis cosas en paz! ¡Mira lo que hizo! -Seguía quejándose mientras señalaba al perro.

Sunoo suspiró profundamente, Ranger tenía la mala costumbre de entrar al cuarto de Niki y "jugar" con sus zapatos. A pesar de que Sunoo había intentando muchas veces educarlo para que no lo hiciera, Ranger parecía tener cierto odio por los zapatos de Niki, que siempre los mordía.

— ¡Ranger, ya deja eso! -Gritó el peli rosa.

Inmediatamente, el animal dejó el zapato y corrió hacia él, donde con su hocico, acarició la pantorrilla desnuda del más alto. Como queriendo decir, "Discúlpeme, amo"

—Me comprarás un par nuevo. No puedo ir  al trabajo mañana con eso. -Señaló los zapatos completamente inservibles.

— ¡Pero Niki! -Protestó indignado. — ¡Ya sería el tercer par en este mes y tus gustos no son baratos!

—Eso te pasa por no educar a esa bestia. -Señaló con su dedo acusador al perro.

Sunoo resopló enojado. Amaba a su mascota pero las travesuras en contra de su amigo se hacían cada vez peores, y por supuesto, él tenía que pagar los daños.

—Ven conmigo, Ranger. -Dijo molesto.

Sunoo caminó a su propio cuarto a paso fuerte y con las manos hechas puño, estaba furioso, y aunque hablaría con su perro, tenía la más leve esperanza de que este por fin entendiera su punto. Así lo tacharan de loco por hablar con un animal.

Por otro lado, el cachorro estaba asustado. Jamás había visto a su amo rojo del coraje, tenía miedo que le pegara o en el peor de los casos, que lo echara. Él amaba a sus dos dueños, pero con Sunoo tuvo una fuerte conexión desde que lo rescató. A Sunoo jamás le hacía travesuras por lo que sus instintos eran saciados con las cosas de Niki.

Sunoo se sentó en el piso y Ranger quedó frente a él. También sentado en sus patas traseras.

—Escucha, Ranger. Lo que acabas de hacer estuvo muy mal. Sabes perfectamente que no puedes jugar con las cosas de Nikk. -El animal agachó sus orejas. —Para eso te compramos juguetes. Para eso te sacamos de paseo todos los domingos, eres un consentido. No te falta nada y ¡no puedes entrar al cuarto de Niki a destruir sus zapatos! -Dijo exaltado.

El cachorro chilló miserablemente. Entendiendo perfectamente a su humano, pues parte de él tenía el raciocinio de uno. Comprendía que no debía jugar con las cosas de su amo Niki, pero no lo podía evitar.

—Mira, no te quiero castigar, pero no me dejas otra opción. -Sunoo se puso de pie y enganchó la correa en su cuello peludo. —Dormirás en la calle hasta que aprendas.

Pero el cachorro, asustado y arrepentido, chilló más fuerte y se negó a seguir a su amo.

Opuso resistencia y Sunoo tuvo que luchar contra su fuerza. A pesar de sólo tener dos años, el animal había crecido mucho y tenía el aspecto de un casi lobo, pues su pelaje abundaba y era de un color tan negro como la oscuridad, lo único que resaltaban eran sus únicos y grandes ojos azules, además de que parecía tener fuerza bruta, pues Sunoo no lo podía mover.

— ¡Ya basta Ranger! -Regañó cansado. —Si no quieres que te castigue, entonces compórtate.

Y lo siguiente que pasó. Sunoo jamás, ni en sus más locos sueños, hubiera imaginado.

En menos de un segundo, ese enorme perro negro, se había convertido en un humano, un chico que tenía el cabello hasta los hombros y era de color negro. Su cuerpo desnudo tenía un porte musculoso y su rostro parecía aniñado, como si tuviera unos diez años, pero esa altura que sobrepasaba a Sunoo, le daba a entender lo contrario.

Cuando Sunoo se encontró con su mirada. El aire se atascó en sus pulmones. El hombre tenía unos grandes y brillantes ojos azules que lo miraban con temor.

—Por favor no me eches. -Suplicó con voz ronca. —No lo volveré a hacer.

Pero entonces, Sunoo se había desmayado.

Pero entonces, Sunoo se había desmayado

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My Sweet WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora