"Eres mi cielo y mi infierno" 🧛❤🧛♂️

Capítulo 17 "Despertando"

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Los días pasaron, Metawin hacía clases tanto en su hacienda como en la del Conde, ambos estaban felices, pasaban días hermosos, pero siempre con la esperanza de que su amado recobrase aquellos recuerdos que los hicieron tan felices siglos atrás. Cada vez que su amado quería preguntar algo, el Conde simplemente lo abrazaba y besaba tiernamente, esperaba que él mismo lo descubriera, a veces había señales pequeñas y eso le hacía enormemente feliz hasta aquella noche.

Llovía torrencialmente y, pese a eso, el Conde salió como cada noche a visitar la ventana de su amado, le observaba dormir y trataba de ver si había algún sueño que le señalase el enorme amor que se tuvieron en su vida pasada, a unas horas decidió irse a su casa, la lluvia no daba tregua.

Un inquieto Metawin se retorcía y sudaba en su cama, mientras soñaba veía a Saint y otro hombre en su sueño, al parecer estaba él y su "esposo", vio en cámara lenta como le disparaban al Conde y a él corriendo y recibiendo ese impacto, recordó lo que pasó esa noche siglos atrás. Se sentó de un salto en su cama, el sudor corría por su frente, su pecho agitado casi con respiración irregular, se puso una mano en el corazón y lo recordó todo, "es él" se dijo a sí mismo. Trató de calmarse y rápidamente comenzó a vestirse, pidió un caballo pese a la negativa de su capataz en el establo y lo montó, ahí en medio de la lluvia torrencial cabalgó en busca de su amado Conde, ya no quería perder más tiempo, debía verlo en ese instante.

Un Conde agitado se encontraba descansando en su cama, algo se removía en su inerte corazón, algo le tenía inquieto, de pronto bajó a la sala encontrándose con lo que menos esperó ver casi entrada la madrugada. Ahí de pie en el portal de su casa, yacía su amado, empapado por la lluvia quien no dudó en correr a sus brazos y besarlo, como nunca lo había hecho, rodeó su cuello con sus manos y lo miró a los ojos.

Metawin: Te recuerdo, recuerdo todo amor mío.

Vachirawit: ¿Es en serio? ¿Sabes quién soy? – preguntó un poco inquieto.

Metawin: Sé quien eres, lo que eres... te amo tanto, perdón por la tardanza – dijo y lo estrechó en sus brazos.

Vachirawit: ¿Y aún así me amas? – sus manos rodearon su cintura y temblaba ante la respuesta.

Metawin: Te amo, y te amaré eternamente, lo prometimos en aquel jardín ¿No es así?

Y ambos lloraron abrazados, esa espera eterna que había vivido el Conde llegaba a su fin, ahí de pie en el portal de su casa, su amado le confesaba su amor como hacía tantos siglos lo había esperado, se abrazaron, besaron y lloraron por más tiempo, sacando toda su agonía y sufrimiento, al fin su amado volvía a su vida por completo y eso lo hacía el hombre más feliz de la tierra.

Al darse cuenta de la situación en que su amado había llegado a su hacienda, lo tomó de la cadera, su amado rodeó su cintura con sus piernas y lo abrazó, lo cargó hasta su alcoba para deshacerse de aquella ropa mojada.

Abrió la puerta con cuidado, su amado pegaba su cuerpo al de su Conde, aún lloraba entre sus brazos, la emoción los embargaba a ambos, con cuidado lo bajó y lo observó con ternura, ese hombre lo volvía loco, siglos amándolo y sentía que su corazón volvía a latir, insólito, pensó, él era la razón de que todas sus emociones volvieran, esas que perdió al momento de volverse ese monstruo como él decía, y no pudo más de amor.

Se acercó y comenzó a sacarle la húmeda ropa, besó sus labios de manera suave como si temiera romperlo, sus manos temblaban, su corazón se aceleraba con cada caricia, con cada suspiro, le haría el amor de mil formas de ser posible, no solo a su cuerpo, si no también a su alma, con todo su ser y de ser posible con su inexistente corazón.