Temporada Uno. Capítulo 14.

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“Buenas tardes.. ¿Usted es el abogado que me representará?.” El hombre sonrió falsamente, mientras miraba el cuerpo del chico, sin una pizca de discreción.

“Buenas tardes.. Así es, espero no tenga ningún inconveniente.” El pelirrojo miró como su amiga se aproximaba, ella estaba junto con su hermana, ambas reían, como si estuviese escuchando el mejor chiste.

“¿Le gusta una de ellas?.” Pregunto el hombre mirando a las mismas mujeres que el menor, solo que el pelirrojo las miraba con diversión, pensando en lo que su amiga le está diciendo a su hermana.

En cabio, el sujeto, estaba imaginando a ambas mujeres, pero no en parque, ni en el cine, estaba viéndolas como aquella mujer que dejó morir, uno de sus fetiches sexuales, quería cumplirlos con aquellas chicas, que a su vista, eran hermosas, así que no dejaría que un niño se les acerque.

“Creo que es momento de entrar, señor.” Claro, el menor no es tonto, al mirar al hombre, se dió cuenta de que las miraba de una forma muy pervertida.

Y al momento en el que ellos estaban por entrar, la hermana del pelirrojo aventó a su amiga, haciendo que ella se estampara en el piso, justo en medio de ambos, del hombre acosador, y del pelirrojo.

“Oh, permítame ayudar..” El pelirrojo interrumpió al hombre, antes de que él toque a su amiga, el menor ya estaba levantando de una forma brusca a Diana.

“No pueden jugar aquí, hermana, mándale un mensaje a tu esposo, él debe de estar contigo, y tú, querida amiga, no te alejes de ella.” Diciendo aquello, entro al juzgado con el hombre, el pelirrojo no dejaría que toquen a las mujeres más importantes en su vida.

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“No Darian, estos documentos ya no sirven, debes de renovarlos, y también debes de acomodar esos que están en esa caja, de paso limpia mi escritorio y trae un café.” Darian estaba fastidiada, ella solo quería ser la esposa de su jefe, ya no quería trabajar, quería vivir con lujos sin esfuerzo alguno.

“Agh.. Maldito mocoso, no acomodo esos papeles y yo lo mandé a eso, es todo un inútil.” Dijo la peliblanca en un susurro, no quería que su jefe la escuchará.

[....]

“Amor, ese hombre dió muy mala espina, deberías ver al chico, ya estoy mejor.” Decía la esposa de Ralf, él tan solo asintió, realmente no quería dejar a su preciada esposa, pero ella tenía razón.

“En ese caso, iré.” La beso dulcemente, acariciando suavemente su cintura, como si en cualquier momento se fuese a romper.

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Hasta la muerte mi querido Isaza...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora