Will narra su historia VI

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Los meses pasaron. Primaveras, veranos, otoños acariciaron nuestras almas. Ya llevaba casi un año con Elisabeth, ese era nuestro primer invierno. El frío parecía juntarnos cada vez más. Nuestros cuerpos andaban desesperados buscando calor y lo encontrábamos el uno en brazos del otro. Era agradable, perfecto. Creía que todo iba genial, pero estaba equivocado.
Un sábado por la noche salia del bar donde solía tocar los fines de semana. Fue un día triste, el bar estaba lleno de almas abandonadas que compartían su soledad. ¿Quién iba a decir que yo acabaría siendo una de ellas? Pero a pesar de ser un día triste estuvo bien, me dieron muchas propinas, podría comprarle algo a Elisabeth gracias a ellas.
Iba perdido por las calles del pueblo, regresando a la escuela cuando oí unas voces conocidas cerca. Era extraño, ya que a esas horas no solía haber nadie por la calle. Por curiosidad me acerqué al sitio de donde provenían, pero como se suele decir: la curiosidad mató al gato. Me encontré a Elisabeth tonteando con un chico alto, musculoso y rubio. Les observé escondido detrás de un muro, iba con un abrigo y una boina negra, era difícil verme en la oscuridad. La escena que vi a continuación me partió en dos: vi a Elisabeth besando a ese chico. Sentí una rabia y un abandono extremos, una gran debilidad. Era como un cachorro al que su dueño había abandonado. Sólo pude ponerme a correr de vuelta a la escuela. Ellos se giraron, me habían oído.
Al llegar lo primero que hice fue encerrarme en mi habitación, tirarme sobre la cama y ponerme a llorar. Me sentía tan deprimido que no me habría importado morir allí mismo. La vida, para mí, carecía de sentido. A la media hora de haber llegado, alguien llamó a la puerta. No respondí, no tenía fuerzas. La puerta se abrió y apareció Elisabeth.
-Will...- empezó ella con la cabeza baja.
-Déjame- respondí abatido con el rostro perdido entre mi almohada.
-Tiene explicación.
-Si no me querías podrías habérmelo dicho directamente- reproché.
-Will, yo te quiero, no quiero perderte.
-Cualquiera lo diría- respondí algo agresivo levantando la cabeza.
Realmente me molestaba que dijera eso después de lo que acababa de hacerme.
-Ese chico no me gusta, es el hijo de un amigo del director de la escuela de música de Viena. Gracias a él podré conseguir ir a esa escuela, irme de aquí, aprender mucho más sobre música y tener exito. Se que no es excusa, pero yo te quiero a ti, no quiero herirte, sólo lo he hecho por mi futuro- se excusó ella.
-Sólo eres una traidora y una aprovechada. Si de verdad supieras lo que es querer no serias capaz de hacer esto- dije en un tono de voz muy desagradable.
-Will, debes entenderlo, sabes que necesito irme y ganarme mi futuro.
-¿Y los demás que? ¿No te importamos una mierda? Engañas a tíos que ni conoces, me traicionas, abandonas a todos tu amigos de la escuela y todo por tu "querido futuro". ¿Piensas que por salir de aquí se arreglarán todos tus problemas? El problema lo tienes tú, no esté lugar ni los demás. ¡Sólo eres una egoista!- grité enfadado.
-¿Una egoista? ¿Y yo qué Will, yo qué? ¿Quieres que me pudra aquí por ti? No se yo quien es el verdadero egoista. Tu tal vez estés bien envejeciendo aquí, no aspiras a más, pero yo tengo metas, objetivos. A parte, necesito largarme de aquí, alejarme de todo, sobretodo de mi padre y lo que me parece egoista es que tú me lo quieras prohibir. No soy tuya Will, no soy un objeto con el que puedas hacer lo que te plazca, soy una persona que toma decisiones y que me quites eso es como si yo a ti te quitara el piano, es injusto.
-¿Es injusto? Te recuerdo que la que me ha traicionado eres tú. ¿Eso es justo? Si eres una deprimida con problemas no es mi culpa y no por irte de aquí dejaras de serlo. Sólo andas buscando una tierra prometida que no existe. ¡Tus problemas no son reales, son mentales, asumelo de una vez!
No respondió. Ese comentario la había herido realmente. Se alejó de mi y se dirigió a la puerta.
-En seis meses me voy a Viena. Adiós Will- dijo con frialdad.
Cerró la puerta de un portazo y no volvimos a hablar en mucho tiempo...

Melodías muertasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora