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Kojiro observó detenidamente la gigantesca puerta bañada en oro, era incluso más grande de lo que él podía recordar.

Y es que habían pasado tantos siglos desde la última vez que estuvo ahí.

Se sentía extraño.

La gran puerta entonces se abrió, mostrando una amplia habitación iluminada, y unos cuantos zorros blancos también.

Kojiro prosiguió y entró en esta.

Después la puerta se cerró.

—Vaya, vaya, miren a quien tenemos aquí —habló Inari desde su trono y mostando una sonrisa burlona —No esperaba verte, rey Kojiro.

—Hola, preciosa. ¿cómo estás? —preguntó Kojiro con una sonrisa igual de burlona —No, mejor no me respondas. Puedo ver con claridad que estás de maravilla.

—Así es. Pero al parecer tú no tanto... ¿o me equivoco?

—Pues no, no te equivocas. Claramente no lo estoy. Y tú sabes muy bien el por qué.

—¡Oh! ¿De verdad?

—Así es —aseguró con tono fuerte y firme —Me parece hasta cínico que lo preguntes, Inari.

Mi hijo no estará contigosentenció la diosa con una mirada fría y dura —Tiene prohibido estarlo.

—¡Ja! ¿Prohibido dices? —levantó una ceja — No puedes prohibirle tal cosa. Él es el dueño de su propia vida. Y tú, como su madre, no puedes interferir en su libre albedrío.

—El libre albedrío son creencias humanas, estúpidas creencias si me lo preguntas. Y mi hijo no es ningún ser humano. Es un espíritu zorro, un principe y un líder. Su deber y su vida es por y para su clan.

Kojiro no respondió ante eso, solo frunció el ceño con disgusto y enojo.

Inari, al ver su reacción, soltó una risita. Luego se levantó de su trono y se acercó al ogro; rodeándolo con sus brazos en el acto.

Kojiro la miró confundido y frunciendo más el ceño.

"Qué Diosa tan descarada..." pensó.

—Tengo fé de que Adam será un buen esposo para Kaoru —susurró en su oído —Él, a diferencia de ti, no está involucrado sentimentalmente con mi hijo. Es un líder hecho y derecho, con sus obligaciones bien claras.

—¿De verdad prefieres que tu hijo se case con ese sujeto que no lo ama? —preguntó, alejando a la diosa de su cuerpo —¿De verdad prefieres que viva el resto de su vida sin amor?

Así es —afirmó la diosa —Los sentimientos como el "amor" no son propios de un zorro, solo interfieren en su deber como líder.

—Dices eso como si ya lo hubieras experimentado. No me digas que tú...

¡No te atrevas a decirlo, ogro! —exclamó alterada la diosa, sorprendiendo tanto al ogro como a los zorros que custodiaban la habitación.

—¿Por qué no? —preguntó curioso Kojiro—¿Acaso estoy en lo cierto?

—N-No, no lo estás —respondió con un ligero sonrojo en sus mejillas. Sonrojo que no fue desapercibido por Kojiro —Así que... si no tienes nada más que decir... te puedes ir, ogro. —le dio la espalda y caminó de regreso hacia su trono —No quiero que sigas malgastando mi valioso tiempo.

—Oh no, linda. No tengo nada más que decir —dijo con una media sonrisa —Solo he venido hasta aquí para advertirte que recuperaré a Kaoru y nadie, incluyendote, lo impedirá.

—Oh ¿eso crees?

—Sí. Kaoru volverá conmigo. Y si tengo que pelear contra Adam, o contra su clan, o contra tí, lo haré —retó Kojiro, mostrando seguridad en sus palabras.

Inari, en cambio, lo miró asombrada. El ogro era una criatura fascinante. Igual de fascinante que su padre...

—Haz lo quieras, ogro —respondió con indiferencia —Pero solo te diré una última cosa —añadió —Si de verdad amas a mi hijo, no arriesgues tu vida por él. No mueras estúpidamente como tu padre.

Kojiro también la miró sorprendido, no esperaba escuchar eso. Además, el rostro que había puesto era uno lleno de dolor y de nostalgia.

—Inari... ¿Acaso tú...?

—No diré nada más, así que vete ya —le ordenó.

Kojiro, sin quejas u objeciones, acató la orden de la diosa y salió de la habitación.

Los rayos del sol lo recibieron a la salida, avisándole que ya había amanecido.

Kojiro sonrió con determinación.

—Kaoru, mi hermosa flor, voy en camino —dijo antes de partir hacia el clan de los zorros.

(...)

—Tadashi, ¿ya convocaste a todo el clan de Kaoru?

—Sí, Ainosuke-sama, ya lo hice —respondió la serpiente.

—Perfecto... —Adam sonrió —Todo va de maravilla. Lo único que falta es que mi prometido termine de arreglarse. Y luego daremos inicio con la ceremonia

—¿La diosa Inari no vendrá?

—No, no lo creo. Pero no es como que me importe mucho —respondió con simpleza y acomodándose su kimono azul marino —Me casaré con su hijo, no con ella.

—Si le soy sincero, aún me parece increíble que la diosa aceptara con tanta facilidad su unión con el príncipe.

—Bueno, ella hubiera aceptado a cualquier espíritu o demonio como pareja para su hijo. Menos a un ogro, claro —dijo mientras agarraba un copa de vino que se había servido —Yo solo jugué bien mis cartas.

—¿Se refiere a lo que sucedió con el padre del rey ogro?

—Así es. Pocos saben sobre el amorío que tuvo la diosa kitsune con el padre de ese ogro... Sucedió mucho antes de que ellos dos nacieran. Curioso, ¿no?

(...)

Kaoru se observó por última vez en el espejo de su habitación. Se observaba con asco y con tristeza. Aún no podía creer que se casaría con ese sujeto. Se casaría con la última criatura que hubiese pensado en contraer nupcias. Y eso solo le daba asco y tristeza.

Langa, uno de los zorros al cual entrenaba, lo había ayudado con su kimono y con su peinado. El joven zorro era de los pocos en su clan con el que podía contar. Era callado y reservado, pero también dulce y atento. Tal y como lo había sido Reki con él.

—Su alteza, ya todo está listo —dijo Langa, inclinándose —Ya podemos bajar.

Ya todo está listo...—repitió lo que le dijo el otro zorro, pero con angustia en su voz.

Su infierno lo estaba esperando...

Continuará...

Take the chance for romance, take my heart Donde viven las historias. Descúbrelo ahora