Clemencia

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Declina el día, cae la tarde,
Viento sacude las hojas;
Mismo será nuestro haber,
Mueren en cuestión de horas.

Miro tan espesa niebla
A través de mi ventana,
Y mi alma conmovida
Reconócete, mi amada.

De la noche, las oscuras,
Densas sombras se aproximan,
Mas, además de pánico,
Infunden melancolía.

Admiro tu bello rostro
A través de una pantalla,
Y suplico mi recuerdo
Contigo doquiera vaya.

En mi mente la memoria
De virtudes excelentes,
Que yo, mugre, vil escoria,
Anhelaba entre mis redes.

Y sí, no fui cuidadoso,
Y no culpo a la experiencia,
Pues me mostré tan tedioso
Con mi hermosa excelencia

¿A quién, pues, compararé
Mi absoluta perspectiva?
Al turquí cielo lo haré,
Lo compararé a mi vida.

Pues el cielo está cerrado,
De nubes está repleto,
De mi senda ya cansado
No sucumbo por completo.

Aún recuerdo aquella carta
Que en mi imprudencia escribí,
Que me arrepiento mi amada,
Sepas, no volveré a huir.

Sé, soy insignificante,
Para ti soy despreciable,
Mi esperanza irrelevante,
Inefable, desechable.

De estrellas se cubre el cielo,
El telón oscuro baja.
Admirado yo lo veo,
A tu gloria se rebaja

¿Hasta cuándo mi pobre alma
Se desahogará en tus brazos?
Imposible es, hasta ahora,
Mas en eso ya trabajo.

Ambos estamos de acuerdo
Que lo que yo revelé,
Debió haber quedado oculto,
Por piedad, perdóname.

¿Cómo podré yo rogarte
Tu sublime redención?
Creo que yaceré en amarte,
Sin clemencia, sin perdón.

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