5.-El comienzo del fin

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Sé que Vanko está ocupado con ella, así que no pienso escribirle ni hablarle. Tengo claro que probablemente estén enrollados en las sábanas de un hotel mientras ella logra envenenarlo con cada mirada y cada beso. Sigue sin entrarme en la cabeza porque Vanko necesita estar con ella, más allá de un negocio. No lo entiendo. ¿Por qué? ¿Es que necesita sentir ese amor falso cuando tiene el mío que es lo más puro que hay? Veneno. Todo ella es veneno.

Camino por la habitación mientras Matis canta de manera suave, pasando los dedos por su pantalla de manera aburrida. Sé que tampoco me estoy portando bien con él, sé que debería estar más presente en su vida, pero ahora mismo me es imposible. No mientras mi hermano esté atrapado en las garras de un animal así.

—Vanya, te estás obsesionando.—Dice Matis llamando mi atención. Me giro de golpe para mirarlo, apartándome de la ventana. Él sonríe al ver que me acerco pero no se mueve.

—¿Yo? Para nada.

—Yo creo que es bueno. Vanko está feliz y os irá bien para los negocios. ¿Qué tiene de malo?

—Que ella está loca.

—Todos estamos locos.

—No, no como tú y yo. Nuestra locura es sana.—Le digo mientras me siento en uno de los sofás de mi habitación. Él me mira en todo momento, siguiendo mis gestos con los ojos clavados en mi piel.

—Depende de a quien le preguntes.

—Yo solo quiero que Vanko se tome ese enlace como lo que es. Un negocio. Pero no, va por ahí comprándole flores, diciéndole que es la mujer más bonita que ha visto y no se que más.

—Porque está enamorado. ¿Qué ya no te acuerdas de lo que es?—Me lo pregunta con las cejas en alto, sacándome una sonrisa. Por supuesto que recuerdo lo que es, lo recuerdo cada día y solo por eso no he atentado contra la vida de Alyeska, porque sé que perderla, romperá a mi hermano y es lo último que quiero.—Vanko tiene derecho a vivir su matrimonio como quiera.

—Aún no están casados.

—Pero queda poco.

—No si puedo evitarlo.

—¿Y qué entonces? ¿Crees que él te lo perdonará?

—Sí. Porque tendrá toda la vida para hacerlo. Pero si se casa con ella, seguro que la zorra esa lo matará cuando estén follando en unos meses.

Matis se ríe y esta vez si se levanta, dejando su móvil en la cama, que brilla con la pantalla encendida. Se acerca hasta quedar arrodillado en mis piernas, mirándome desde abajo con esos ojos capaces de enternecerme por completo.

—Vanya, no te metas. No la conoces, ni yo tampoco. Solo Vanko conoce la verdad de ella.

—Vanko está ciego.

—Entonces tienes que dejar que se de el golpe y luego estar ahí con él para limpiarle las lágrimas si fuera necesario.—Me sonríe de manera cálida, haciendo que me revoloteen mariposas en el pecho. —¿Vale?—Asiento una sola vez y él apoya la barbilla en mi rodilla. —Vamos a divertirnos. Déjame que te quite esos pensamientos de la cabeza.—Sonríe maliciosamente y me mira la entrepierna.


La puerta suena tres veces, haciendo que el eco del timbre retumbe por todo el salón, suba por las escaleras y me llegue al despacho. Espero durante unos instantes pero nadie parece abrir la puerta por lo que me levanto de mi silla y me encamino hacia la puerta. ¿De qué sirve tener servicio si nadie hace su maldito trabajo? Bajo cabreado por las escaleras mirando a todas partes por si veo a algún mayordomo o sirvienta, pero nadie, como si todos estuvieran descansando o se hubieran marchado a casa.

—¿Hola?—Pregunto en la puerta pero nadie contesta. Miro en la pantalla de la entrada y veo una caja, un paquete, uno grande y de aspecto acartonado. ¿He pedido algo? No que yo sepa pero quizás Vanko... Abro la puerta molesto, cabreado con el mundo, no solo con el servicio por no atender la puerta, sino también con el repartidor por irse así o incluso con Vanko por no avisarme de que iban a dejarle algo. Me agacho para abrir la caja que viene precintada a la perfección, con cinta aislante, sin remitente ni sellos. ¿Qué es esto? Tiro de la cinta con las uñas durante unos segundos hasta que logro abrir la caja.

No puede ser. Suelto la caja al momento y me caigo al suelo, totalmente impactado. Mi cabeza rebota contra el mármol y todo da vueltas.

Kravchenko ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora