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En el apartamento de Valentina, Juliana se tomó el atrevimiento de usar la cocina para prepararle un té a la castaña, que seguía un poco aturdida por la situación anterior, no habían hablado de nada aún, los ojos azules la observaban desde la isla de la cocina en silencio mientras servía el líquido caliente en dos tazas.

El piso era muy bonito, colores cálidos y suaves que te transmitían paz, era una especie de "concepto abierto" la cocina y la sala estaban en el mismo espacio solo separados por el mobiliario, al final de la sala había una gran ventana que daba hacia una terraza no muy grande, había un pasillo que Juliana pensó conduciría al baño y habitaciones.

- En serio disculpame, Juliana. Debió ser incomodo, yo no tenía idea de que... -

- Hey, Val, para. - La interrumpió colocando una mano en el costado de su cabeza, acariciando su cabello. - Nada es tu culpa, ni su reacción, ni que yo haya estado presente. -

- Gracias... Por todo. - Agregó haciendo un gesto hacia el té.

- Descuida... ¿Para esto era la orden de alejamiento? - Valentina respondió asintiendo con la cabeza sin mirarla. - Entiendo... - Antes de que pudiera seguir, la otra chica habló.

- No quiero hacerte perder más tu tiempo, Juls. Así que ¿Que deseas cenar? -

- Primero, no me estás haciendo perder tiempo y segundo, no lo se, lo que quieras... -

- Ni siquiera tengo hambre, la verdad. -

- Bueno... ¿Te parece si mientras conversamos preparo algo? Se que es tu cocina y todo eso pero fue mi idea cenar así que, ya sabes. - Val miró pensativa a la diseñadora unos segundos con una sonrisa de incredulidad.

- ¿Si sabes cocinar bien? -

- Te sorprendería la cantidad de cosas que se hacer bien, Valentina. - Una risa ocupo los rostros de ambas y una energía de atracción y complicidad estaba presente.

- Entonces me parece perfecto. -

La cocina de aquel apartamento era dos veces la cocina del de Juliana, por lo que Valentina le dio un pequeño tour por cada puerta y cada gabinete para que no tuviera problemas en encontrar lo que necesitara, predominaba el blanco en todos los muebles excepto el granito que era de un color negro con algunas marcas de blanco y gris.

A pesar de que Juliana llevaba el mando de lo que se cocinaba, la otra chica iba ayudándola, entre bromas y una conversación sin relevancia para relajar un poco el ambiente tenso que el joven había creado cuando llegaron. Con ese mismo ánimo sirvieron la comida, que resultó ser una pasta en salsa bechamel con maíz y tocineta. La ojiazul preparó la mesa para ambas, un par de copas y una botella de vino.

- Esto esta increíble, Juls. - Fue lo primero que salió de los labios de la castaña al probar la cena, haciendo un gesto de satisfacción. - No, en serio, te lo juro, esta super rico. - Juliana sonreía por aquel cumplido.

- Me alegra mucho que si te gustara. -

- Es como de restaurante, sino fueras diseñadora pues serias excelente como chef. -

- Bueno, no fui chef pero... - Val la miró con una rastro de sorpresa esperando que continuara. - Trabaje en un restaurante, bueno, mi mamá y yo, ambas éramos meseras al principio y luego luego empezamos a trabajar en la cocina así que aprendí mucho. -

- Ah pero es que eres como Barbie ¿no? Policia, diseñadora, cocinera... - La risa fuerte que soltó Juliana interrumpió lo que decía la castaña para unirse a su risa y en ese momento pensó en lo perfecta que era la mujer frente a ella, no es como si no lo hubiera notado antes, pero es como cuando crees que algo es perfecto y luego te vuelve a sorprender y mejora, esa chica de ojos chocolate podría ser la perdición de cualquier persona a la que le gustaran las mujeres, no para ella, porque ella podía divertirse con unos besos aquí y allá con otras mujeres pero ¿enamorarse de una? Valentina no lo veía posible, no se negaba ante eso pero lo más probable era que terminara sola o muerta por poseer información confidencial.

Lienzo y Armas || JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora