Día 3. Bajo la lluvia

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Estaba siendo un día maravilloso, los rayos del sol eran fortísimos y las nubes perfectamente blancas, sin embargo, conforme atardecía el cielo comenzaba a teñirse de gris y los vientos soplaban cada vez con más fuerza.

Doctor Strange estaba en el santuario observando hacia el lado contrario del tragaluz, podía percatarse de cómo el clima estaba entristeciéndose así como él desde la noche anterior. Y su novio...también.

El motivo de su pelea, con Tony Stark, era acerca de la poca disponibilidad de ambos para estar juntos. Era una problemática que debían afrontar si se amaban y deseaban estar juntos, ambos estaban de acuerdo con ello pero todavía así a uno le dolía la ausencia del otro.

Conforme la lluvia tomaba forma, Stephen se sentía abrumado al estar distante con Tony, en verdad lo amaba y detestaba tener tiempo libre y gastarlo en su propia soledad... Lo mismo sucedía con Stark, que estaba sentado en las escaleras exteriores, miraba la lluvia caer y su corazón se achicaba. Extrañaba a su hechicero preferido, quería abrazarlo y decirle que no quería un último adiós.

—¿Qué pasó, Romeo? —El General Rhodes se paró a su lado, abriendo un paraguas para poder salir hacia el estacionamiento— ¿No tenías una cena hoy con el doctor hechicero?

James Rhodes hizo una mueca, pues por la cena, Stark había cancelado sus citas del día en cuestión.

Tony simplificó su respuesta y dijo: —La cancelé también.

Stark miraba la lluvia, el frío del viento soplando hacía que necesitara más de un abrazo de su amado.

—¿Quieres hablar de eso?

—Peleamos —contestó enseguida, no miraba a Rhodey pero este estaba con el rostro serio—. A veces no tiene tiempo para mí y yo no tengo tiempo para él —se encogió de hombros de inmediato—, supongo que no soy el indicado.

De pronto, los ojos marrones comenzaban a verse brillantes. Rhodes se colocó en cuclillas, posando una de sus manos sobre su hombro izquierdo.

—Si decide estar contigo...probablemente es porque quiere estarlo —Tony dirigió su mirada a su mejor amigo—. Pero tú no decides si eres el indicado.

El multimillonario dibujó una pequeña sonrisa en sus labios, asintió acorde sus palabras.

Pronto, Rhodes le dio un par de palmadas en la espalda y se levantó, despidiéndose del castaño, también deseándole suerte. Tony se despidió de igual forma, agradeciendo sus palabras.

Poco después, la lluvia arreció y, una vez más, Tony estaba solo. Pensando en los bonitos momentos con su amado, lo extrañaba peor que nunca y, aunque había posibilidad de una tormenta, se decidió por ponerse de pie y buscar su automóvil en el estacionamiento.

La lluvia no le impedía nada, dio un par de pasos adentrándose a las fuertes gotas frías de agua que golpeaban el pavimento, en ese instante, un círculo naranja se dejó ver a su espalda y, de ese círculo, salió Stephen caminando hacia su amado.

A Tony no le importaba el clima, a Stephen mucho menos.

—Tony...

Llamó a su nombre, haciendo que este se diera media vuelta tan rápido como reconoció su voz.

—¿Stephen?

No hubo contestación alguna, el castaño se sintió con un cosquilleo inminente en su abdomen provocado por el beso que Strange le obsequió.

El pelinegro tomaba del cuello a Tony afín de intensificar el beso, mientras que el hombre de hierro aferraba sus dedos a la vestimenta del torso de su amado, olvidándose por completo de la lluvia y los rayos.

Finalmente, Tony le invitó a pasar al complejo para buscar unas toallas y secarse mientras bebían chocolate caliente.

Pasaron la noche juntos, prometiéndose ser más fuertes en su relación, amarse través de las adversidades, amándose bajo la lluvia.


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TULIPÁN | IRONSTRANGE FLUFFTOBERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora