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—Hoonie, contrólate

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—Hoonie, contrólate. -Pidió Sunoo mientras hacía el arroz.

Era un viernes por la noche y Ni-ki se había ido de fiesta con su novia, lo que le permitió a Ranger volver a ser Sunghoon y acompañar a su bello Sunoo en la tarea de cocinar.

Pero...

El humano olía tan bien que no podía evitar olfatearlo y dejarle pequeñas, muy pequeñas mordidas en su cuello.

Escuchaba la risita de Sunoo cada vez que sentía su respiración en aquella zona tan sensible.

Sunghoon estaba contento porque por fin, en dos años, podía estar como realmente él quería al lado de su bello Omega.

—Ddeonu~ Ddeonu ~ -Canturreaba el alfa tiernamente para que el mencionado le prestara atención.

—Oh por Dios. - Sunoo dejó de picar la verdura al ver que su lobo hacía una especie de puchero y lucía tan pequeño que le estaba costando no lanzarse sobre él y comérselo a besos.

Sunghoon infló sus mejillas y se balanceaba de un lado a otro, se veía tan bebé con su enorme hoddie amarillo y unos pantalones de chándal.

—Es que Sunnie no me hace caso. -Respondió con el puchero.

Sunoo se sonrojó y llevó sus manos a las mejillas del enorme alfa, las apretó y escuchó el chillido de queja por parte del menor, pero eso sólo le resultó dulce.

—Eres un bebé grande, tan lindo. - Sunoo besó la punta de su nariz y se volteó, siguiendo con su tarea.

Mientras tanto, Hoon estaba rojo como un tomate, esa muestra de afecto le aceleró el corazón.

Se sentó en un taburete y observó como el peli rosa tenía una sonrisa pequeña adornando su rostro, al parecer su estado de ánimo había mejorado gracias a su intento de ternura.

Él sólo había imitado los mismos gestos que Sunoo hacía cuando quería algo de Ni-ki. Y le había funcionado.

—Dime Hoonie, ¿cómo era tu vida en las montañas? -Preguntó después de probar la carne.

—Sólo puedo describirla con una palabra: libertad. -Respondió con una sonrisa melancólica. —Podía correr cuanto quisiera, jugar con los demás, cazar por las noches, entrenar con mi padre.

Sunoo notó el brillo en los ojos de su lobo, era muy lindo cuando hablaba de su mundo. 

—...Entonces, al encontrar un ardilla, sólo quería jugar con ella, pero esta huyó de mí, luego, Jake y Jay se burlaron de mi mala suerte. -Terminó con otro puchero.

—Bueno, ¿quién no huiría de un Lobo? -Comentó con gracia.

— ¡Pero yo sólo quería jugar! -Replicó enfurruñado.

Sunoo sonrió encantado, Hoon sólo tenía dieciocho años, era comprensible que siguiera comportándose como un bebé.

— ¿Quieres regresar con ellos? -Preguntó suavemente.

Y esa pregunta dejó a Hoon con muchas emociones. Quería, por supuesto que sí, pero quería irse junto a Sunoo, y sabía que él no dejaría su cómoda vida por una rústica y lejos de la sociedad. Además, él ya se estaba acostumbrando a vivir como los humanos...

—No lo sé. -Respondió con un deje de temor.

Para Sunoo eso fue suficiente. Se puso de pie y abrazó al menor, dejando su cabeza sobre su pecho.

—No te angusties. -Dijo mientras acariciaba su sedoso y suave cabello negro. —Supongo que aún no es el momento para que tomes esa decisión.

Sunghoon abrazó con fuerza la delgada cintura y escondió su rostro en el cuello del peli rosa, embriagándose del exquisito aroma de su Omega.

¿Cómo podría describir la maravillosa sensación al estar entre sus brazos?

Él lo llamaría: hogar. Porque eso era Sunoo para él, su hogar.

—Es hora de comer, mañana aún tengo que trabajar, pero volveré temprano, así podemos ir a un bosque que está cerca del zoológico. -Mientras hablaba, seguía con sus suaves caricias en el cabello y la nuca, deleitándose del ronroneo que emitía el lobo contra su garganta.

—Hueles muy rico... -Dijo en tono ronco al pasar su nariz a lo largo del cuello, apretando un poco más la cintura. Sus colmillos picaban y los rozó con cuidado sobre la dulce piel. —Tu fragancia me hace sentir tranquilo...

Sunoo estaba muy rojo ante aquellos comentarios. Pero sentir la calidez del cuerpo de su Lobo lo envolvía en un mágico ambiente.

Lo abrazó más fuerte, los dos queriéndose fundir con el otro, Sunoo no lo sabía, pero esa sensación de paz que lo dominaba, esa intensa necesidad que estaba experimentando por sentir el tacto del chico, se debía a que su alma reconocía a su Alfa.

Sunoo también era un Lobo, pero al criarse en una familia de puros humanos y que éstos fueran cazadores, desde la tierna edad de un año, sus padres mezclaron en la leche una sustancia que provocó que su Lobo interno cayera en un sueño profundo. Lo que derivó en que él fuese ignorante de su verdadera naturaleza durante toda su vida.

Hasta hoy, que su Omega empezaba a despertar gracias a la presencia de su Alfa.

Hasta hoy, que su Omega empezaba a despertar gracias a la presencia de su Alfa

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My Sweet WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora