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Continuaron con el recorrido, había muchos lugares que querías enseñarle, claro que morirás de risa cuando estuvo a punto de vomitar cuando subieron a la montaña rusa, y no perdiste ningún detalle de como sus ojos se iluminaron al ver la ciudad en todo su esplendor desde lo alto de la rueda de la fortuna, el atardecer pintaba de color naranja y los últimos rayos del sol pegaban en su rostro,  lo hacían cerrar sus ojos, esos hermosos ojos color esmeralda, lo mirabas desde lejos y la escena por si sola era encantadora, transmitía paz.

Te acercaste hasta él diciendo: -Ya se a donde iremos ahora-
-Dime-
-A la casa de los sustos-
- ¿Es enserio?- cuestiono
-Hablo enserio así que no te rías, y no te puedes negar porque ya compre los boletos, anda- jalaste su mano y corriste

Cuando llegaron a la entrada, pudo sentir como un flujo de energía maldita inundaba el lugar, entonces se pregunto si sería buena idea entrar, pero de verdad quería que pasaras un buen rato y parecía que eso te gustaría así que siguió caminando contigo.

No pudo evitar sonreír ligeramente cuando algún monstruo de cartón saltaba de repente y tu le sujetabas fuerte el brazo acercándote  más a él.

Al caminar por un pasillo, llamo su atención lo que dos jóvenes comentaban
-Wow, esa cosa se ve muy real, tengo miedo- decía uno de ellos señalando hacía una esquina y con una cara llena de terror
-Allí no hay nada, ¿De qué hablas? Contesto su compañero.

Fue cuando el rubio se percató de la maldición que se encontraba en el lugar, no había mucho de que preocuparse era una de grado 4, se quedo allí estático pensando en si terminar con ella o no, de pronto sintió como alguien lo tocaba por detrás, no pudo evitar soltar un pequeño grito y saltar de el susto que recibió

-¡Ah! Niña eres tú ¿Qué haces?-
-Hahahha- no dejabas de reírte -Hubieras visto tu cara, ¿No me digas que de verdad crees en los fantasmas y esas cosas?

-No en los fantasmas como tal, pero si en cosas como, ah no se como decirlo tal vez otra presencia extraña, que puede ser peligrosa, ¿Y tú? ¿Crees en eso?

-Ohm antes no, pero recuerdo que cuando era pequeña, otra chica de mi vecindario, me decía que veía cosas, criaturas extrañas y horribles, nadie le creyó, algunos la llamaron loca, pero yo, no se, algo me decía que no mentía, así que entiendo a que te refieres-.

-Bueno el mundo esta lleno de posibilidades- respondió Nanami, pensando en que tal vez algún día podría decirte que su trabajo era precisamente mantener a otros a salvo de esas malvadas criaturas.

Terminaron el recorrido, cuando le dijiste: -Creo que fue una perdida de dinero y tiempo, nisiquiera da un poco de miedo-

¿Enserio? ¿Y porque sujetabas mi brazo cada que aparecía una figura de cartón con cara de zombie?

-Bueno tal vez si me asusto un poquito- dijiste con una risilla.

-Oye Nanami, ya se que más quiero hacer antes de irnos-

-¿Qué?-

-Ven, acompañame-.
-¿Una cabina de fotos, eso buscabas?
-Sip, quiero recordar este maravilloso día que pase contigo-

Dentro de la cabina estaban decidiendo que poses hacer, tomaron varias haciendo caras graciosas o muy serias, ambos se reían, y cuando estabas por salir te tomo del brazo y dijo: -Espera, una más- te sentó sobre sus piernas, y dando un beso en tu mejilla se tomo esa ultima foto contigo.

-Listo, creo que hemos salido muy bien- dijo el rubio.

-Yo conservaré está- menciono guardando la foto contigo en sus piernas y besándose -Es mi favorita- estaba muy distraído viéndola que no noto cuando te alejaste caminando, hasta que te vio parada cerca de una pequeña plaza donde habían montado una pista de baile, y las parejas danzaban al ritmo de la música.

-Me encantaría hacer eso contigo Nanami, pero no quiero avergonzarte o ponerte incomodo en publico, no te gusta hacer ese tipo de cosas, pero a mi sí- hablando pa ti , notar su presencia a tu lado te hizo salir de tus pensamientos.

-¿Qué pasa Pequeña? Pregunto
Algo dentro de él sabia lo que pasaba, la melancolía en tus ojos mientras veías a las otras parejas bailar se lo decía, ojala no fuera tan formal y correcto, ojalá no le importaran las apariencias y lo que otros pudieran opinar, pero era algo que no era muy fácil dejar.

-Nada, será mejor que nos vayamos, ya es de noche, y estoy cansada-

-Vamos- así salieron de la feria, mientras caminaban el te tomo de la mano entrelazando sus dedos,  eso te sorprendio, pero no te importo que lo hiciera, no importaba nada ni nadie, solo eran ustedes dos caminando por las solitarias calles de Tokio, recargaste tu cabeza en su brazo y siguieron su camino hasta la entrada de tu edificio

-Hemos llegado niña-
-Sí, muchas gracias por acompañarme hoy, no quiero olvidar jamás este día, ¡Te quiero Nanami!

El rubio te dedico la mejor de sus sonrisas y se fue a casa, al llegar se quito el saco y la corbata, se tumbó en el sofá saco la foto que se habían tomado, sonreía mientra la veía, y dijo: -Yo también te quiero niña-.

You and I | Nanami Kento |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora