Kravchenko ✔️

1.-Nadie quiere la unión de vuelta

Repaso docenas de veces la propuesta, pero hay algo que no me gusta en todo este asunto. Algo huele mal, demasiado mal, incluso para haber rusos de por medio. Veo como Vanko alisa su traje, sintiéndose totalmente confiado de este asunto. Quisiera poder sentir lo mismo que él, pero no puedo. Se mira en el espejo mientras el sastre acaba de pasarle un rodillo que atrapa cada mota de polvo, hilo o pelo que pueda haber. Su traje gris oscuro combina a la perfección con sus zapatos y el pañuelo que ha escogido, absolutamente perfecto. Vanko siempre ha tenido un gusto impecable para la ropa, incluso de niños lo hacía. Ni una sola mancha podía estropear sus conjuntos, lloraba y gritaba hasta que nuestra madre lo arreglaba. Observo al resto de nuestros primos, mirando curiosos mientras otros charlan sobre los Sokolov. Algo en ellos huele mal, no solo lo obvio, sino que... no lo sé. Después de lo que pasó hace veinte años entre los Itchenko y ellos no sé si una unión es lo más inteligente. Los Sokolov al igual que los Itchenko son familia, entre ellos puede haber guerra pero ella, la chica que Vanko pretende desposar los une a todos. Esa estúpida chiquilla une a las peores y mejores mafias de toda Rusia y esto es...

—Tienes mucho en la cabeza.—Dice Vanko mientras me pasa una copa de ron. Huele bien, no lo puedo negar, así que se la acepto.

—Alguno de los dos tiene que pensar, ¿no?—Le digo en broma aunque realmente es cierto. Vanko no es bueno planeando, eso es algo que tengo claro, al igual que nuestro padre. Sin embargo, sorprendió a todo el mundo anunciando sus planes. Casarse con la actual cabeza de los Sokolov, Alyeska Zolotova. Nuestro padre se sorprendió y le felicitó por tener iniciativa porque desde luego una unión así nos beneficiaría mucho. ¿Pero a que precio? ¿Quién quiere juntarse con rusos? Le doy un trago largo a la copa y aprecio el ron, que debe ser añejo. Casi puedo notar la madera de roble en mi boca, fundiéndose con el resto de matices mientras Vanko sonríe de oreja a oreja. —¿Cómo de seguro estás de esta chica?—

—Lo suficiente, hermano, todo irá bien, de verdad.—Me asegura mientras me guiña el ojo. Sé que no debo preocuparme tanto, al fin y al cabo él es el jefe y mi hermano mayor, supongo que sabe lo que hace. —Dicen las lenguas que es muy hermosa.—

—No te dejes engañar. Las lenguas también dicen que tú lo eres y todos diferimos.—Digo en alto haciendo reír al resto de nuestra familia. Uno de nuestros primos se acerca, ajustándose la corbata mientras nos sonríe y levanta una copa de champán a modo de brindis.

—Primos, gran paso daréis hoy.—Dice de la nada.

—Esperemos que sea un paso estable, ¿verdad Vanko?—Le digo levantándome del asiento mientras él me pone una mano en el hombro.

—Será una esposa estupenda. Me dará hijos varones, quizás dos niños. Dos niños que lleven mi apellido y que sean el futuro de toda Ucrania y Rusia. Le devolveremos la gloria a la unión.—

—Nadie quiere la unión de vuelta, Vanko.—

—Al menos en ese momento éramos hermanos, primos, tíos, no como ahora, con europeos metiendo la nariz cuando no se les llama.—

—Suenas como papá.—Le digo sabiendo que eso para él es un halago pero es en realidad un insulto. Nuestro primo se ríe y choca la copa conmigo.

—Si suenas como él, sí. Estoy seguro de que tienes su visión en los negocios, primo.—No sé si intenta ser amable, un lameculos o de verdad lo piensa, pero me pone los pelos de punta. ¿Por qué nadie más tiene esta sensación en la base del estómago que me dice que esto es mala idea? ¿Y si ella es un horror? ¿Y si es una desgracia para nuestra sangre? ¿Y si es simplemente fea, estúpida y gorda?

—Hablando de negocios y de tu inversión en la familia... ¿La has visto ya?—Le pregunto a Vanko delante de nuestro primo para que se corra la voz. Ambos lo miramos y él niega con la cabeza.