Misterios.

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Jaime.

Aquello fué por lejos... Lo peor que pude haber hecho. ¿Por qué cuesta tanto admitirlo? No está bien para ellos, y no soy de querer mostrarle a todos cuan feliz soy. Mostrar mi alegría, mi felicidad, mi amor... Me aterra. Sólo he soñado con el día en que finalmente pueda dar ese paso. Pero mi vida es tan ambigua, como este amor... Pero, aquel beso... Al pensar en ese beso, poco me importa lo demás. Solo quiero volver a su lado. Volver a sentir esa corriente electrica que me recorría el cuerpo entero al tenerlo cerca.
Tuve una manera muy infantil de pensar al ver que se desmayaba por un beso mío. Pero lo infantil se esfumó en cuanto no lo ví despertar, incluso cuando acariciaba su rostro con cautela y adoración. Podría quedarme así con él una eternidad. Pero necesitaba ayuda, el Edgar se llevó al Nico a su casa... Ahorraré las chuchadas varias que le solté en ese momento.
Decidí dejar el tema de lado e ir a despejar mi mente un rato. Caminé hacia el pequeño montículo de tierra que había camino al Liceo. Salté la muralla que me separaba de aquella inefable vista, y como siempre, lancé piedras hasta sentir como mi brazo se entumecía por el esfuerzo. En ese momento, mi teléfono sonó. Era un mensaje del Edgar. Al terminar de leerlo, lancé con todas mis fuerzas el aparato lejos. Estaba enfadado, dolido más que nada. Me senté en el suelo mientras con ambas manos sostenía mi cabeza. Queriendo sin éxito acallar mi cólera. No quiero más problemas con el Edgar, y mucho menos con él... Supongo que, es lo mejor alejarme de él. Sin embargo encontraré la forma de dejar que le hable mi corazón.

★ ★ ★

Las semanas transcurrieron normales en su totalidad, sin novedades. Eso sí, Nicolás se hizo amigo de la mitad del liceo, y también de Manuel. Edgar estaba bastante feliz por eso, su amigo había vuelto y estaba el Manuel a su lado. Todo estaba yendo de maravilla. Al menos para él.

¿Le habrá pasado algo a Nicolás?
Muchas veces sentía que alguien lo observaba. Sobre todo alguien detrás de los enormes pilares que sostenían la estructura del edificio.
Varias veces quiso averiguar quién sería esa persona. Pero, sin éxito alguno, decidió dejar de intentarlo. Ya que siempre al voltearse no encontraba a nadie observándolo. Sólo se encontraba con conocidos, y los saludaba para no quedar en vergüenza. Era una sensación familiar... Ya había sentido algo así anteriormente.
Pero todo comenzó a ser aún más confuso al abrir su casillero al terminar de hacer deporte una tarde de clases. Era una carta.

"Puedo cerrar los ojos, y cada vez que lo haga, seguiré viéndote. Tan hermoso, tan perfecto. Puedo cerrar los ojos, y cada vez que lo haga, seguiré sintiendo el roce de tus labios sobre los míos. Estoy desesperado, y mi corazón está roto. Estoy triste. ¿El por qué?
Pues... De todos los pedazos de mi corazón roto, te tocó el más afilado. No evito sentirme miserable por aquello.
Te amo. -J."

Por un segundo, Nicolás creyó que se habían equivocado de casillero. Pero aún así, quiso conservar esa carta. La sentía... tan suya. No parecía ser la letra de una chica. No, esta letra era desordenada, pero a la vez tan pequeña. Que la hacia ver de algun modo, ordenada. En el camino a su casa, volvió a leer la carta y sin saberlo, sonreía.
Así fué recibiendo cada día una carta de parte de un completo desconocido. Enamorándose sin saberlo aún. Llegó el día en que no aguantaba más misterios y fué más temprano a su casillero, para ver si lo encontraba. Encontró a una persona con un poleron ancho, y con gorro alejándose de su casillero, le gritó, pero no volteó ni una sola vez. Y se perdió en la multitud de liceanos que salían de sus salas.
¿Por qué no se muestra y ya?
Todos estos sentimientos extraños lo estaban abrumando, sólo quería saber de quién cresta se había enamorado. Lo admitió, porque estaba clarísimo. ¿Cómo una simple carta podía dar rienda suelta a una explosión de sentimientos maravillosos y encontrados? ¿Cómo una simple carta le hacía sentir tan amado? Porque la escribía él. Ya le había dicho que era un hombre. Pero a él no le importaba aquello. Le importaba solo él tenerlo a su lado. Con un suspiro cansado, abrió su casillero para encontrarse con una nota. No eran las cartas que le daba su amado desconocido. Sus cartas estaban siempre con un aroma hipnotizante y bastante pulcras. Esta, parecía ser una nota escrita a la rápida.
¿Qué chucha?
Nicolás al leer la nota, se intrigó bastante. No podía ser él mismo quién le pidiera eso...

"Te espero mañana después de clases en la parte trasera del liceo."

Esto sí que era extraño, con mucha incertidumbre en su corazón, siguió sus clases normalmente, necesitaba un consejo urgente.

Nicolás.

Estaba más nervioso que la cresta. No podía creer que finalmente conocería a su amado desconocido. El Edgar me retaba y me decía que tuviera cuidado con lo de las cartas y que le dijera siempre que recibiera una. No fuí tan tonto como para mostrarsela, asi que no le dije nunca más sobre las cartas que me llegaban. No tuve problemas en adaptarme a las clases, mis dolores de cabeza disminuyeron notablemente gracias a un nuevo tratamiento que el papá del Edgar me recomendó. Así que todo estaba super bien. Pero seguía teniendo esta inquietud, la que todos sentimos al saber que algo pasará. Quisiera conocer al chico que me dice las cosas más hermosas que jamás en mi vida me habían dicho. Sí, debo conocerlo. Y entregarle la carta que escribí para el. Parezco una pendeja enamorada... Pero, es así. Creo que realmente me enamoré de este weon. Quiero hacerle muchas preguntas, como el por qué me ama. Cómo nos conocimos. Desde cuando comenzó a sentir cosas por mí... Según sus cartas, jamás hemos hablado en persona. Sólo el que nos besamos una vez. Mierda... ¿Cómo pude olvidarme de tal cosa? ¿Por qué precisamente tuve que olvidarlo a él? ¿Cómo será besarlo? Muchas veces lo soñé. Debe ser... Una persona maravillosa. Volviendo a la realidad me dirigí a la casa del Edgar, golpee muy fuerte. Como si estuviera tocando una batería. Este weon parece que no estaba. De pronto abrió la puerta, rojo como un tomate, sin polera y respirando apresuradamente. ¿Qué chucha?

-Eh... ¿Estabas ocupado?

Se veía nervioso, así que sólo entré dándole una palmada en el estómago. Al entrar, no pude evitar reírme como un enfermo.

-¡Ohhh, weon! ¿En serio estabas haciendo zumba? No wei.
(¡¿QUE ESPERABAN?! 7u7)

Me seguía riendo y el Edgar pasó a mi lado dándome un empujón y apagando la tele. Este weon era un chiste.

-Pucha, pero si estoy gordo weon.

-Estai' loco, pareces un modelo, Edgar. Un modelo de Calvo Klain.

Voltee a verlo y el weon ya se había puesto la polera. El weon veloz.
Me senté en el gran sofá del living mirando al techo, mientras ideaba una mentira que decirle al Edgar para que no me esperara después de clases.

-El weon patudo... ¿Qué te trae por aquí, amiguito?

Lo miré en el momento justo en que se me había ocurrido la excusa perfecta.

-Edgar, mañana me vendrán a buscar mis papás. Capaz que me retiren antes o no sé. Dijeron que te avisara para que no te preocuparas.

-Ah wenon, me iré con el Yelo entonces.

¿El Yelo? Ah, verdad que este weon le puso así al Manuel. Que sobrenombres más weones tienen algunos...

-Weno compañerito. Ah, y otra cosa. Te tengo el medio cahuín.

El Edgar me entregó un vaso con jugo, y empecé a confesarme.

-Ya, mira. ¿Te acuerdas del Matías? Bueno, lo que pasa es que es gay y la wea. Y se iba a juntar con un tipo que le dejaba notitas todos los días. Pero le llegó una nota media extraña cuando le dijo que se juntaran. Se enamoró de él y toda la cosa. Así que me pidió un consejo, y le dije que no fuera. Que lo podían hasta matar y vender cada trozo de su esquelético cuerpo. Se asustó y ahora te vengo a pedir un consejo de verdad para él, como que no sirvo para estas cosas.

Ojalá me crea, ojalá me crea, ojalá me crea, ojalá me crea.

-Mmm, pucha, igual media rara la wea. Pero capaz que estén enamorados, así que yo encuentro que debería ir y sacarse la duda si tanto lo ama.

Tomé un sorbo de jugo a la vez que sentía una oleada de alivio recorrer mi cuerpo. Muy bien, muy bien.

-Eddieflan, tienes toda la razón. Ya weon, me voy. Tengo tarea, está super fácil. Más rato te hablo por Skype.

-Chao, loquito wum. Nos vemos.

Me desordenó el pelo antes de salir, este weon cree que por ser alto tiene el derecho de tocar mi pelito. Patuo'.
Ya, mañana es el día. Y estoy muy ansioso.


Our Past. {Jaidefinichon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora