Errante.

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Caminar solo por los largos pasillos del liceo era lo que más me atemorizaba, ya que en cualquier momento... podría pasarme algo. O podrían hacerme algo. Ví el reloj mural que había afuera de la oficina del director.
¡Chucha, que estoy atrasado!
Como no tuve de otra me dispuse a correr, espero que el Edgar haya entrado y que no me estuviera esperando...
Así se ahorrará problemas con el Jaime y la pandilla de weones que tiene...
Son tres en total, el Jaime, que al parecer es el que comanda al otro par.
El Bestia, que es el más relajado, pero eso no quiere decir que sea el menos peligroso, de hecho, es más intimidante que el Jaime...
Y el Peshoh, este se junta con ellos solo por protección, era bastante weon, si. Asi que, se las arregló para aliarse con los otros. Parece que el Peshoh los sacaba de cualquier drama, ya que el papito de este weon, era el alcalde y el resto es historia.
Sí, ese trío es el terror de la zona y alrededores. Imaginense estar con ellos todo el día, aguantando todo lo que te hacen... Y no poder hacer absolutamente nada al respecto para si quiera rescatar lo poco de hombría y dignidad que te queda. Sí... es un calvario. Es mi último año, eso me da una ligera esperanza de que todo acabará.
Aunque... Muchas veces he querido acabar esto mucho antes. Me he intentado suicidar muchas veces, tengo la mala suerte de que el Edgar es mi vecino y puede oír todo. Mis padres jamás están, trabajan en televisión, y quedo totalmente a la deriva.
Sin embargo, cuando me siento así, cuando comienza mi mente a nublarse de pensamientos que no debería tener... Es insoportable no hacer algo para que todo se silencie en mi interior. El Edgar es una de las principales razones del por qué no me suicido ya. No podría dejarlo solo contra ellos. Es mi cable a tierra, por decirlo de algún modo.
Repentinamente, choqué con alguien y caí de costado al suelo.

-Perdón, no me fijé...-dejé la frase a medias, ya que al alzar la vista, vi un brazo, con múltiples tatuajes...

Mierda.

-Vaya, vaya... ¿El maricon Gaule andaba chupando pico ya? Chucha, que goloso. -me puse de pie lo más rapido que pude e intenté correr, alcancé a subir tres escalones antes de que me acorralaran en la pared con violencia
- ¿Para que correr, podríamos divertirnos un ratito? -comenzó a tocarme la entrepierna, nunca habia sentido tanto miedo en mi puta vida.

-S-sueltame conchetumare o voy a g-gritar. -el soltó una risa seca y comenzó a besar mi cuello, el grado de miedo había aumentado ahora mismo. Y lo peor... no podía emitir ni siquiera un grito. Porque lo intenté, y no me salía la voz. Por lo que empecé a forcejear con el, pero no dejaba de toquetearme. ¿Por qué... Yo solo... Quisiera morir...

-¿Qué weá estay haciendo, Bestia? -pegué un salto y alcé mi mirada a la persona que había hablado. Aunque no la podía divisar bien con mi vista nublosa debido a las lágrimas no derramadas, sabía exactamente quien era esa persona.

-¿Yo? Yo no estaba haciendo nada. ¿Cierto, Gaule? -asentí lentamente, presa del pánico. Al parecer, mi muerte llegó antes de lo esperado. Sentí como el tatuado esbozaba una sonrisa, luego me tomó de la barbilla obligandome a mirarlo, se estaba acercando a mis labios ¡Mierda, no!

-Oscar, para tu wea. -El Jaime había empujado al Bestia hacia atrás, no se veía miedo en sus ojos, era algo más... -Puede que este maricon tenga sida, weon. ¿Que wea ibai a hacer?
El Bestia solo respondió dando un bostezo y golpeando el hombro del Jaime mientras caminaba dejandonos solos...
Me reduje contra la pared, queriendo que esta repentinamente tuviera una puerta secreta y pudiera escapar de ahí. Del Jaime... Porque ya sabía que venia.
-¿Así que te queri agarrar al Bestia, culiao? Mira conchatumare, puedo aguantar que seaí fleto y andí siempre creyendote y burlandote de mi con el ruliento culiao de tu pololo. Pero no dejaré que te metai con los mios. ¿Estamos? -dicho esto golpeó la pared justo al lado de donde estaba mi cabeza, se acercó a mi oido, y farfullo lo siguiente con rabia.
- Si te pillo otra vez con alguno de mis amigos, haré que no vivas para contarlo.

Lancé una risita, luego otra... Y luego ya no pude parar de reirme como enfermo mental.

-Eres un enfermo culiao, Gaule.

Lo miré con una sonrisa cínica.

-Harto maricones salieron tus amigos... igual que tú no más. Apuesto que se meten el pico mutuamente.

Pude jurar que vi la sangre salir de mi boca cuando el Jaime me dió el puñetazo. No se como chucha no había nadie en el lugar que viera semejante escándalo. Me pateó las costillas, y creo que igual me pateó la cabeza. Y yo me retorcía de dolor, como una perra.
Sentí que me tomaba del cabello, intenté mirarlo, pero sentía la inconsciencia venir también.

-No te debiste meter conmigo, Gaule. Haré que desees estar muerto.

Luego de eso, todo se fué a blanco. ¿No debió ser a negro? Que extraño.
Oía voces extrañas, y también había un chico. Al cual nunca le pude ver bien el rostro, pero se alejaba de mi. Corría tras el, porque el lloraba. Me miraba y seguía llorando. Decía mi nombre, lo sabía. Pero no sabía cual era mi nombre. No sabía que hacía en ese lugar, solo quería saber qué estaba pasando...

Our Past. {Jaidefinichon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora