Extraño

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Ye Fuxu arrastraba los pies, con cuatro personas demasiado ebrias para caminar encima. Jadeando, abrió la puerta en la pared, y ahogó una exclamación cuando vió a su shizun caminar afuera de la residencia, preparando una medicina al fuego en el patio... ¡Justo en la entrada!

Normalmente sabía regular bien sus emociones y pensar fríamente ante cualquier eventual... ¡Pero esta no era una misión por el bien común, sino que estaba metido en una travesura! Tenían prohibido beber tajantemente, y su shizun no era un enemigo, cierto... ¡Y eso sólo le daba más inseguridad! A un enemigo podría noquearlo de ser necesario, y engañarlo sin remordimiento...

Huli y Qiu Waxi notaron la vacilación en Ye Fuxu, y se apresuraron a colocarse al frente de Lu Qifeng, antes que volteara un poco la cabeza y viera a Ye Fuxu.

—¡Shizun!

—¡Tío marcial Lu! ¿Está preparando dulce? ¡Deme un poco!

El Tercer Gran Maestro tardó en reaccionar, saliendo de sus pensamientos de a poco, y fijó su vista en el par.

—¿Qué sucede? ¿Dónde están los demás?– Inquirió, calculador.

Huli fue el primero en abrir su boca, consciente era quien mejor mentía: —Ellos es-

Lu Qifeng levantó un brazo, uniendo las cejas. El yao unió sus labios, guardando silencio al instante.

—Tú no– Negó el mayor, sabiendo Huli podía ser un buen mentiroso si era su intención.

Qiu Waxi hizo una reverencia, y lo usó como excusa para evitar su mirada mientras maquinaba en segundos una excusa: —Han entrenado mucho, y decidieron descansar temprano. No debe de haberlos visto porque ahora están en sus habitaciones. Shizun, ¿Ha ido al lago?

—Sí– Asintió Lu Qifeng, restándole importancia a la ubicación del resto. Podían ser rebeldes de vez en cuando, pero cumplían bien sus deberes y tomaban en serio sus trabajos todos si era necesario.

—Fuí ayer, y sentí algo estaba fuera de lugar– Explicó Qiu Waxi, sinceramente.

Huli presintió eso tenía que ver con el plan de Lu Qifeng, aunque su mente no pudo pensar en un por qué. Su cabeza seguía dando vueltas, y no sentía ganas de pensar demasiado. Preguntó: —¿Alguien más se ha dado cuenta?

—No parece. Esta mañana cuando ví a la líder Shang, no dijo nada de eso– Explicó Qiu Waxi, mirando fijamente al yao. Por suerte, no parecían notarse demasiado los efectos del alcohol.

—Está bien. Probablemente nadie suele ir a esa hora, es poco viable se den cuenta– Intervino Lu Qifeng, abanicando el fuego de la medicina.

—¿Deberíamos reportarlo?

—No. Es algo pequeño. Si notas algo más, sólo avísame a mí. La líder Shang está muy ocupada– Pidió seriamente el Tercer Gran Maestro, deseando de ningún modo la líder se entere los planes que tenía en mente.

Waxi aceptó de buena gana. Igual que decía Huli, si shizun decía no pasaba nada, entonces no tenía que molestar a la líder Shang.

Acto seguido, apretó el brazo de Huli más cercano, alejándolo del caldero humeante con medicina desprendiendo un amargo olor fuerte.

—Huli, ya debes poder volver...

—Que se joda shizun, me quedo aquí en el suelo– Y declarando eso, en verdad se tiró al suelo, haciendo un puchero en sus labios– ¡No me gusta este olor! Xi-er, volvamos a la residencia de la doncella Yan. Prefiero oler el alcohol.

—...– En silencio, Lu Qifeng miró severamente a su discípulo– ¿Alcohol?

—Esto... Creo no se siente bien...– Musitó nervioso Waxi, agarrando los hombros del yao– Lo llevaré al médico.

El Mestizo Y El ZorroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora