Secretos

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La bola peluda roja como el fuego se sacudía algunas veces, entre sueños acercaba la nariz oscura a la mano de Waxi cuando la sentía alejarse ligeramente. Sus orejas puntiagudas no se movían, indicando estaba profundamente dormido.

Qiu Waxi acarició el pelaje de su hermano marcial en esa forma, sintiendo una suavidad comparable a la tela más fina del mercado. Sus labios se unieron en una delgada línea mientras su pecho se llenaba de aire, y luego lo soltó en calma, separando los labios con un suspiro conteniendo toda su nostálgica niñez.

Cuando aún vivía su padre adoptivo, recordaba cada vez que se hallaba en casa le permitía dormir con él, y tocaba su cabello así hasta que se dormía.

Luego de su muerte, no pudo dormir por semanas. Al entrar un momento en algún sueño, siempre veía a su padre pálido con laceraciones horribles en varias partes del cuerpo fallecido, igual a la última vez que pudo mirarlo. A veces, su shizun Lu Qifeng se sentaba en una esquina de la cama a acariciarle el cabello igual que Qiu Qizi hacía, ayudando pudiera dormir sin tantas perturbaciones.

Pero muchos de sus sueños aún seguían teniendo pesadillas.

Algunas no tenían que ver con su padre, sino que huía de alguien indistinguible, cuya cara se hallaba cubierta en un velo negro y su cabello azabache era cambiado con algún tono pálido como su corcel blanco.

Al conocer a Huli, éste tomó por costumbre entrar a su habitación pidiendo le deje acompañarlo. Y así, dormían cada uno en su lado, algunas veces se portaba pegajoso en su forma humana y lo abrazaba, o se transformaba en su forma pequeña de zorro, de algún modo cesando las pesadillas.

Suponía Lu Qifeng sabía Huli podría ayudarle usando de sus habilidades. En la mañana preguntaría qué truco usó.

También sería bueno volver al lago, e investigar qué pudo haber estado mal para inquietarlo. No vió nada anormal en el agua, y sin embargo, había un detalle que parecía estar pasando por alto.

Cerró los ojos, esperando el cansancio lo venciera.

Horas después un molesto presentimiento interrumpió el sueño del zorro. Afinó sus orejas sin prestarle demasiada atención, maldiciendo internamente a sus sentidos en extremo sensibles.

Y para su desgracia, reconoció el andar elegante escuchándose a tan sólo unos metros, junto al inconfundible aroma que más odiaba. El sándalo.

Un frío susurro hizo inquietar a Huli:—Sé me estás escuchando.

El sueño se desvaneció rápidamente del zorro. Abrió los ojos, y asegurándose su amigo estuviera bien dormido, salió lo más discreto posible aún en la misma forma. Su corazón latía con la misma fuerza de un viento furioso, nervioso hasta la punta de sus patas mientras más se acercaba hacía su verdugo.

Pasando el perímetro bajo jurisdicción de Lu Qifeng, pudo estar frente a frente con un hombre alto y elegante, sentado sobre un frondoso árbol cubriendo de manera espeluznante su cara.

Han Yazong descendió suavemente usando su técnica de ligereza, y miró al achicopalado zorro, diciendo en un tono frío: —Vamos. Ya te divertiste.

Permaneciendo en su mismo sitio, Huli regresó a su forma humana, clavando sus ojos brillantes en el suelo.

Abrió la boca, formulando a medias un “shizun” inexpresivo, interrumpido por una bofetada.

La fuerza del golpe hizo polvo su cuello, y le obligó a retroceder hasta casi caer, manchando el piso con sangre escupida. No llevó ninguna de sus manos a la cara aún cuando chilló por el dolor, sintiendo picar las áreas regenerandose.

El Mestizo Y El ZorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora