CAPÍTULO 6. MOTES.

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Hubo unos minutos de silencio por la confusión y duda. Se miraban a los ojos y jugaban con sus manos por los nervios, pero Marc decide romper la incomodidad del momento.

-Vaya... mm... que casualidad ¿no? Puede ser que sea el destino que nos quiere juntos.

-Puede que sí o puede que no. Se miran con cara de coqueteo y se ríen a carcajadas. Se quedan mirando fijamente, pero cada uno pensando en lo suyo, como si estuviesen cada uno en su planeta.

Sarah: (no voy a negar que vaya a ser un poco raro todo esto... Mi hermano es el mejor amigo de ¿mi amigo? ¿Conocido? ¿Amigo especial? No sé ni cómo llamar lo que tenemos, supongo que somos el principio de algo. Aunque piense que es extraño, a lo mejor no lo es tanto. Quiero decir, sería muy emocionante el hecho de ser hermana del mejor amigo de tu futuro nov... quiero decir amigo, sí, eso... amigo).

Marc: (vale... ¿en qué momento hay tantas casualidades en la vida? Es decir, obviamente me alegro de que sea su hermano, por el simple hecho de poder pasar más tiempo con ella y poder tener una relación más cercana, pero... no sé, se hace raro el que tu mejor amigo sea hermano de tu... emm... ¿Cómo debería llamarla? ¿Amiga? ¿Mejor amiga? Al fin y al cabo es la única que tengo.)

Pasó como diez minutos y seguían mirándose atontados. Sarah vuelve de su viaje astral y se da cuenta de la cara que están poniendo. Mueve la cabeza de un lado a otro, como volviendo a la realidad. Traga grueso antes de hablar.
-Vale, tengo que admitir que ha sido mucha casualidad, pero la verdad me alegro. Se acomoda en el sofá echándose en el respaldar y encogiendo los pies para intentar el menor contacto de piel con Marc.

-¿Te alegras? Imita a Sarah poniéndose en el otro lado del sillón dejando el máximo espacio posible entre los dos para no causarle incomodidad. –Explícate mejor, enana.

Arruga la nariz indignada y seria. -Primero de todo, no me vuelvas a llamar así, porque uno, no me gustan los motes y dos, no soy una enana. Y respecto a lo que te acabo de decir... si, me alegro de que tu mejor amigo sea mi hermano y no alguien que no conozco. Porque pienso que a mi hermano ya lo conozco y sé que te viene bien, y tú le vas a hacer bien a él a partir de ahora. No sé... me gusta como quedan vuestros nombres juntos. Isaac y Marc. ¿A ti no? Se cruza en brazos con mueca de duda.

Se mantiene serio arrugando la frente intentado no reírse. – Em... vale. Uno, ya tengo el mote perfecto para agregarte en contactos, cuando me des tu número, claro. Y dos, me alegro que te alegres. Vale ha quedado un poco rara esa frase, pero de verdad lo hago. Me gusta que seas la hermana de mi mejor amigo. Se mueve intentando cortar distancias entre ellos hasta que sus ropas rozan y su mano toca la de ella suavemente.

*Ríe nerviosa*. –Si lo primero que me has dicho ha sido una indirecta para que te de mi número de teléfono, lo has conseguido. Él sonríe victorioso. –Pero... con una condición.

-Ya sabía yo que no iba a ser tan fácil convencerte. A ver... ¿Qué condición? *ríe*.

-Fácil. Que no me agregues como enana. Se le forma una sonrisa de lado victoriosa mientras lo mira.

-Ui enanita... eso no es muy fácil porque sí que eres una enana, pero quiero tu número, así que acepto. Le estrecha la mano y ella se la coge un poco dudosa y enfadada porque la había llamado por el mote que hace menos de cinco minutos le dijo que no le gustaba, pero la aceptó igual haciendo un movimiento de trato hecho.

Sarah: mientras Marc me llevaba a mi casa en su moto yo seguía pensando en qué mote ponerle para que también se enfadara, pero no se me ocurría nada. Noté como poco a poco se paraba la moto y mi pecho se unía más a su espalda marcada, y cómo sus músculos se tensaban más y más mientras yo me apretaba más contra él. Paró la moto justo delante de mi casa y bajamos. Nos quedamos mirándonos unos segundos y en acto seguido me ayudó a quitarme el casco con delicadeza, luego hizo lo mismo con el suyo dejándolos colgando en la moto.

Le di un beso en la mejilla antes de dar un paso atrás. Note como sus pómulos se marcaban más después de darle el beso, y como sus mejillas se enrojecían cada vez más. –Bueno... gracias por este día, tomatito. *Reímos a carcajadas*

-¿Tomatito? Aún riéndose.

-Sí, estás como un tomate ahora mismo, ¿no estarás nervioso, no? Le digo con tono burlón mientras lo miro con cara pícara.

-Para nada. *Ríe intentando ocultar sus nervios*. Bueno, em... de nada, y hasta otra, enanita. Dice subiéndose a la moto y poniéndose de nuevo el casco.

Mientras se va alejando poco a poco de mi casa lo miro con rabia, sabe que no me gusta ese mote, y no me ha dejado reprocharlo.

Tocaremos la luna juntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora