Uno

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Saboreaba el vino en su paladar con desgana, aburrida y esperando que tomar la copa con lentitud, la hiciera perder el suficiente tiempo que no quería desperdiciar en casa. Irónicamente perdiéndolo en aquel restaurante lujoso.

También le gustaba las miradas que recibía, sean alagantes o críticas, su ego se alzaba al saber que robaba la atención de las personas. A propósito movió su rubio cabello a un lado, dejándolo todo sobre un hombro, para que su largo cuello esté a la vista, más el arete plateado que caía y lucía sofisticado. Haciendo todo al simular tener calor, aunque sabía que esa era una pose atractiva de ella, y no ocultó su sonrisa cuando algunos levantaron la vista para mirarla.

Continuó mirando el vino en su copa, jugando con él para no verse interesada alrededor, en busca de más motivos para no abandonar el lugar aún, suspirando por sentir que no había aprovechado al máximo su belleza esa noche, luego de haberse tomado la molestia de arreglarse como le gustaba.

- ¿Cuentan con una reservación? - escuchó preguntar al recepcionista. Volviendo a enderezarse en su lugar, porque se había puesto cerca de la entrada del lugar, especialmente para que la vieran.

- Sí - dió un respingo por reconocer la voz -, soy Jeong Jinsol.

Soltó una risa burlesca. Sabía que había dicho su nombre a propósito, para Jungeun levante la cabeza. Y como lo dedujo, al encontrarse con su mirada, la pelinegra le sonrió devuelta.

Venía acompañada de quién sabía, era su esposo, aparente lo suficientemente cegado de amor y de la belleza de su mujer.

Aún cuándo un mesero les pidió seguirles para ir a su mesa, Jinsol no desprendió sus ojos de ella, como si se estuviese comunicando. Jungeun sintió todo un escalofrío subirle de pies a cabeza, acelerando levemente su ritmo cardíaco. Disfrutaba esa sensación, parecía estar borracha sin la necesidad de alcohol.

Esperó un poco más en su sitio, con burla al recordarse a sí misma, unos años atrás, en ese mismo restaurante.

Era una fría noche de invierno en la ciudad, cuando los padres de Jungeun y Jinsol, decidieron reunirse en una cena de negocios. Ambas familias, conocidas en el mundo empresarial, buscaban fortalecer sus lazos laborales y promover futuras alianzas.

El elegante restaurante estaba repleto de personas importantes. Jungeun, se sentía abrumada por el bullicio y la presión social. Con cada minuto que pasaba, su ansiedad aumentaba y su deseo de escapar crecía más y más.

Decidió que necesitaba un momento a solas y se disculpó con educación antes de dirigirse al baño. Esperaba que las cuatro paredes del pequeño cubículo le proporcionaran la paz y la tranquilidad que tanto anhelaba.

Una vez dentro del baño, Jungeun cerró los ojos y respiró profundamente, intentando calmarse. Fue entonces cuando escuchó la puerta del baño abrirse. Al abrir los ojos, se encontró con Jinsol, una chica extrovertida y segura de sí misma que también había buscado un escape de la multitud.

- ¡Vaya, qué casualidad encontrarte aquí! -dijo Jinsol con una sonrisa coqueta- ¿Sabes? Estaba esperando este momento para hablar contigo.

Jungeun, sorprendida por la franqueza de aquella chica de cabello largo y negro, replicó tímidamente: -Lo siento, ¿nos conocemos?

Jinsol, con una sonrisa juguetona en su rostro, le pidió a Jungeun un labial. Atónita, Jungeun tartamudeó: -Lo siento, no traje mi bolso.

Una risa divertida escapó de los labios de Jinsol, mientras deslizaba su mano en el bolso de cuero negro que llevaba colgado en su hombreraella, rápidamente tomó un lápiz labial rojo y se aplicaba un poco. Pero, antes de regresarlo a su bolso, se volvió hacia Jungeun y le dio un rápido beso en los labios, dejando una marca de labial en la comisura de su boca.

-¡Te dejo un recuerdo! -dijo Jinsol, entregándole un papel con un número de teléfono escrito -. Si alguna vez necesitas devolverme el beso, ya sabes cómo encontrarme.

Antes de que Jungeun pudiera procesar lo que acababa de suceder, Jinsol desapareció del baño tan rápido como apareció. Jungeun quedó paralizada, sosteniendo el número de teléfono en su mano temblorosa.

Después de unos minutos de silencio desconcertante, Jungeun guardó el número de teléfono en su bolsillo y se lavó las manos. Miró su reflejo en el espejo y se encontró con la marca de labial rojo inconfundible en su boca, su mente llena de preguntas y su corazón palpitante.

Lipstick [Lipsoul]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora