Boris estaba tan frustrado, llevaba media hora tratando de escribir y simplemente no podía concentrarse, su libreta estaba garabateará con palabras sin sentido que no lograban formar relacionarse entre sí . Suspiró con rendición, llevó sus manos a la cara y talló sus ojos con sus palmas. Moría de sueño y su cabeza dolía, pero eso no era lo que le molestaba, sino que durante su insomnio (y ahora mismo) no pudo escribir absolutamente nada. Hizo de todo en la madrugada, escuchó música, vio el cielo sosegado por la ventana de su habitación mientras fumaba, caminó de un lado a otro por la moqueta sucia de su cuarto y hasta tomó una pequeña ducha para relajarse, pero el resultado había sidonada. Sin ninguna palabra, sin un solo verso, sin ninguna idea.
Estaba bloqueado, su mente no daba para más, no podía percibir el sentimiento de libertad que inundaba su cuerpo al escribir, su mente se nublaba en pesimismo. Todo esto le frustraba tanto que sentía que pronto se echaría a llorar.
Algo está mal. Muy mal.
Movió su pie de arriba para abajo por el piso limpio de la biblioteca, sus botas ocasionaban un pequeño ruido, casi sordo que solo podía percibir él. Golpeteó su lápiz contra la libreta y miró todos los rayones que se situaban en ella. Se sentía fatal, no podía encontrar el motivo de su falta de inspiración, siempre había sido muy creativo y apasionado con sus poemas, viendo las cosas con ojos soñadores, localizando metáforas donde no las hay, convirtiendo el sufrimiento en belleza.
Cerró los ojos por un momento, imaginando escenarios llenos de naturaleza; nubes llorando, el cielo sonriéndole, el sol cegando su vista con sus suaves rayos, el viento abrazándole mientras le susurraba en el oído cosas que no podía comprender.
Nada.
¿Por qué no podía inspirarse?
¿Qué le faltaba?
Abrió los ojos con pesadez, fijó su vista en un grupo de chicos que se encontraban en la mesa de enfrente riendo levemente. Bufó molesto, este no era un sitio para reírse, la biblioteca era un santuario, su santuario en donde podía escribir hasta que sólo existiera un mundo para que sus poemas y él fueran uno mismo. Ese lugar era uno de los únicos que lo ayudaba en momentos como estos; sin embargo, tal parecía que en esa ocasión no funcionaba.
Agarró su libreta y su lápiz, con enojo metió todo en su mochila negra; tal vez le vendría bien algo de aire. Con paso apresurado se encaminó hacia la salida, se detuvo abruptamente al recordar que tenía que pasar por el libro de Frankenstein que le había encargado Gyuri, dio vuelta y esta vez caminó hacia la estanterías de arriba del Rose Main Reading Room.
Estuvo buscando desesperadamente el libro por unos minutos, hasta que lo encontró y cuando se dispuso a bajar, el sonido de un libro cayendo lo detuvo. Por el silencio el libro hizo un eco fuerte que vibro por toda la sala. Volteó por instinto y, fue en ese entonces, que lo vio. Un chico con jersey gris y con unos lentes parecidos a los de Harry Potter, el pobre chico estaba agachándose con una rapidez sorprendente para recoger un libro con portada negra y que en letras mayúsculas ponía EDGAR ALLAN POE, tenía la cara roja por la vergüenza del pequeño incidente, pero los rayos frágiles del atardecer que se filtraban por el ventanal iluminaban su rostro de una manera que lo hacía parecer angelical y brillante.
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El Poeta | Boreo |
FanfictionEn donde Boris es un poeta frustrado que necesita inspiración para escribir y, extraodinariamente, lo encuentra en la biblioteca pública de New York, vestido con un jersey gris, unos anteojos parecidos a los de Harry Potter y con un libro de Edgar A...