—quiero aclarar que yo no hice nada y como le dije al director no me parece justo.
Espero no ser la única que cuando tiene un día de mierda manda a todos al carajo.
Sé que no estoy en posición de poder decirle algo simplemente quiero desahogarme y decir las cosas como son, si es una escuela para sumisas y eso no implica que me castiguen solo porque si, no dejaré que un día se despierten y digan ey vamos a castigar a las chicas del instituto.
—Dulce, no dejaré que cuestiones mi autoridad, el director dijo que veía algo bueno en ti y sinceramente no sé que es, ponte de pie, no quiero alargar esto, tienes que almorzar, mostrarme tu horario y organizar mi cuarto.
¡Imbécil!
Si bien estoy aquí por voluntad propia no estoy para que me traten como se les de la gana.
—¿Qué más, quieres que te bese los pies?
Respondo de forma sarcástica.
—Ya estuvo bueno, tienes 20 años no 15.
Me toma con fuerza recostándome sobre el escritorio, levanta mi falda de monja y la pone sobre mi espalda.
Tomo nota mental de rogarle que pida cambio de mi falda.
Hannah me prometió hacerlo y con lo que pasó hoy no creo que el director le quiera hacer algún favor.
Volteo y miro al chico, él se encuentra doblando la correa y joder me quedo inmóvil.
—¡Perdón! ¡Perdón! No lo haré de nuevo solo te pido me castigues después de todo lo que tengo que hacer, no quiero tener el dolor por todo el día.
Cómo si fuera sordo escucho el primer impacto contra mi piel.
Suelto un grito y pongo mis manos en la zona, mierda jamás pensé que doliera tanto, se siente muy distintas con la mano.
—aparta la mano o está no cuenta, quiero que pienses todo el día en lo que hiciste.
De nuevo siento otro impacto que me hace dar un pequeño salto, no comprendo cómo tiene tantas fuerzas.
Sin detenerse logro contar las cuatro primeras antes de llorar por el dolor que siento.
Cuando pienso que me tiene piedad y se detendrá suelta dos seguidos, no se cuantos lleva, me atacó a llorar sin importar que me vea como una niña chiquita.
Los últimos dos fueron dados con más fuerza, no sé dé dónde saco tantas lágrimas.
—Puedes pararte— me baja la falda nuevamente.
Esto se verá muy infantil y me veo en la necesidad de hacerlo, me levanto y lo abrazo empapando su camisa con mis lágrimas, él regresa al abrazo y me siento tranquila de tenerlo a mi lado.
No lo conozco de nada, pero me aporta seguridad.
—¡Perdón! No volveré a cuestionar lo que me ordenes lo prometo.
—Ya chiquita, ya pasó, ten presente que no te castigaré si te comportas como se te ordenó, ¿Fui muy duro?— su voz de escucha más tranquila que minutos atrás.
—¡Demasiado!— protesto secándome las lágrimas para alejarme de sus brazos, siento mi trasero arder.
—Bueno Entonces no me hagas enojar de nuevo, como te dije tienes cosas que hacer, estaba pensando y puedo ir rápido a entregar un trabajo mientras tú adelantas lo de arreglar.
—¿Es necesario que organice todo esto hoy?.
—No quiero pelear linda, pues bien iré, cuando regrese quiero mínimo el escritorio desocupado.
Él sale de la habitación dejándome totalmente sola con un gran dolor, me dirijo al baño y al verme al espejo me siento asquerosa, trato acomodar mi maquillaje y organizar mi cabello y además intentó calmar mi dolor de los correazos.
El chico es muy lindo y todo, su gran defecto es la maldita fuerza que tiene a la hora de castigar.
Salgo del baño para acomodar todo rápidamente.
Tiene unos apuntes de sus clases, los miro por encima y me causa curiosidad de como se expresan de las sumisas "tienen que controlar a sus chicas si no quieren que se les salga de las manos, las mujeres son difíciles de dominar así que desde el principio deben demostrar una actitud fuerte hacia ellas"
Joder quien diría que en una clase hablan de esas cosas.
Dejó a un lado las hojas y acomodo los cuadernos que tiene regados.
Me es difícil organizar todo con el dolor que estoy sintiendo.
Cada movimiento es un dolor más fuerte, si que sabe dejar bien marcado lo que quiere.
Al terminar con el escritorio siento que ya se demoró demasiado, más de media hora.
Adelanto rápidamente todo, sacudo la cama y los muebles, barro y por fin me siento libre, trato subirme la falda y no logro evitar hacer una mueca de dolor.
Solo quiero que él llegue, no quiero sentarme y creo que me veo como una estúpida aquí parada.
Siento como quita la llave de la puerta.
¡Me había dejado encerrada! No me jodas.
—Perdón la demora—dice al entrar.
—No te preocupes, oye mira ya terminé de organizar todo— digo con orgullo.
El chico mira todo el cuarto rápidamente.
—Perfecto, así tenemos más tiempo para conocernos— él se acuesta en su cama— ven— señala el espacio que dejo para mí.
Voy a dónde me indica, me acuesto boca abajo para que no me duela el trasero.
—¿Y qué haremos?— cuestionó.
—Estaremos un año juntos sería bueno conocernos ¿no?— el chico tiene un punto.
—Pues bien dime qué quieres saber de mi, ya sabes me llamo Dulce, tengo 20 años.
—Quiero algo más profundo, ¿quien eres realmente?
Lo miro tratando de descifrar su pregunta.
—¿Quien soy? Pues ya sabes una chica intentando cumplir su fantasía en este jodido colegio.
—cuidado con esa boquita— pone una cara seria— me refería a quien eres realmente, la chica sumisa que me demostraste minutos atrás que cumple lo que se le ordena o la chica rebelde que quiere cuestionar todo.
—soy una combinación de las dos, prometo que estoy intentando seguir todas las reglas... Solo quiero pedirte algo...
Ya el ambiente no está tenso, el chico se está completando bien conmigo y además no aguanto con esta falda.
—Dime.
—Mira seré sincera, me veo realmente fea con esta cosa— señaló el uniforme— se que tú relación es buena con el director, porfi porfi porfi pide una talla más pequeña— hago mi mejor puchero, él me mira con una sonrisa es su rostro.
—Pequeña te ves linda así, okey está algo larga la falda, pero nada del otro mundo.
—No es verdad, me veo como una monja— él suelta una gran carcajada, le está divirtiendo la situación mientras yo me siento horrible con esto.
—Lo intentaré, no prometo nada y tenlo por seguro que usaré está información cuando sea necesario, suelo usar los disgustos de mis sumisas como forma de castigo, no todos los castigos son correazos pequeña lo tienes claro ¿No?
—Si lo sé lo tengo claro, me estoy portando bien así que no es justo que este usando esta cosa.
—Tienes razón, en fin pasemos a otro tema, te diré las reglas para que este año sea lo más agradable posible.
Reglas, malditas reglas.

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La escuela bdsm
Novela JuvenilUn lugar donde las chicas encontraran la educación que necesitan para ser unas buenas sumisas. Ser sumisa no solo es de nacimiento también se necesita un gran entrenamiento. La escuela Alex Brown es el lugar perfecto para ser la sumisa ideal.