Capítulo 4

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Feliz Cumpleaños, Thomas Jones.

No podía pasar alimento. Ni tomar agua, tenía el estómago apretado por los nervios. El corazón me bombeaba sangre que sentía que iba a salirse del pecho. Tenía una sensación de pesadez en las extremidades, incluso creo que se me olvidaba respirar en ocasiones. La mente se me nublaba y hacia que olvidara todo el plan. Sabía que si fallaba nos iban a matar y esa idea hacía que fuera un manojo de nervios.

Thomas, no era estúpido y cuando creían que lo podía hacer, él salía con un as bajo la manga y eso era lo que más nerviosa me ponía. Necesitaba relajarme porque esta era mi oportunidad de salir y no iba a desaprovecharla.

— Hanna, si no te sientes bien no hagamos esto—.Comentó Xiomi, con calidez en su voz, yo negué.

No podía seguir un segundo más aquí. Cada segundo en esta casa era un intento de suicidio y no me apetecía morir y mucho menos en las manos de Thomas, primero muerto él.

—Solo sigue el orden del plan— le coloqué mis manos en sus mejillas—Te lo recuerdo, no es difícil. Espérame abajo del camión, es todo. Que no te vean por favor.

Era un sábado a las 12 de la noche que uno de los mafiosos con más poder en Inglaterra cumplía años. La gente seguía llegando y me sorprendía la cantidad de personas que conocía Thomas, unos más elegantes que otros, unas más decentes que otras. Había de todo un poco y yo en este mundo me sentía como la presa en medio de una masacre.

Mi madre estaba dichosa, le daba la bienvenida a cada persona como si ella fuera alguien importante de la realeza y eso hacía que me llenara de ira porque estaba completamente enamorada de un violador, matón, mafioso, drogadicto y todo lo que sea malo.

Mi padre y este ser eran personas completamente diferentes y sabia que mi padre en todos estos años se estaba revolcando en su tumba.

— Sonríe a la cámara hija— me jalo del brazo mi madre. Pero no sonreí, en cambio mostré mi mejor cara de culo.

—Suéltame mamá, no quiero estar aquí —me solté del brazo y ella me fulminó con la mirada.

Sonrió a un grupo de personas para luego clavar sus uñas en mi brazo, yo apreté los dientes para contener el dolor. Se acercó a mí tan cerca que su respiración se mezcló con la mía-. Si tu padre ve que te estás comportando de esta manera...

—Ese maldito señor no es mi padre, que te quede claro de una buena vez—. Me volví a zafar de su agarre y caminé al patio.

Mi vestido blanco y mi diadema se veía bien pero quizás no en mí. Fue lo que pensé cuando me miré en el gran ventanal que da paso a la piscina. Describía a una niña inocente y pura y yo estaba lejos de esa realidad.

Escuche como todos aplaudían cuando llego Thomas y se abajo de la camioneta imponiendo poder con solo respirar. Daba miedo, a mí me daba miedo. Con solo verlo volvía esa sensación de querer buscar oxígeno, me costaba respirar por el pánico que él causaba en mí y yo necesitaba terminar con eso.

Dicen que las mujeres tienen poderes. Que con solo una facción podía hacer que el mundo ardiera, que con una palabra tendrías todo el poder de manipular a un hombre y eso lo había aprendido a mis 15 años. Sabía que Thomas, tenía una obsesión conmigo, una muy asquerosa pero la tenía y quizás esa era una ventaja para seguir con vida o un boleto para irme directo a la tumba.

Después del Dolor[En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora