Capítulo 1

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20 de Septiembre. Ciudad de México, isla México.

México vagaba por las calles, tranquilo, respiraba el aire puro de la ciudad.

Su capital no era lo que hace años fue, después de aquel terremoto sucedido hace décadas, cuando el país se separó del resto del continente Americano, al principio fue difícil, volver a reconstruir todo el país era lo peor, mucha gente murió en ese entonces.

La ahora isla era un lugar muy tranquilo, vivían rodeados de agua, la arquitectura había cambiado drásticamente, adaptaron las ciudades antiguas a algo actual, eran fuertes aún más que su arquitectura anterior, también era más estética, gracias a los nuevos materiales empleados la flora comenzó a abundar de nuevo.

Según ONU, México entraba en la lista de los países con mejor calidad de vida para sus habitantes.

La economía también era buena, del turismo no se diga, México estaba orgulloso del progreso de su tierra y gente.

La vida en la isla era realmente buena.

En esos momentos se dirigía a una reunión, como era costumbre, todos los meses tenía que reunirse la representación del país junto con la correspondiente para cada estado.

Lo que trataban era de rutina, los progresos nuevos proyectos y los conflictos. Después de terminar la reunión todos hacían lo que querían, comúnmente lo que se llevaba a cabo era una fiesta en la hacienda de México.

Lo normal de todos los meses, aunque México no lo admitiera, esperaba con ansias esa semana donde todos se reunían y disfrutaban del tiempo juntos, una familia feliz a su perspectiva, como siempre la deseo.

Su sonrisa resplandecia en su rostro, todas las personas que lo veían aseguraban que se veía radiante y muy atractivo. Nunca perdían una oportunidad para elogiar a su representación, la cual se veia así de hermoso gracias a lo próspero del país y la gente.

Lo único que muchas personas podían asegurar que le quitaba un poco de atractivo era esa cicatriz en el lado izquierdo de su ojo, empezaba desde la barbilla terminaba en la mitad de la mejilla y empezar de nuevo unos milímetros después. Nadie sabía con exactitud lo que significaba ni como había llegado a ese lugar, a otras personas esto les parecía aún más atractivo en su persona.

El cabello largo de México caía en una trenza un pico despeinada - de manera estética - en su hombro, sus ojos cafés brillaban, en ellos podías ver el reflejo de la ciudad, incluso, podían asegurar que reflejaban los colores de la bandera en el lugar correspondiente, su ojos derecho verde y el izquierdo rojo.

- ¿a donde tan arreglado, Don México? - preguntó una señora florista con una sonrisa en su rostro, México conocía a la señora, de hecho era una amiga.

- Ya sabe doña Lupita, voy a la junta con mis hijos - sonrió mientras cargaba a la nieta de la señora en sus brazos, la pequeña niña coloca una bella flor amarilla en su cabello, siendo sostenida por sus cabellos desarreglados fácilmente, después de eso dejo a la niña nuevamente en el suelo, ella se alejó con timidez -

- Entonces espero que le vaya muy bien y que sus hijos no le saquen canas verdes, sería una lástima que su cabello tan bonito tuviera alguna de ellas - comentó la señora en tono de broma antes de despedirse y entrar de nuevo en su tienda -

México soltó una débil risa mientras cubría levemente sus finos labios con una de sus manos.

Segundos después continúo con su camino, ahora tenía muchos más ánimos que antes.

Afortunadamente ya no existía tanto tráfico como años atrás, sino el estrés comenzaría a notarse en su rostro, más que nada en sus cejas pobladas.

𝓓𝓮𝓼𝓬𝓸𝓷𝓸𝓬𝓲𝓭𝓸 - ˢᵗᵃᵗᵉʰᵘᵐᵃⁿˢ -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora