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Por suerte hubo manera de tomar un vuelo directo. Horas, nos separaban.

Mientras observaba por la ventana el cielo, no pude evitar pensar en tío Ant:

Tío Ant, tú me enseñaste a seguir mi corazón, hoy mi corazón me guía hacia ti.

— Vamos Eva, despierta ya— escuché a Gwen decir.

— Vaya, no sé en qué momento me quedé dormida...— la voz del piloto me interrumpió.

— Señoras y caballeros, verifiquen sus cinturones, aterrizaremos en breve— culminó.

Pedimos a los tripulantes que nos ayudaran a difundir la foto de tío Ant para encontrarlo, lo compartimos por redes sociales, la línea aérea en la que volamos se ofreció a ayudarnos.

Llegaron muchos mensajes diciendo saber el paradero de tío Ant, pedíamos pruebas y ellos a su vez un depósito. La pregunta que decidimos hacer para saber si era cierto fue: ¿Tiene un lunar en la oreja?, ¿en cuál?.

Cerca de cuatro horas después, no teníamos información veraz. Estaba exageradamente estresada, me sentía impotente.

Decidimos salir de aquella cafetería que nos permitió quedarnos allí mientras esperábamos noticias de tío Ant.

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Muchas gracias a todos, por darle una oportunidad a esta historia, espero la disfruten.

¡Nos leemos pronto!

¿Dónde está Antonio?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora