Abelardo en medio de un espeso bosque lleno de neblina se despertó un poco atontado. Yacía tumbado en el suelo del frondoso lugar. Sentía frío, al tocarse el pecho se dió cuenta de que no llevaba ropa y su collar con el ojo egipcio ya no lo tenía.
Sólo cuando trató de ponerse en pie, supo que su situación era realmente crítica. No podía levantarse del cuerpo, su parte baja le pesaba mucho, cómo si un gran peso estuviese impidiendo que moviera sus piernas libremente.
Sin dar crédito a sus ojos, los cuales se frotó varias veces, el joven príncipe se alarmó al darse cuenta que ahora tenía no un par de piernas sino dos, además no eran humanas sino de animal.
-¿Qué es todo esto?- dijo asustado el joven príncipe palpando sus nuevas extremidades- ¿Dónde estoy?
Con dificultad, Abelardo logra ponerse en pie para evaluar que su cuerpo ya no sería el mismo, ahora se había transformado en un centauro y gritó de impotencia y terror.
-Abelardo- susurró Helena al despertar. Estaba todavía en el jardín del castillo y llovía a cántaros. La doncella se levanta toda mojada y con el vestido sucio. Para su asombro, ahora existía una torre en medio de aquel jardín. No tenía entrada pero sí una ventana en lo alto. Allí asomada, estaba la reina Yolanda.
-¡Alteza!- gritó Helena perturbada y corrió hacia la torre, constatando que no tenía forma de entrar- pero ¿Cómo?...
-No puedes hacer nada aldeana.Helena se giró en dirección de dónde provenía la voz y miró llena de ira a la culpable de todo ese caos. No le importaba nada, estaba decidida a encarar a Ágatha.
-¿Cómo pudiste hacer esto? ¿En dónde está Abelardo?- le dijo desafiante Helena a la nueva reina, quien se acercó a la joven con un aire de superioridad en su perfecto rostro y le contestó:
-Mi hermano ya no volverá, me encargué de eso. Así que si eres inteligente saldrás de este sitio y nunca volverás.Helena apretó la mandíbula para contener su ira, miró de reojo hacia la torre en dónde ahora estaba prisionera la reina Yolanda y volvió a dirigirse a Ágatha:
-Nunca creí que serías capaz de acabar con tu familia por el reino ¿Tanto era tu deseo de ser reina? Me das asco Ágatha, eres una miserable.Ágatha de un impulso le dió uns fuerte bofetada a Helena rompiéndole la boca. La muchacha le dedicó una feroz mirada a Ágatha y se marchó de aquel lugar. Solo cuando estuvo distanciada de la malvada reina, la joven aldeana lloró, no por el golpe sino de impotencia al no poder hacer nada para hacerle frente a Ágatha y ayudar a la pobre reina Yolanda y menos a su amado Abelardo quien había desaparecido.
Mientras tanto, a una distancia relativa del peligro, la princesa Ammía despertó sobresaltada, a su lado se encontraba de pie Leonardo. Aún llovía.
-¿Qué ha pasado?
-Una desgracia princesa- respondió con pesar Leonardo viendo hacia el castillo- apenas pude sacarte del jardín. No sé que pudo ocurrir después.
-Gracias- dijo solloza la princesa egipcia- no entiendo cómo Ágatha pudo hacer algo así, atacar a su propio hermano.
-Debemos irnos pronto- le alertó Leonardo y tras colocar a la princesa detrás de él en su caballo, salieron del establo a toda marcha.Un par de horas después, la nueva reina Ágatha fue hasta el calabozo, un lugar donde no había ningún tipo de entrada de luz solar que y con un denso olor a humedad.
-No creí que te vería una vez más. Lo que no logro descubrir es cómo me encontraste.
-Nunca lo sabrás asesina- dijo con desprecio Gerardo, de pie ante la malvada mujer. Lo único que los separaba, eran los barrotes.Ágatha sonrió petulante ante las palabras de su primer prisionero y restando importancia dijo- acostumbrate a esto, ya que será tu nuevo hogar.
-Juro que vas a pagar el daño que le hiciste a mí hermano- le dijo el muchacho lleno de ira, una que calentaba todo su interior y de ser posible para él, ya habría atacado sin piedad a Ágatha, entonces recordó a Helena y quiso saber de ella.Ágatha, miró con deleite el suspenso que provocaba en Gerardo su silencio y sonrío diciendo- así que te interesa esa aldeana. Lamento decirte que ella tuvo un poco de inteligencia y huyó.
La nueva reina se alejaba de la prisión de Gerardo y antes de marcharse, se dió la vuelta para contemplar una vez más al joven prisionero. Le recordaba al noble muchacho que ella misma guió a la muerte y en silencio avanzó su camino a la salida del calabozo.
El desafortunado final de la boda del príncipe Abelardo y la hermosa Helena ya era sabido por los habitantes del reino, los cuales estaban atemorizados ante las acciones de Ágatha. Muchos temían que las desgracias empezarían a rondar cómo aves de rapiña.
Un par de días después, Helena estaba en su cuarto, sollozando. Recordaba los momentos previos a la aparición de Ágatha, en la mirada de felicidad que Abelardo le dedicaba, su conexión desde niños.
Parecía que fue hace nada cuando lo vió por primera vez junto a la reina Yolanda, ambos lucían perfectos con sus trajes. Era una tarde de primavera y un alboroto se hacía sentir ya que los pobladores apreciaban mucho a la reina y el pequeño príncipe que no era sino un año mayor que ella, también era muy querido.
La pequeña Helena corrió emocionada y curiosa hasta llegar a la fuente de la plaza, allí varios aldeanos presentes se quedaron a hacerle compañía a la reina junto al príncipe.
La reina empezó a relatar historias sobre magia, princesas cautivas y temibles criaturas que fascinaban a los pequeños niños y ella no era la excepción. Escuchó atenta de principio a fin y cuando la reina se despedía, le quiso obsequiar un pedazo de pan; pero, torpemente se tropezó y cayó al suelo.
Llorando de pena y dolor trató de levantarse, es cuando llega el pequeño Abelardo y la ayuda a ponerse en pie.
—¿Te encuentras bien niña?– le preguntó Abelardo y ella asintió limpiando sus lágrimas. Desde ese instante, una bonita amistad empezó entre los dos hasta convertirse en amor.—Hija, alguien te busca– le dijo el padre de Helena sacándola de sus pensamientos. La joven aldeana con cierto temor salió y se sorprendió gratamente de ver nuevamente a la princesa Ammía, acompañada de Leonardo.
Ambas muchachas se abrazaron y no pudieron evitar llorar– lamento todo lo ocurrido– decía apenada la princesa egipcia.
—¿Ha ocurrido algo más?– preguntó Helena y Leonardo asintió:
—El reino no creo que sea seguro para la princesa Ammía, la he tenido oculta. Quise venir antes pero no fue sencillo. Te aconsejo que la lleves lejos de todo esto.
—Necesitamos tú ayuda Leonardo– intervino Helena.
—Lo siento pero no puedo hacer más– dijo el guerrero y tras subir a su caballo se marchó.Yyyyyyyy acá culmina este primer capítulo!!!!!!
Deseo que haya sido de total agrado lo que acá he escrito, todo va a ponerse feo así que atención a los próximos avances en esta historia!
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La Reina de la Magia Oscura (La Confabulación)
FantasyDándole continuidad a los eventos ocurridos en la primera historia: La Reina de la Magia Oscura (El Ascenso) la historia se centra en los acontecimientos luego de que Ágatha logra deshacerse de su hermano el príncipe Abelardo, tomando por la fuerza...