Capítulo 3. Presentaciones y apodos

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Boris mentiría si dijera que no había frecuentado la biblioteca desde su encuentro con Pippa

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Boris mentiría si dijera que no había frecuentado la biblioteca desde su encuentro con Pippa. Habían pasado dos semanas y seguía yendo en su tiempo libre. Aunque claro, Pippa era solo una parte de sus continuas visitas. Seguía con la intranquila esperanza de volver a encontrarse con el chico de los ojos ausentes, pero en ningún día que estuvo rondando por las salas elegantes de la biblioteca lo encontró.

Se sentía como un estúpido por ese anhelo inquietante que se alojaba en su pecho por volverlo a ver. ¿En qué demonios pensaba? Ni siquiera sabía su nombre y no tomó en cuenta que tal vez el chico era un turista y sólo había ido de vacaciones a New York.

Tampoco tuvo la oportunidad de ver a Pippa ni a su tío, ambas personas le habían agradado, eran simpáticas y que parecían que irradiaban una calidez poco convencional de la que Boris no estaba acostumbrado.

Lo único bueno de sus idas a la biblioteca fue la señora Roberts, la cual le contó animadamente que su hijo, Anthony, se había comprometido con su novio. La mujer casi salta de la felicidad al relatarle con detalles cómo su hijo había llegado un sábado por la mañana a darle la noticia con un anillo brillando en el dedo anular. Es por eso de su ausencia ese día, estaba tan alegre que decidió tomarse un día de descanso para pasarlo con su yerno e hijo.

El ucraniano observó por el ventanal de la tienda de música a la poca gente que transitaba, eran los últimos días de septiembre y el ambiente de octubre ya se sentía en el aire templado junto con las hojas anaranjadas de los árboles cayendo lentamente por el pavimento sucio de las calles de New York y el aroma de otoño entrando como aromatizante en los hogares de los neoyorquinos.

Tanto los comercios locales como los internacionales estaban tomando partido en las decoraciones para Halloween y el trabajo de Boris no era la excepción. Sabía que a partir de los primeros días de octubre la gerente le pediría quedarse tiempo extra para ayudar a que la tienda luzca más, como Miriam lo mencionó, terrorífica.Tal vez significa más trabajo, pero para Boris era una gran oferta de dinero. Además, el ucraniano amaba Halloween, no el festejo en sí, sino la sensación de bienestar que le provocaba el mes de octubre.

Suspiró aburrido, el día estaba inusualmente tranquilo, faltaba tres horas para su salida y no hallaba distracción alguna. La gerente se había tomado el día y desde que Kotku renunció no tenía con quien hablar.

En los altavoces de la tienda sonaba la canción Back in Black de AC/DC y desde el mostrador podía ver cómo el único cliente de la tienda movía la cabeza al ritmo de la estruendosa música mientras tanteaba los vinilos de la sección de rock.

Su mirada viajó hacia afuera y notó que una cabellera pelirroja familiar entraba por la puerta de cristal, Boris sonrió apenas la vió.

–¡Hey, roja! –el ucraniano gritó desde su lugar mientras alzaba una mano llamando la atención de la chica y del cliente que seguía en la sección de Rock.

El Poeta | Boreo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora