El final de un ocaso de primavera adornaba la falda de la pequeña peonia que florecía en el regazo de la lagrima de la muerte; sus manos ya no eran iguales, solo acogían dolor y sufrimiento, pero, sus ojos aún tenían ese brillo infernal aquel que impacientemente aniquilaría cada parte de tu ser. Sus labios rosáceos resplandecían más que nunca, pues ella no caería tan fácil como muchos estiman; ella sería capaz de tomar las filosas tijeras a su lado para así aniquilar la pobreza en su ser y nacer una vez más...
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Relatos de un loco
PoetryEn ese momento vi un ciervo mordiendo la pierna de un león y me dije: "¡vaya! este mundo cada vez está más cuerdo" saque el cuchillo de su garganta, bebí un poco más de su sangre y le besé por última vez...