Epílogo

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15 años después...

Era un sábado de flojera en el hogar de los Valdés-Carvajal. Juliana se encontraba en la cocina preparando el desayuno, Valentina atrás de ella sirviendo cinco vasos de jugo de naranja.

Escuchó piecitos corriendo por las escaleras mientras servía los panqueques en sus platos.

¡Mamá!” su hijo de tres años llamó a Valentina. No había ninguna urgencia en su voz, así que solo se quedó escuchando.

La castaña se giró cuando él se enredó en sus piernas, poniéndose de cuclillas para quedar a su nivel. “Qué hay, amiguito, ¿Qué pasa?” preguntó deslizando los dedos entre su desordenado cabello oscuro, tratando de acomodarlo un poco.

Hacía tiempo que la morena se había rendido de intentarlo, pero no Valentina, ella no podía evitarlo. Bajó la mirada para observar cómo interactuaban.

Él comenzó a reír, lo cual por supuesto hizo que la castaña lo hiciera también. “¿Querías preguntarle algo a mamá o solo querías reírte de mí?” lo molestó de manera juguetona.

Él asintió con su pequeña cabecita, sonriendo.

Fue el turno de Juliana de contener una risita, la sonrisa de su hijo era un reflejo de la de Valentina.

El refrigerador está andando, mamá, será mejor que lo atrapes” exclamó, corriendo otra vez escaleras arriba mientras reía.

La castaña siguió sus movimientos con la mirada, girándose hacia Juliana cuando se puso de pie.

¿Acaba de hacerme una broma?” gruñó bajito, mientras la morena se reía con fuerza.

Se limpió las pequeñas lágrimas que se le escaparon y enredó los brazos alrededor de su esposa.

Amor, la cara que pusiste. Sí, acaba de hacerte una broma un niño de tres años” confirmó, besándole la mejilla.

Valentina seguía mirando las escaleras donde su hijo había desaparecido momentos atrás, causando que la morena negara con la cabeza por su expresión de incredulidad y se compadeció de ella. “Ven, juntemos a los niños para desayunar” le dijo, entrelazando sus dedos y tirando de ella.

¿Dónde lo habrá aprendido? preguntó mientras subían las escaleras.

Llegaron a la habitación de Miguel, que se encontraba vacía a excepción de su cama desordenada y algunos juguetes en el suelo.

No lo sé, amor, quizás se lo enseñó Monse” murmuró mientras se dirigían a la habitación de la mencionada, que también se encontraba vacía, solo había una bolsa para dormir en el suelo.

Dirigiéndose al cuarto de juegos, escucharon la voz de su hija de nueve años por el pasillo.

Okay, Natalia, te reto a saltar en un solo pie y agitar los brazos como pájaro” dijo. Escucharon a su hijo reírse en voz alta.

Natalia era la hija de Lucía y Eva. La rubia y Juliana habían quedado embarazadas más o menos por las mismas fechas y dieron a luz con meses de diferencia, Monse solo era tres meses más grande que Natalia.

Valentina y ella se asomaron por la puerta para ver a los niños sentados, observando cómo Natalia cumplía con el reto impuesto. La pequeña era muy parecida a Lucía, Juliana tuvo que cubrirse la boca para evitar reírse y su esposa hizo lo mismo, escondiéndose en su espalda mientras veía a su sobrina.

Natalia se sentó y luego de un rato las risas cesaron. “¡Mi turno! declaró, mirando entre Monse y Miguel.

Las mayores continuaron observando, preguntándose a qué estaban jugando, hasta que las siguientes palabras causaron que ambas jadearan con sorpresa.

𝚅𝚎𝚛𝚍𝚊𝚍 𝚘 𝚁𝚎𝚝𝚘【+18】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora