Capítulo 2. Conociendo a Pippa

106 11 2
                                    

Un viento frío sopló fuertemente, calando en lo más profundo del cuerpo de Boris y de los neoyorquinos que transitaban cerca, el cielo comenzó a tomar un tono gris que lograba pasar desapercibido por el anochecer

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un viento frío sopló fuertemente, calando en lo más profundo del cuerpo de Boris y de los neoyorquinos que transitaban cerca, el cielo comenzó a tomar un tono gris que lograba pasar desapercibido por el anochecer. Al parecer una inmensa lluvia se avecinaba.

Había ido a revolver el libro de Frankenstein, Gyuri ese día descansaba de su trabajo y podía acompañarlo a la biblioteca,pero Boris se ofreció a entregarlo diciéndole a su amigo que tenía que disfrutar de su día. Gyuri no pudo negar tal propuesta y con una sonrisa en la cara se fue a su habitación a dormir, sin antes prometer a Boris que cuando volviera podrían ver una película.

Y ahí estaba Boris, caminando en la acera congelándose y con grandes nubes grises sobre su cabeza llena de rizos. No había dejado de pensar del chico del jersey de hace dos semanas, su mente volaba a esa mirada nostálgica. Boris es un fiel creyente que los ojos son las ventanas del alma, siempre ha sostenido que con tan sólo ver los ojos de una persona descubres miles sentimientos no dichos y tal vez era por eso el inquietante golpeteo en su por volverlo a ver.

¿Qué si se sentía como un acosador? Tal vez. Pero no podían culparlo, el chico en sí gritaba misterio, adrenalina, tristeza y una enredadera de emociones que a el ucraniano le encantaría descubrir.

Otro factor importante de su pequeña obsesión con el chico es que, extraña y maravillosamente, fue una especie de inspiración para un pequeño y lamentable poema que había escrito a la mañana siguiente del día en que lo conoció. Aunque pudo haber sido una coincidencia algo rara y espontánea sentía la necesidad de acercarse a él, de hablarle y convertirse en su amigo.

Boris atravesó las grandes puertas de la biblioteca, sumergiéndose entre los pisos limpios y el olor a libros. Estaba mentalizándose de lo que haría si volviera a ver al chico, ¿lo saludaría? ¿Le daría las gracias? ¿Las gracias de qué? El chico muy posiblemente lo tomaría de tonto o loco si llegaba de la nada agradeciéndole.

Respirando profundamente fue a entregar el libro, la señora Ruby no se encontraba ese día, en su lugar estaba un chico con cara amargada y voz cansada. Boris se formó detrás de una chica de cabello castaño y esperó mirando alrededor por si casualmente veía al chico de los ojos ausentes. Joder, sí que era un maldito acosador.

Cuando le entregó la credencial al chico bibliotecario observó un cabello pelirrojo que bailaba sobre la cabeza de una joven y a lado suyo un hombre que cojeaba levemente. Los dos caminaban alegremente adentrándose a las salas de la biblioteca. No era la primera chica de cabello de fuego que veía y, definitivamente, no sería la última, pero le sorprendía que la chica emanaba felicidad con sólo verla caminar.

–Oye, aquí tienes tu credencial –Boris volteó para observar al chico que ocupaba el lugar de Ruby.

El ucraniano asintió resignado recogiendo su credencial. Decidió dar una vuelta a la biblioteca por si encontraba un libro que le llamará la atención.

El Poeta | Boreo |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora