CAPÍTULO 4. NERVIOS DEL MOMENTO.

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La casa está igual que siempre, solitaria. No me extraña, mamá se pasa todo el día trabajando, o eso dice. Y mi hermano pues supongo que se la pasa en la calle con sus amigos o en su cuarto. No sale para nada de ese espacio, pero no lo culpo ya que yo me paso todo el día en mi lugar y sin amigos que es peor, pero yo lo llevo bien, me divierto sola. Hay un dicho que dice mejor sola que mal acompañada, ¿no? Pues eso, mejor sola. Ya he sufrido bastante por confiar en las personas... pero da igual, no quiero pensar en eso ahora.

-Y veo que está igual de siempre... Dice mientras anda hacia dentro dando vueltas por el salón mirando a su alrededor.

-Bueno, si... Dice bajando la mirada intentando no llorar.

Sarah se da cuenta y sin saber qué hacer lo abraza muy fuerte. –Ey... no te preocupes, todo mejorará.

Su hermano le corresponde el abrazo. –Si seguro, pero da igual... yo lo llevo bien. Enderezándose para no derrumbarse delante de su hermana pequeña y parecer fuerte.

-Sí, ya veo... bueno, a lo que íbamos. ¿Qué hacemos aquí? Para cambiar de tema.

-Ah si, eso. Venga vamos. La coge del brazo delicadamente y la lleva a su habitación muy emocionado mientras Sarah arquea los ojos un poco harta.

-No sé para qué te lo cuento, de verdad. Dice mientras se sienta en la cama cruzando los brazos con mala cara.

-Venga ya, tampoco es para tanto. Solo te ayudaré a vestirte para tu cita. Las palabras de su boca salen muy rápidas, estaba demasiado emocionado como para hablar bien. No puede creer que al fin vaya a ayudar a su hermana con un chico. De un momento a otro empieza a sacar ropa y más ropa del armario, era una locura y cuando me di cuenta había más ropa encima de la cama que en el armario.

Después de mucha indecisión, malentendidos, desacuerdos y frustraciones, consiguieron ponerse de acuerdo con el oufit que llevará para su ''cita''.

Después de comer estuvieron hablando para ponerse al día de todo. No se veían desde hace mucho tiempo y tampoco hablaban. No por nada en especial, simplemente no tenían tiempo por los estudios. Hasta que llegó la hora de prepararse para la cita.

-¡Sarah, son las cinco y media! ¡Corre a cambiarte que no te va a dar tiempo! (Estoy hasta incluso más nervioso que ella, se supone que es su cita y no la mía. Será de la emoción del momento). Piensa.

-Si si, ya voy. (¿Por qué tanto estrés? ¿Qué necesidad? A ver, a quien le voy a engañar, estoy muy nerviosa pero hago como que no lo estoy. No quiero que piense que me gusta, porque no es así, creo...).

Sarah va a la habitación a arreglarse mientras su hermano la espera impaciente sentado en un sillón que había en el salón de juegos. Jugaba con un cubo de rugby para pasar el rato. El tiempo pasaba y ella no salía, estaba cansado de esperar tanto, su paciencia se fue.

-¡Sarah sal ya! ¿No querrás llegar tarde a tu cita, no? (No entiendo como las mujeres pueden tardar tanto en arreglarse, solo es un vestido) piensa indignado.

-1, no es una cita y 2, no seas tan impaciente, me estoy terminando de peinar. (¿Por qué los hombres tienen que ser tan impacientes en estos momentos? Solo tienen que esperar) piensa molesta frunciendo el ceño.

-Aja, y si no es una cita ¿Qué es? Listilla. Con voz desafiante y coqueta.

-Amm... bueno... es... *ríe nerviosa sin saber que decir* cita de amigos... si, eso es, solo AMIGOS. Se escucha el sonido de la puerta abrirse y su hermano levanta la mirada del cubo de rugby rápidamente posicionándola directamente en todo su ser, de pies a cabeza.

-Wow... estás... mm... *ríe muy nervioso por haberse quedado sin palabras* guapísima... Sus ojos se le abren como platos, y eso hace que su boca abra en forma de asombro. –Perdón, pero es que de verdad no sé qué decir... sin palabras, solo GUAPÍSIMA. Dice con sonrisa de orgullo sabiendo que le ha ayudado a escoger su ropa.

Sarah solo se posiciona de forma un poco incómoda y nerviosa, no estaba acostumbrada a llevar vestidos, y menos tan cortos y pegados. Lleva un vestido negro que se pega completamente a su piel, es corto pero no tanto y parece de una tela fina pero resistente, de buena calidad. Unas botas altas negras que le estilizan sus piernas. En su hombro izquierdo lleva colgado un bolso de color blanco roto que le contrasta con su vestido oscuro, pequeño pero lo suficientemente grande como para meter su móvil y cartera. Su pelo está recogido en una larga y preciosa cola de caballo, un poco despeinada pero eso es lo que le da el toque, con unos cuantos mechones que se le salen y le queda por su rostro. Maquillaje muy simple, tanto como que no lleva, solo un poco de rímel y cacao.

*Ríe tímidamente* -Gracias... Mantiene una postura de pie, que se ve claramente lo incómoda e insegura que se siente. Su hermano lo nota.

-Ey, ey, ey, ey. Acercándose a ella. –Estás preciosa, hermosa, guapísima, diosa... No te avergüences de tu cuerpo, por favor... Te lo prometo, eres la chica más guapa de todo el mundo. Le sonríe tiernamente, Sarah le devuelve la sonrisa no muy convencida.

-Gracias, pero igual yo no me veo con est... El timbre la interrumpe.

-¿Es él? Se le ve muy entusiasmado y ansioso.

Sarah se pone muy roja y nerviosa, y empieza a jugar con sus manos y a moverse por el salón como loca. –Sí, es él. Le di la dirección cuando estuve cambiándome para que me recogiese, y... (Dios mío si me libras de esta, te juro que a partir de ahora te creo).

La interrumpe al verla tan nerviosa. –Venga, ahora relájate, toma aire y sal ahí con tu chico. La abraza.

Ella le sigue el abrazo. Respira hondo. –Gracias... Seguía abrazándole. Pero se separa. –Me tengo que ir adiós, te quiero. Va hacia la puerta.

-Sí, yo también. Pásatelo bien en tu ''cita de amigos''. Dice en un tono irónico.

-Lo haré. Saliendo por la puerta ignorando su comentario.

Sarah.

Salgo de la puerta, y no puede ser lo que estoy viendo. A Marc apoyado en una moto con dos cascos, supongo que uno para él y otro para mí. Pero como me voy a subir a la moto... llevo vestido y además si me subo de paquete en una moto, significa que me voy a tener que agarrar a él para no caerme... y de su cintura... ¿qué? No, eso sí que no. Me podría roja como un tomate y parecerá que me gusta... Pero, obvio no, claro. No. No me gusta... Creo... No, no, estoy segura. Piensa no muy convencida. ¿y si no me gusta, por qué estoy nerviosa? solo es un amigo. Si, eso. Solo serán los nervios del momento... se pasarán, si, seguro. Respira todo lo hondo que puede con los ojos cerrados y va hacia la moto.

-¡Hola, Marc! Saluda con la mano tímidamente y nerviosa.

Tocaremos la luna juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora