Capítulo 27 "Quédate"

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Las luces bajaron poco a poco, sus respiraciones agitadas, Win se mordía el labio inferior mientras veía con Vachirawit se alejaba de la cama para comenzar a desvestirse, desabotonó su camisa lentamente, Win sentía que la respiración le faltaba, soltó un gemido cuando vio como caía por completo al suelo, la imagen completamente erótica del Conde semidesnudo, mirándolo con perversión y adoración, llevaban a Win a un lugar completamente desconocido por él hasta ahora. Respiró profundo sabiendo lo que venía, se quitó los zapatos, quitó el cinturón lentamente, sabía que estaba provocando a Win, su mirada de lujuria lo decía, y estaba gozándolo, ladeo la cabeza cuando observó la erección palpitando en el pantalón de su amado, sonrió y eso encendió su cuerpo. Deseaba a su amado, siempre había sido así, él era el único que le hacía latir su inerte corazón, el que le devolvía el alma y la "vida". Ahí, después de siglos, ambos volvían a ser esos perfectos amantes, pero esta vez, el Conde había decidido que sería para siempre. Ya no soportaría más siglos sin él, no podía.

Quitó su cinturón por completo, lo arrojó al suelo, su musculatura bien marcada sacaba suspiros a Win, éste juntaba las piernas para calmar la ansiedad que su entrepierna sentía, Vachirawit era fuego puro y se estaba dando cuenta de que su cuerpo reclamaba por su cercanía, su jefe le hacía perder la cabeza y arder en el mismo infierno, la lujuria y el placer se apoderaba de él con solo sentirlo cerca. Sus manos bajaron lentamente el cierre del pantalón, levantó la mirada y observó las mejillas rojo carmesí de su amado, estaba completamente excitado, ambos lo estaban. Bajó el pantalón dejando aún prisionera su erección, era hora de entrar en acción y castigar la osadía de su amado.

Se acercó al closet de...los juguetes, si bien, tenía una habitación sexual, en su propia habitación tenía varios juguetes con los que a veces jugaba en solitario o con amantes furtivos y tímidos, esos que no estaban acostumbrados al sexo duro y, por más que él lo disfrutara, jamás obligaría ni sometería a alguien contra su voluntad. La parte interna de la puerta tenía varias fustas y látigos, el cajón, lleno de condones de distintas texturas, colores y sabores, lubricantes, dildos, dilatadores, esposas, etc. De todo para una estimulante y excitante noche de sexo.

Tomó las esposas y se las mostró, sacó lubricante, una fusta y se dirigió hasta la cama, volvió por pinzas y el dilatador.

Win: No creo que eso sea necesario... o sea, ya me estoy acostumbrando a... ti- dijo mordiendo su labio y apretando sus piernas, el dolor palpitante de su erección lo estaba matando.

Vachirawit: si tú dices, lo dejaré, te prepararé con cuidado, no te preocupes... y me alegro que te acostumbres de ahora en adelante sólo a mí... porque eres solo mío cielo.

Caminó y se paró entre las piernas de Win, se arrodilló quedando frente a frente, sacó los zapatos, mientras Win se recostó en la cama sobre sus codos, miraba al Conde y cada movimiento que este hacía, se asombró al sentir cómo unos besos comenzaban a recorrer sus pies.

Vachirawit: Me tienes a tus pies cielo, si supieras...

Win abrió sus ojos con asombro, no podía creer lo que el Conde decía, no entendía cómo en tan poco tiempo podía despertar eso en un hombre, si bien estaba desconcertado con la acción, en el fondo, le encantaba el cómo era tratado, con la devoción y veneración que le predicaba el Conde, sólo se dejó llevar.

Se inclinó hasta Win para desabotonarle la camisa, sus manos recorrían sus hombros mientras deslizaba lentamente la prenda, lo observaba detenidamente, Win era su ángel, su cielo, el amor de su vida, cada vez que lo hacía suyo se sentía un hombre completo, él era todo lo que estaba bien en este infierno de vida eterna. Besó esos labios que eran su perdición desde la primera vez que lo vio hace más de cuatro siglos atrás. Sus lenguas húmedas, calientes por poseer al otro se adentraban y danzaban, el Conde quería marcar el ritmo, pero perdió la batalla ante su amado, éste lo tomó de la nuca y llevó el ritmo a su antojo, el Conde... se dejó llevar.

"Eres mi cielo y mi infierno" 🧛❤🧛♂️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora