Alejandrita

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Un nuevo día y Donghyuck creía que las cosas mejorarían.

Había descubierto que sus padres no le mintieron, su nana lo confirmó en cuanto le preguntó, había tomado el desayuno en su habitación, como siempre encerrado.

Su nana le explicó que Yeji no pudo llevarle el desayuno como siempre, ya que había sido llamada por el rey, eso se le hizo extraño pero lo dejó pasar.

Estuvo en su habitación aun en pijamas, de cualquier manera no tenía porque arreglarse, nunca era llamado para salir, nunca asistía a los eventos reales o cuando en la manada hacían celebraciones, nadie lo invitaba, nadie quería la presencia de Donghyuck.

Por ello se quedaba en su habitación, de cualquier manera estaba como en un castigo eterno y no podía salir sin la autorización de sus padres, por ello se había dedicado a buscar pasatiempos, cosas para hacer en su encierro, cosas que lo distrajesen, cosas en las que disfrutara sin darse cuenta del tiempo que llevaba encerrado.

Así encontró el amor y libertad en la pintura, ahí donde podía expresarse bien, ahí donde plasmaba sus pensamientos, ahí donde era libre, ahí donde era Donghyuck. 

Ese lugar donde nadie lo juzgaría por ser diferente, donde sus emociones se volvían abstractas pero solo el podía entenderlas, esa parte que el mundo no entendía, porque Donghyuck era como sus pinturas. Era bonito ante los demás cuando pintaba cosas simples pero era extraño cuando dejaba sus sentimientos desplazarse sobre el lienzo.

También tocaba algunos instrumentos, no era algo que la realeza debía aprender, ya que siempre se podía contratar a alguien para  hacerlo pero Donghyuck era diferente, para él el placer de que un instrumento pudiese guardar la melodía de tu cabeza era impresionante.

A diferencia de Jaemin, quien solo cantaba, claro que tenia muchos talentos más, Donghyuck sabia que su gemelo era bueno en muchas cosas, como el liderazgo, el saber posar para los retratos, la facilidad con la que socializaba, la forma tan fina en la que se movía ante un vals.

Su gemelo era todo lo que estaba bien, era lo que era aceptado por la manada, era un perfecto lobo, Jaemin era simplemente encantador, era bueno, sabía que sus palabras siempre estaban llenas de razón, siempre le había aconsejado bien.

Jaemin le había dado el mejor consejo "no intentes encajar, no lo harás jamás, pero siempre puedes ser tan extraño como quieras, la manada no va a cambiar", había entendido que lo mejor que podía hacer era simplemente ser como es, si intentaba ser como ellos, probablemente todo sería muy incomodo tanto para él como para los lobos.

Estaba aburrido, ya había ordenado su habitación 2 veces, había practicado el vals que le costaba seguir el ritmo, se encontraba sentado en el suelo, observando el techo tan aburrido, fue ahí donde se le ocurrió que debía cambiarlo, no quería ese gris en todo el techo, quería poder ver colores, los colores del amanecer y anochecer pero no podía hacer eso, no podía poner cristales como en el gran salón pero si podía pintar.

Pintar los colores que deseaba ver, pintarse un feliz amanecer y un tranquilo anochecer, pintar el mundo que aun no conocía, podía pintar su felicidad.


¿Qué culpa tiene Donghyuck?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora