9 meses Juniomi

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Al fin llegaron las vacaciones de junio, dos supuestos hermanos habían organizado un precioso viaje a Italia, iban a Verona, lugar en el que, según el cuento popular, vivieron Romeo y Julieta, ¿podía haber un lugar más romántico? A los ojos de los Tanizaki no había un lugar mejor Enel que pasar las vacaciones.

Un beso por aquí, otro por allá, incluso fueron a Venecia a dar un paseo en góndola y recorrer sus calles. Todo era fantástico, pero un día comenzó a llover, no podían salir del hotel, por lo que decidieron descansar ese día, aunque para Naomi descansar significaba una cosa diferente.

En esa tarde de junio ambos "hermanos" disfrutaron de una placentera velada en la cama matrimonial del hotel, donde únicamente las nubes de tormenta fueron testigos de lo que ocurrió en esa habitación.

Pasó junio y pasó julio en un pestañeo, ya era mitad de agosto y debía volver al trabajo. Naomi se había estado encontrando mal, pero su gran y radiante sonrisa brillaba más que nunca, tenía una ligera idea de lo que le podría estar pasando y eso la hacía inmensamente feliz, deseaba que fuese cierto, por lo que recurrió a la ayuda de Yosano.

- ¿Qué ocurre, Naomi? Tanizaki me dijo que estuviste vomitando- habló Yosano una vez la chica ingresó a su consulta.

- La verdad es que llevo así desde comienzos de julio y... no me baja- eso alarmó a la doctora, quien la miró esperando que dijese lo que la chica hizo en sus vacaciones- es que estaba lloviendo y no podíamos ir a la farmacia, no fue nuestra culpa...

- Si que lo fue, deberíais estar preparados- suspiró la mayor- te haré una ecografía

Naomi se tumbó en la camilla y Yosano procedió a examinarla, confirmándole aquello que le pasaba por la cabeza. Mandó la doctora llamar a Tanizaki, quien entró algo preocupado por su hermana, pero al ver la ecografía y la explicación de la dicha, palideció como nunca.

- ¡Lo siento Naomi! ¡Debí haber sido más precavido! ¡Juro que no te faltara de nada! ¡Ni a ti ni al bebé! ¡Os cuidaré a ambos y daré mi vida si es necesario!

- Tranquilo, Onii-chan, estoy muy feliz de que vayamos a ser una familia- eso alivió al pelirrojo y le sonrió de vuelta a la chica, sin duda serían muy felices y él cumpliría su palabra.

No quería cumplirla, quería irse, huir de ese lugar, ya tenían bastante con la noticia de que Dazai iba a ser padre, sí, Dazai, el mismo que estaba intentando suicidarse de una forma realmente absurda, y que ranpo estaba embarazado y, para colmo, se había ido a Estados Unidos. Kunikida le reñía por ser tan irresponsable y, por otro lado, los antojos de Naomi amenazaban con dejarlo seco, se quería morir.

- Kunikida, creo que ya sabe que hizo mal- intentaba calmarlo Atsushi.

- ¡¿Qué será lo siguiente?! ¡¿Tú embarazado?!- dramatizaba Kunikida

- Yo no pienso embarazarme, Kunikida-san, para empezar, no soy gay, y aunque lo fuese, no sería el pasivo

- Cuantas mentiras en una sola frase- habló Dazai, entrando por la ventana

Aprovechando la situación, Tanizaki salió corriendo de allí, listo para emprender la huida, pero se lo pensó mejor y decidió ir a comprar algunas cosas para su bebé, que Naomi le agradeció más tarde.

Pasaron los meses, la barriga de Naomi ya era muy notoria y su bebé había comenzado a moverse. Estaba en la consulta de Yosano, le tocaba revisión, además de que quería saber el sexo del bebé.

- ¿Y cómo tenéis pensado llamar al bebé? – preguntó Yosano mientras le hacía la ecografía

- Pues si es niño lo elijo yo, y si es niña lo elige él- habló Naomi mientras miraba a la pantallita, tratando de descifrar algo.

- Yuri si es niño y Mai si es niña- habló Tanizaki, mientras miraba la abultada pancita de su novia

- Pues que sepáis que Mai esta totalmente sana- sonrió la doctora... era una niña.

Naomi ya estaba de siete ocho meses y, aunque le dijeran que no debía ir a trabajar, allí estaba ella, sentada en el sofá. Se aburría mucho sola en su casa, así que decidió hacerles una visita. Otra persona también se aburría en su casa, aun no podía ir a trabajar, apenas hacía dos meses que había dado a luz, pero decidió que era buena idea visitar la agencia.

- ¡Akiko! – gritó Dazai cuando vió a Chuuya entrar por la puerta con su preciosa hija en brazos.

- Qué monada...- dijo Naomi inconscientemente- espero que Mai también sea así...

- ¿Quieres cogerla? - habló Chuuya, la chica asintió y abrazó a la bebé.

Pasaron la mañana en la agencia, Chuuya le daba consejos para sobrellevar el embarazo y para, una vez dado a luz, cuidase de su pequeña. ¿Quién diría que Chuuya era tan buena madre?

Pasó el mes faltante, Naomi se arrepentía terriblemente de haber sacado los condones de la maleta, tenía miedo del parto, había leído que podía llegar a morir y no quería eso, pero si Chuuya y Ranpo sobrevivieron ella no iba a ser menos.

Y el terrible momento llegó, Naomi rompió aguas. Yosano corrió a su casa y, tras cuatro horas de parto, se escuchó el llanto de Mai llorar, demandando por comida. La doctora se la colocó a Naomi en le pecho, quien, rápidamente, le acercó un seno a la boca para que comenzara a mamar.

Tanizaki esta feliz, era el día más feliz de su vida y ni él ni Naomi olvidarían ese veinte de marzo, a comienzo de la primavera.

Bungo Stray Dogs//Ships//Una historia diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora