Will narra su historia V

115 18 0
                                    

El día siguiente al despertar aún tenía a Elisabeth entre mis brazos. Creía que dormía, pero estaba equivocado.
-Me gustan tus brazos, es el único lugar del que no me gustaría alejarme- susurró.
-¿El único?
-Sí. No me gusta estar aquí, necesito marchar, ver mundo, buscarme un gran futuro, cambiar de aires, pero realmente lloraré cuando me separe de tus brazos.
-No tienes porque hacerlo, te puedo sostener para siempre- le dije suavemente al oído.
Ella suspiró con tristeza. Para ese entonces no era capaz de entender ese suspiro, no podía saber que era una águila enjaulada, forzada a ser domesticada. Una águila que necesitaba huir, volar lejos y que estaba dispuesta a abandonarlo todo por lograr un verdadero futuro.

Melodías muertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora