Pensamiento III

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Obviar mariposas
Había una vez una mariposa. Sus alas eran frágiles y llenas de ese polvo mágico que adormece los sentidos y cautiva el alma de paz y amor. A su lado ibas creciendo como quien necesita un empujón para salir adelante. Gracias a su vuelo pudiste emprender el tuyo y sentirte completamente cómodo en tu cuerpo sin necesidad de una terapia, solo las de ella en determinados momentos. Cada flor en la que recogía su néctar era un duro golpe, simplemente porque pensabas que ya no volvería a ti, pero nunca sucedía. Ella siempre recorría el mismo camino de vuelta para verte, para hacerte feliz. Aún así continuaba ausentándose, dejando espacios inconexos y destruyendo silenciosamente a su paso los tréboles de cuatro hojas que con tanto esmero habías plantado, aunque a ti no te importaba, al fin y al cabo tu vida era ella: podía estrujarte el corazón y dejarlo sin latir sin tan siquiera brindarte una justificación. Un día, el polvo que cubría tersamente sus alas fue contaminándose, del orgullo y la prepotencia, de los no de la vida. Su vuelo cesó, su polvo ahora era tóxico.

50 pensamientos antes de morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora