Itachi consideraba la vida como algo bastante sencillo. Aunque, claro, sencillo no necesariamente quería decir fácil. Se levantaba todas las mañanas dispuesto a trabajar para salir adelante y se llevaba bien con la rutina. Los días solían ser tranquilos y algo monótonos. Cosas inesperadas no ocurrían casi nunca y lo agradecía. Por eso, al entrar a casa esa tarde, esperaba encontrar a su hermano terminando de preparar la cena, como era costumbre.
Casi se cae hacia atrás por la sorpresa al abrir la puerta y divisar dos siluetas desconocidas en la sala. Pero no fue eso lo que le hizo quedarse estupefacto, sino que podía reconocer que una de las personas ahí presentes era en definitiva Sasuke, solo que al mismo tiempo no lo era. Tenía los mismos rasgos faciales, solo que más maduros que los de un adolescente de apenas dieciséis años. El aura divina que le rodeaba a él y a su acompañante era imposible de ignorar. También estaba más alto, su cabello más largo y brillante, parecía estar vestido en una especie de túnica que relucía por su cuenta y sus ojos color escarlata le miraban tan estupefactos como él mismo se sentía.
No podía verle la cara al otro personaje presente, pero no es como si se tuviera que ser muy listo para saber de quien se trataba, considerante la situación. Aunque, a decir verdad, sí le llamó la atención el hecho de que sus cabellos parecían estar en llamas y casi tuvo el impulso de correr por un extintor.
— ¡Nii-san! —exclamó Sasuke al ver a su hermano al punto del desmayo por encontrarlos en esas condiciones.
Itachi abrió la boca con intenciones de hablar, pero ningún sonido salió de sus labios. ¿Estaba comenzando a alucinar o incluso hasta la voz de Sasuke ya le sonaba etérea?
En menos de un parpadeo, las dos presencias celestiales desaparecieron e Itachi volvió a reconocer a su hermanito junto con aquel que aparentemente se volvería—o ya era—una parte esencial de sus vidas.
Naruto, que seguía aferrándose al menor de los Uchiha como si de ello dependiera su vida, no reaccionó ante lo que ocurría a su alrededor. Puede que ni siquiera se diera cuenta que había dejado ir su transformación y que volvía a ser el de siempre. Todo en su mente era Sasuke, Sasuke, Sasuke.
—Em... ¿Naruto-kun está bien? —fue la vaga pregunta que se le escapó al mayor, señalando al chico rubio con cierta inseguridad.
—Lo estará. —contestó el otro con un deje de incertidumbre. Ante eso, el mayor asintió y suspiró.
—Pediré algo para comer. —anunció Itachi antes de quitarse los zapatos y desaparecer hacia la cocina. Estaba demasiado cansado para hacer preguntas de las cuales no estaba seguro de querer escuchar las respuestas. Además, se moría de hambre y estaba decidido a no pensar en nada más hasta tener el estómago lleno.
---
Sasuke vio a su hermano desaparecer de su campo de visión y se golpeó mentalmente la cabeza contra la pared. Tremenda metida de pata a la cual tendría que enfrentarse luego. Pero, por ahora, su atención se enfocaba en Naruto.
Lo jaló consigo para sentarse en el sofá mientras el rubio se aferraba a él como si fuera un koala.
—Oye. —lo llamó, dándole un par de palmaditas en su espalda. —Me estás asfixiando, dobe.
Era una mentira, pero surtió el efecto deseado: Naruto dio un respingo y se apartó de él sujetándole de los hombros, disculpándose repetidamente con un deje de vergüenza.
—Perdón. —musitó una última vez, restregándose los ojos con el antebrazo para secarse las lágrimas.
Sasuke lo miró con atención. Sus ojos enrojecidos, sus mejillas coloradas, su mirada vacía... Como si su mente estuviera a kilómetros de distancia. Con su mano izquierda se rascaba distraídamente la palma donde la marca del sol, de ahora un color escarlata, se encontraba.
ESTÁS LEYENDO
Almas ancestrales: Sol y Luna
FanfictionEn un mundo donde todos nacen con un alma destinada a acompañarlos por el resto de la vida, todos esperan conocer algún día a su alma gemela. Almas gemelas hay de muchos tipos, y hay más de una forma de identificarlas, pero hay un par de almas que f...